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» Diario Cordoba
Fecha: 07/02/2025 07:27
Andrés Lima (Madrid, 1961) lleva cuatro décadas creando espectáculos. Director, autor y actor, sus montajes (Urtain, Tito Andrónico, Marat-Sade, Hamelin…) se cuentan entre los más alabados y respetados de la escena española, cuyos conceptos ha contribuido a actualizar. Ni antes ni después de su etapa al frente de la compañía Animalario ha rehuido los riesgos ni los excesos pero el reto de recrear la Guerra Civil española ha sido uno de los más atrevidos y aclamados de su carrera. Lima dirige1936, coescrita a ocho manos junto a los dramaturgos Juan Mayorga, Albert Boronat y Juan Cavestany. Una obra casi operística que funde la palabra, la Historia y la música en las voces de un reparto por el que soñarían todos los programadores: Blanca Portillo, Guillermo Toledo, Antonio Durán Morris, Alba Flores, Juan Vinuesa, Natalia Hernández, María Morales, Paco Ochoa y el Coro de Jóvenes de Madrid. Todos los actores asumen varios roles pero Blanca Portillo como José Antonio Primo de Rivera, Juan Vinuesa como Francisco Franco, el Azaña que compone María Morales y la joven Alba Flores encarnando a la Pasionaria son algunos de los más icónicos. Tras triunfar con los montajes del Shock 1 y 2, en los que abordó la dictadura de Pinochet en Chile y la instauración del ultraliberalismo de Reagan y Thatcher siguiendo las tesis de Naomi Klein, ahora Andrés Lima vuelve a valerse de una previa y profunda investigación documental de dos años y medio para abordar “uno de los acontecimientos históricos que nos definen como españoles”. Con él conversamos antes de su encuentro con estudiantes de artes escénicas en Sevilla. Imagen de la obra teatral '1936', de Andrés Lima / Bárbara Sánchez Palomero. ECA ¿Por qué ha querido embarcarse en un proyecto tan complejo y de tanto calado? La Guerra Civil es la herida más grande de la España contemporánea, de la que somos hijos directos. Soy hombre de acción y necesitaba recrearla desde el teatro. Se debe hablar de la Guerra Civil cuando aún hay incluso protagonistas vivos porque, tras acabar el conflicto, hubo cuarenta años de silencio, censura y desinformación. Por otro lado, quería reflexionar sobre el resurgir actual de los fascismos en todo el mundo, y repensar el nuestro, que se genera aquí con la Falange en 1933. Curiosamente nunca se había hecho una obra de teatro que abarcara toda la Guerra Civil. Y aunque hemos manejado muchísimas fuentes historiográficas y archivos, lo importante de este espectáculo es que te hace sentir y te lleva dentro de la Batalla del Ebro, de la Desbandá, te hace celebrar en la Puerta del Sol la proclamación de la Segunda República, y eso para mí era muy importante. Hay algo en esta propuesta que, por su ambición poliédrica e intensidad, podría equiparse a aquel mítico Falstaff que usted dirigió para el Centro Dramático Nacional con Pedro Casablanc al frente. Shakespeare y Brecht forman parte de mi escuela y esa mezcla es patente aquí pero también es esencial la contemporaneidad del espectáculo: que la mirada, aunque hablemos del 36, sea la de hoy. Por eso he incluido un coro de voces muy jóvenes que reciben lo que sucedió en aquella época y lo sufren. Es más que un coro griego con ecos de Sófocles: es un coro que canta como los ángeles y que, con su presencia y su música, llevan los datos históricos al corazón y las vísceras. Cantan la Novena de Beethoven, versionan un tema que los Clash dedicaron a la Guerra Civil, y marcan el diálogo entre la música de hoy y la de aquel momento (Los cuatro muleros, No pasarán, Mi jaca…) sumando sus voces a las de los actores. Imagen de la obra teatral '1936', de Andrés Lima / Bárbara Sánchez Palomero. / ECA ¿Desde qué lugar se asoma Andrés Lima a esos años y cuál le gustaría que fuera la reflexión del público al salir? El ser humano es complejo, una mezcla de bondad, maldad y muchas cosas más. Nunca he pensado que haya buenos y malos. Quise ponerme en el lugar del otro para intentar comprender por qué somos violentos y por qué hacemos la guerra, que es el mayor fracaso de los seres humanos organizándose políticamente. También es verdad que yo tengo un punto de vista: el golpe de estado de Franco fue ilegal. Y tengo claro lo que es la ideología fascista pero intento comprender por qué hubo tanta gente que se afilió a Falange Española. Cuando Franco entró en Madrid o en Barcelona había mucha gente levantando el brazo a la romana, igual que ahora mucha gente vota a Trump y a Elon Musk, y eso me parece digno de ser reflexionado. ¿Cómo ha trabajado para evitar acusaciones de maniqueismo o falta de equilibrio? Para garantizar la veracidad histórica me han ayudado historiadores fundamentales como Ángel Viñas, Julián Casanova, Paul Preston y Francisco Espinosa, que vive aquí en Sevilla. También han aportado testimonios y datos algunos descendientes de los protagonistas, como Andrés Rojo, que es nieto del general Rojo y un estudioso de la Batalla del Ebro. Al sevillano Manuel Chaves Nogales lo hemos leído todos. Mario Gas o Emilio Gutiérrez Caba nos han dado lecciones sobre el teatro de la época y la dramaturga Verónica Serrada ha sido esencial para abordar la presencia de las milicianas en el frente. Puedo recrear en ficción muchas cosas pero no me salgo nunca de la verdad histórica. Los datos y los hechos que contamos son