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Parana » Inventario22
Fecha: 07/02/2025 09:30
América Latina y el Caribe lograron reducir la inseguridad alimentaria durante dos años consecutivos, alcanzando en 2023 niveles inferiores al promedio mundial por primera vez en una década. Según el Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024, publicado por Naciones Unidas, la prevalencia del hambre en la región descendió al 6,2%, afectando a 41 millones de personas, lo que representa una reducción de 2,9 millones en comparación con el año anterior. Sin embargo, los avances no han sido homogéneos. Persisten desigualdades significativas que afectan especialmente a mujeres, poblaciones rurales y sectores vulnerables. Además, los efectos del cambio climático y los fenómenos climáticos extremos continúan amenazando la estabilidad de los sistemas alimentarios. La crisis climática El informe advierte que 20 países de la región están altamente expuestos a eventos climáticos extremos y 14 enfrentan una vulnerabilidad crítica para responder a estas crisis. Sequías, inundaciones y otros fenómenos meteorológicos afectan la disponibilidad de alimentos, encarecen los costos de producción y alteran las cadenas de suministro. Entre 2013 y 2022, los 13 países más golpeados por desastres climáticos registraron un aumento del hambre del 1,5%, revirtiendo parte de los avances obtenidos. A pesar de ello, en términos generales, la inseguridad alimentaria moderada o grave disminuyó en la región, consolidando una tendencia positiva desde 2021. Avances y desafíos En términos subregionales, Mesoamérica registró una prevalencia del hambre del 5,8%, equivalente a 10,5 millones de personas. En Sudamérica, el 5,5% de la población sufrió inseguridad alimentaria, afectando a más de 22 millones de habitantes. En el Caribe, el problema es más grave, con un 17,2 % de la población—7,7 millones de personas—enfrentando hambre. A nivel de género, América Latina y el Caribe siguen siendo la región con la mayor brecha en inseguridad alimentaria: las mujeres tienen 5,2 puntos porcentuales más de riesgo que los hombres. También se observan diferencias entre el campo y la ciudad, con un 8,2 % más de inseguridad alimentaria en zonas rurales. Otro reto es el acceso a una alimentación saludable. En 2022, 182,9 millones de personas no pudieron costear una dieta equilibrada. La región tiene el costo más alto del mundo para este tipo de alimentación: 4,56 dólares en paridad de poder adquisitivo (PPA), mientras que el promedio mundial es de 3,96 dólares. Resiliencia alimentaria Ante estos desafíos, Naciones Unidas instó a los países a acelerar estrategias para fortalecer la resiliencia de los sistemas alimentarios. La organización enfatizó la importancia de políticas públicas que mitiguen los efectos del cambio climático y garanticen la sostenibilidad del abastecimiento de alimentos en la región. Si bien los avances en la reducción del hambre son significativos, los desafíos estructurales y climáticos exigen respuestas urgentes y coordinadas para garantizar la seguridad alimentaria en América Latina y el Caribe.
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