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» El litoral Corrientes
Fecha: 07/02/2025 03:24
En el marco de la creciente digitalización de los organismos del Estado en Argentina, es necesario reflexionar sobre sus implicancias, especialmente para los sectores más vulnerables como los jubilados. Aunque la incorporación de sistemas informáticos promete mayor agilidad y transparencia, también ha generado nuevas barreras que profundizan desigualdades preexistentes. Dos de los principales obstáculos son la desigualdad de acceso a la tecnología y la capacitación insuficiente del personal encargado de operar estos sistemas. La desigualdad de acceso: Una brecha que margina La digitalización de los procesos administrativos ha traído importantes beneficios, como la posibilidad de presentar documentación de manera remota o acceder a trámites sin necesidad de trasladarse físicamente a las oficinas del Estado. Sin embargo, estos avances no han sido igualitarios. Muchos jubilados, especialmente aquellos que residen en zonas rurales o que enfrentan limitaciones económicas, se encuentran excluidos de estas ventajas por la falta de acceso a internet o dispositivos electrónicos adecuados. Según datos del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), existen vastas zonas rurales en el país donde la conectividad es escasa o nula. Para un jubilado que vive en estas áreas, realizar un trámite digital puede ser un desafío monumental, obligándolo a recorrer largas distancias para acceder a un ciber o a la oficina administrativa más cercana, muchas veces se encuentran con situaciones muy desagradables como por ejemplo que los turnos solo deben ser sacados por internet, o que no se admiten presentaciones en formato papel. A esto se suma que, incluso en zonas urbanas, muchos jubilados carecen de los recursos para adquirir computadoras o pagar servicios de internet, quedando atrapados en una situación de indefensión frente al sistema, esto lo viven no solo los jubilados o adultos mayores en su gran mayoría, a los que les es muy difícil entender ¿cómo funciona la tecnología? También debemos considerar las dificultades que enfrentan algunos jubilados con problemas de alfabetización digital. Este fenómeno, conocido como brecha digital, no solo afecta su capacidad para operar las plataformas informáticas, sino que también genera una sensación de inseguridad y desamparo que los disuade de reclamar sus derechos. En estos casos, la tecnología, en lugar de ser una herramienta de empoderamiento, se convierte en una barrera más para el acceso a los servicios del Estado. La capacitación insuficiente: Un obstáculo interno El problema de la digitalización no se limita a los usuarios finales, como los jubilados. El personal de los organismos del Estado también enfrenta grandes dificultades para adaptarse a los nuevos sistemas informáticos. Aunque muchos empleados han recibido capacitaciones, éstas suelen ser insuficientes o estar mal diseñadas para cubrir las necesidades reales del trabajo diario. La falta de capacitación adecuada genera errores en el manejo de los sistemas, retrasos en la carga de datos y fallos en la atención al público. Por ejemplo, un empleado que no sabe cómo cargar correctamente la documentación de un jubilado podría causar demoras significativas en la resolución de su caso, afectando directamente a quienes dependen de estas gestiones para acceder a derechos esenciales como jubilaciones, pensiones o beneficios sociales. Además, esta situación incrementa la frustración tanto de los jubilados como del personal, generando un clima de tensión en las oficinas estatales. Un punto crítico es la falta de uniformidad en la implementación de estos sistemas. Mientras que en algunas dependencias los empleados cuentan con formación y herramientas adecuadas, en otras se observan notables carencias. Esta disparidad genera inequidades en la calidad del servicio público y agrava la situación de los jubilados que dependen de estos procesos para resolver sus necesidades. Hacia una administración verdaderamente inclusiva Para que la digitalización de los organismos del Estado cumpla con su promesa de mejorar el acceso a los servicios, es imprescindible abordar estas problemáticas con un enfoque integral. Algunas acciones clave incluyen: 1. Expansión de la conectividad en zonas rurales: Es fundamental que el Estado priorice inversiones en infraestructura digital, garantizando que todos los ciudadanos tengan acceso a internet de calidad. 2. Creación de puntos de acceso comunitarios: Establecer espacios públicos con computadoras e internet gratuitos donde los jubilados puedan realizar sus trámites con asistencia personalizada. 3.Programas de alfabetización digital: Diseñar talleres y capacitaciones específicas para jubilados, adaptados a sus necesidades y niveles de conocimiento. 4.Capacitación continua para el personal estatal: Implementar programas de formación permanente para empleados de todos los organismos públicos, asegurando que estén preparados para operar eficazmente los sistemas informáticos. Los sistemas, no solo deben ser revisados y modificados, sino, además deben ser menos burocráticos. Por ejemplo PAMI la obra social por excelencia de los jubilados, tiene un sistema de autorización y validación de las ordenes de prácticas de muy difícil ejecución, obliga al afiliado a ir del médico, al centro de validación, para recién después hacerse la práctica médica, por ejemplo laboratorio, todo eso puede ser reemplazado por una sistema de validación automática por el profesional correspondiente y por internet, como lo hacía hasta hace una año, y como lo hacen muchas obras sociales o empresas de medicina pre pagas. 5.Monitoreo y evaluación de los sistemas: Realizar auditorías regulares para identificar fallas y áreas de mejora en la implementación de los sistemas digitales. 6.Simplificación de las plataformas digitales: Diseñar sistemas más intuitivos y accesibles, considerando las necesidades de los usuarios mayores. Una reflexión final: La importancia de la mirada humana La transformación digital de los organismos del Estado es inevitable y necesaria para adaptarse a los tiempos modernos. Sin embargo, esta modernización no debe perder de vista que los sistemas, por más avanzados que sean, no pueden reemplazar la mirada compasiva y humana de los funcionarios y empleados que atienden a los jubilados. Es fundamental que quienes trabajan en el servicio público comprendan las necesidades de este sector vulnerable y actúen con empatía, garantizando que ningún jubilado quede rezagado por barreras tecnológicas o administrativas. En este sentido, la digitalización debe ser una herramienta para mejorar la calidad de vida, no una nueva forma de exclusión. Solo a través de un compromiso genuino con la inclusión y la equidad podremos construir un Estado que verdaderamente sirva a todos sus ciudadanos, especialmente a aquellos que han trabajado toda su vida y ahora merecen una atención digna y respetuosa.
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