todos reales. A todos los personajes históricos que salen en la función los oímos hablar con su propia voz: Azaña, Franco, George Orwell, Clara Campoamor, Queipo de Llano, Largo Caballero y un largo etcétera dijeron eso realmente en discursos y testimonios. Y al mostrar a gente tan elocuente no hace falta más, no hace falta estar pendiente de que se te vaya la mano. La Guerra Civil española fue un fracaso colectivo. Imagen de la obra teatral '1936', de Andrés Lima / Bárbara Sánchez Palomero. ECA Como en las dos obras que dedicó a la doctrina del shock aquí vuelve a incidir en el papel del capitalismo en la gestación del golpe de estado y en la pasividad de los regímenes democráticos. Una de las versiones más maniqueas o manipuladoras es la que dice que la República había generado tanto descontento y tanta violencia en la calle que los militares no tuvieron más remedio que intervenir. Eso no es cierto. Desde el 14 de abril de 1931 hay datadas por Ángel Viñas reuniones entre José Antonio Primo de Rivera, Calvo Sotelo y gente de la aristocracia española para la vuelta del rey mediante un golpe de estado ayudado por los militares. Todo eso es tan cierto como el papel del banquero Juan March, que está perfectamente documentado. Por otro lado, Manuel Azaña opinaba que la política de no intervención fue la primera causa de la derrota republicana, la segunda fue la intervención de Alemania e Italia, la tercera la desorganización de las fuerzas republicanas y la cuarta, el papel de los sublevados. Sin la aviación de la Alemania de Hitler, las tropas regulares y el apoyo de Italia hubiera sido un conflicto muy diferente, no hubiera sido fácil que Franco ganara la guerra. ¿Por qué optó por un enfoque cronológico de la Guerra Civil? Me parecía importante contarla cronológicamente pero hay un pequeño flashback para intentar entender las causas que nos llevan a la guerra. Comenzamos recreando el golpe de Estado el 18 de julio de 1936 y vamos recorriendo desde Melilla a Sevilla, sigo la campaña del Sur con Queipo de Llano y desde Andalucía pasamos a la masacre de Badajoz, de ahí al intento de entrar en Madrid y a la campaña del norte… Reflejo la cronología real de la guerra pero también me detengo para reflexionar y, por ejemplo, mientras narro el bombardeo de Guernica hablo del hambre que se pasaba en España y la necesidad de la reforma agraria, o de la relación de la iglesia católica con el Movimiento. Esa es la estructura general pero además le doy voz a tres personas como portavoces: Franco, Azaña y Pilar Duaygües, una chica barcelonesa de 15 años que narró en un diario lo que estaba viviendo, un libro fascinante con esa mirada ingenua a un momento terrible y que funciona casi como un diario a lo Ana Frank. Imagen de la obra teatral '1936', de Andrés Lima / Bárbara Sánchez Palomero. ECA Para la escenografía vuelve a contar con Beatriz San Juan que realiza un trabajo impactante con referencias a Francisco de Goya o al valenciano Josep Renau. Goya siempre está en la base porque es el primer pintor contemporáneo de este país. La documentación fotográfica y cinematográfica de la Guerra Civil es increíble, había gente de primera rodando y filmando: Robert Capa, Gerda Taro, Cartier Bresson… También, aunque el bando sublevado ganó la batalla de la propaganda, nos ha quedado esa cartelería tan bonita de la izquierda que hacía referencia a la estética de la vanguardia rusa. Poner todo esto en imágenes y en escena resulta emocionante, apasionante, es nuestro pasado y, aunque parezca contradictorio, es muy bonito. ¿Cuál ha sido el mayor reto a nivel escénico? En una obra tan pasional como esta, donde quieres meter tantas cosas, me he dejado llevar por la intuición que me dice dónde está el ritmo del espectáculo y que no cometa el error de ir contra el espectador. En el drama es difícil tener distancia y a la vez emocionar. Pero el espectador tiene metida la guerra en los genes y en el inconsciente colectivo. Lo hemos heredado de los abuelos, los padres, la cultura. La Guerra Civil te habla de tu país, de tu ciudad, y ahí se te despierta algo. Cuando ves cómo asesinan a los maestros o cómo les cortan el pelo a las mujeres para ridiculizarlas, piensas: todo esto paso aquí al lado. Imagen de la obra teatral '1936', de Andrés Lima / Bárbara Sánchez Palomero. ECA Cuando ves cómo asesinan a los maestros o cómo les cortan el pelo a las mujeres para ridiculizarlas, piensas: todo esto paso aquí al lado. ¿Imagina un futuro cercano en el que esta obra sea cancelada? No. El país no está para eso ahora mismo pero sí hay gente que lo desearía. Una de las razones de hacer esta obra es poder reflexionar sobre el renacimiento de los fascismos en todo el mundo. La elección y los primeros decretos de Trump y Elon Musk son puro fascismo liberal, que es mucho más peligroso porque no solo tienen el poder y la fuerza, sino también el dinero. Y están buscando el apoyo de los fascismos que están surgiendo en la Italia de Meloni, la Francia de Le Pen o la España de Vox. Hay que reflexionar sobre esto pero he procurado hacerlo con las armas del teatro, que nunca es realista desde el momento en que hay público mirándote. Hemos trabajado mucho, los actores son un verdadero dream team pero creo que agotamos todas las entradas porque a la gente le interesa mucho la historia de España.
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