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» Diario Cordoba
Fecha: 09/02/2025 02:25
El otro día me pasó una cosa, no diré curiosa porque ya me ha pasado otras veces, pero que por lo que sea me llamó especialmente la atención. En una conversación banal, ni siquiera estábamos hablando de política, una persona dijo: Milei es un nazi. Entonces le pregunté a esa persona, ni que decir tiene cuál es su perfil ideológico (autoproclamado de izquierdas -woke o progresismo - y convencido de que tiene razón y la justicia social está de su parte), el porqué. Me dijo que en un discurso había dicho que era necesario arrinconar a los zurdos y ponerlos en un paredón. Le dije que me extrañaba que un liberal de libro y defensor de la democracia hubiera dicho eso, aunque que es obvio que Milei odia el socialismo por lo que ha hecho con Argentina y gran parte de Hispanoamérica desde la mitad del siglo XX. Y la conversación se volvió aún más extraña. Otra persona allí presente le dijo: estarás entonces encantado de cómo está Cuba. A lo que la persona autoproclamada de izquierdas respondió con: Cuba no es socialista. Eso ya sí que me dejo algo pasmada, y comenté que bueno, ser era comunista, y añadí si consideraba que México estaba muy bien con su gobierno socialista. A lo que me respondió que en México no gobernaba un partido socialista, es decir, que Sheinbaum, perteneciente al equivalente al PSOE mexicano, se ve que tampoco es socialista. Ante esto, ya me callé, por dos motivos principales: no hablo de política, en general, y no hablo de política con fanáticos, en particular. La verdad es que tachar a nadie de nazi me parece algo inverosímil. Llevo ya mucho tiempo planteándome en cómo la gente utiliza determinados adjetivos, que sinceramente no creo que ni siquiera sepan lo que significan o implican realmente. De hecho, en muchas ocasiones cuando se pregunta cuáles son las similitudes ideológicas de la persona a la que se están atacando con un nazi (o un fascista, que esto está más de moda aún) no te saben decir nada. La cuestión es dónde ha quedado el decoro y la educación de criticar las acciones e ideas con las que se esté en desacuerdo pero sin insultar, sobre todo si no sabes ni qué significa de lo que estás hablando porque si lo supieras no se te ocurriría decir tales barbaridades. Es obvio que la autoproclamada izquierda actual (woke o progresismo), es decir, las personas que se guían por esta ideología, es una mezcla extraña de cosas feas. Entre ellas están la incapacidad de autorreflexión y autocrítica, con una profunda hipocresía. Jamás pensaría que una persona (me da igual su ideología) pudiese defender a terroristas, religiones mutilantes para la mujer, corruptelas políticas, procesos dictatoriales.... Creo que ni cotiza que yo votaría a un Milei para España. Todos tenemos nuestras ideas, y todas las mías pasan por la libertad y responsabilidad individual que se manifiestan en menos Estado con más educación y sanidad, independizar el poder judicial y endurecer bastantes de nuestras leyes, sobre todo las vinculadas con la corrupción política, y el ansiado desarrollo económico aspirando a tener la renta per cápita irlandesa. Pero también es cierto que si voto a alguien que se vuelve un corrupto que solo busca el beneficio propio, invadiendo las instituciones, comprando con dinero público a todo el que pilla, intentando desmantelar el poder judicial, y volviéndonos cada vez más pobres social y económicamente, lo criticaría además de no volver a votarlo/a en mi vida. Hasta ahora siempre he pensado: ¿Quién no quiere libertad, de la de verdad? ¿Quién no quiere raciocinio, del objetivo? ¿Quién no quiere paz, de la que defender? ¿Quién no quiere crecimiento económico, del que hace a toda la sociedad más rica? ¿Quién no quiere desmantelar privilegios, sobre todo de castas como la política? ¿Quién no quiere más educación, de la del ascensor social? ¿Quién no quiere justicia, de la que castiga? ¿Quién no quiere líderes honestos, inteligentes y preparados? ¿Quién no quiere vivir sin manipulación, ni de la mediática ni de la política? ¿Quién no quiere igualdad, reconociendo nuestras diferencias? ¿Quién no quiere que el esfuerzo sea reconocido? Pues oye, que hay mucha más gente de la que yo pensaba que no quieren nada de eso. *Profesora de Economía de la Universidad de Córdoba
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