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  • Verano en Santa Fe: para disfrutarlo entre la tierra y el cielo

    » Sin Mordaza

    Fecha: 06/02/2025 00:18

    A volar Chicos, grandes y medianos no quieren perderse la nueva onda santafecina, y Juan Sereno Racca (46) es uno de sus promotores. Se trata del paratrike, que hasta hace poco se iniciaba en las playas de la laguna Seúubal. “Antes salíamos de El Charquito, pero la Dirección de Fauna dispuso recientemente una prohibición para cuidar el medio ambiente, así que ahora lo hacemos desde la estación de vuelo DH, donde nos reunimos quienes hacemos vuelos de vela libre y paratrike”, cuenta. Ingeniero, chef y motoquero, Juan es piloto profesional, con licencia avanzada para biplaza (ARG 1002318). “Tuve la fortuna de que Don Hilario Valinotti, célebre piloto nacional que trajo al Papa Juan Pablo II durante la Guerra de Las Malvinas, me formara”, cuenta el responsable de Sunchales Fly como carta de presentación. El boom de este deporte que suma parapente y paramotor, tiene varias particularidades. Se vive desde el campo y la arena rasante hasta pasados los 200 metros, siempre con la emoción y el viento fresco en el rostro. La zona está rodeada de bañados, ríos y lagunas, lo que da un marco de increíble belleza natural. “Si bien la gente tiene alguna idea, al llegar, lo primero es ponernos a tono sobre lo que vendrá, y que el participante se saque todas las dudas: cómo se comporta el aparato en el aire, qué sensaciones suele haber y ofrecer una reseña de cuál será el recorrido y lo que se puede o no hacer”, dice. Tras esa suerte de charla técnica, donde se destaca la posibilidad de sacar fotos (el vuelo es muy suave y apto incluso para buenas filmaciones), se despega por un circuito de espacio aéreo predeterminado. Si bien volamos a unos 300 metros, se suele bajar para disfrutar de los detalles de flora y fauna, el puente colgante, las costaneras y la propia ciudad. Seguridad para disfrutar Juan rinde su licencia todos los años, en materia práctica y teórica, y cada dos realiza el curso SIP de emergencia en vuelo sobre el agua y su resolución. Su equipo está supervisado con seguros de transporte y responsabilidad civil en regla, un detalle que no hay que soslayar a la hora de iniciarse en esta aventura. Los equipos utilizados son de vuelo comercial, aeronáuticos y nuevos, con paracaídas de reserva aprobados por la Federación Argentina de Vuelo. “Es un vuelo super seguro. El motor se usa nada más que para subir, y luego manejamos las corrientes. Pero si se requiriera, lo volvemos a usar y aterrizamos donde queremos”, explica. El vuelo está permitido para niños desde los 6 años (con autorización de los padres) y adultos hasta 100 kilos. El club, asimismo, es el único para vuelo en la ciudad y cuenta con una movida interesante cada fin de semana. “Hemos parquizado y logrado mucha sombra, y de a poco se van sumando servicios”, cuentan sus responsables. Con varias reseñas en Google My Business y una destacada calificación promedio de 5, el lugar garantiza vistas panorámicas y una estrecha conexión con los elementos naturales que rodean a la ciudad. “Nunca tuve una queja. La gente queda copadísima, aunque el turista promedio suele venir una vez: hace la experiencia y listo. Son vuelos de iniciación, como para sacarse el gusto de volar. A quienes sí he llevado muchas veces es a profesionales que necesitan fotografiar el río o los campos, o hacer trabajos que registren la geografía en tiempo real”. Festejos y estrenos Desde el 20 de enero se vive en toda la ciudad la Semana de la Setúbal, cuando el municipio festeja las actividades que pueden realizarse en torno a la laguna. “Para nosotros es un festejo triple, porque cumplimos 8 años de vida y, además, mi hijo cumple años, así que hay tres tortas”, asegura Carlos David Busaniche, a cargo de Setubal Kayak´s, empresa que ofrece diversas actividades, siempre con clases de iniciación y salidas náuticas imperdibles como las de luna llena. “Es una experiencia hermosa, porque remás en una laguna calma y brillante, bajo el amparo de la ciudad iluminada, y el puente colgante en todo su esplendor”. Con él desandamos el final de la Costanera Este, la rambla enfrentada a la ciudad donde el deporte y las playas están a la orden del día. “Una buena noticia es la continuación de los trabajos sobre el Paseo de La Laguna, que planteaba una extensión sobre la costanera, motivo por el cual se cerró una de las playas más lindas y al reparo del viento sur. Pero al frenarse la obra pública nacional todo quedó parado, así que en vez de ganar territorio lo perdimos”, cuenta. Ahora Santa Fe reinició esas obras y en breve quedará lista con comercios y servicios. “Es una extensión de la costanera hasta el fondo del Conicet, con un puente conectando al barrio El Pozo”, cuentan desde el municipio. Siempre verde Hacia el otro lado, justo en frente del colgante está la Reserva Ecológica, una porción protegida que conserva el paisaje original. “Es una reserva de tipo urbana, que se hermana a la laguna Setúbal y cuenta con 12 hectáreas. Este es un reparo para muchas especies, aves sobre todo, que encuentran hogar aquí en estos paisajes del valle aluvial del Paraná”, informan desde el municipio. Creado en 1998 por la Universidad Nacional del Litoral y la Fundación Hábitat & Desarrollo, su objetivo es preservar la diversidad faunística que, pese a su pequeñez, alberga mamíferos, reptiles e invertebrados, aves acuáticas (algunas migratorias) y peces. También la reserva es un espacio clave para la realización de proyectos de investigación, extensión y docencia. Entre otros, el Programa Natural Escuela, que ha establecido este espacio como área de campo para que los estudiantes hagan un trabajo final, ha sido una de las razones que ha hecho propio este espacio por parte de alumnos y vecinos. La infraestructura y la conciencia vecinal fueron otras, y todas ellas rescatan el valor de este pulmón verde y salvaje de la capital. El paseo, gratuito y abierto al público, se inicia por el Sendero de los Cuises, que permite ver muchos de estos simpáticos roedores. Muchos pájaros y en ocasión algún que otro animal de tamaño, son parte del atractivo inmediato de la caminata que se expande hace varios senderos. En la calma de la reserva se escuchan los pájaros, y se disfruta de varios microclimas y sectores de vegetación cambiante. Al final de un ondulante sendero está el Centro de Interpretación, y un poco más allá, el premio final: la laguna. Una muestra en miniatura de las islas, bañados, ríos y esteros que dan vida a la propia Santa Fe. Fuente: Weekend

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