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  • El misterio del Benidorm Fest: ¿por qué los hombres son mayoría en el público?

    » Diario Cordoba

    Fecha: 05/02/2025 17:01

    Si Eurovisión es la Super Bowl del kitsch y la purpurina, el Benidorm Fest es su academia, el concurso donde se forjan las nuevas divas del pop nacional. Este año, tras días de drama, teorías conspiranoicas en redes y polémicas varias, el festival ha coronado a su reina: Melody, con su canción Esa Diva. Y es que no podía ser de otra manera. Si hay un evento que se nutre del espectáculo, los excesos y el fervor patrio sin complejos, ese es el Benidorm Fest. Pero, más allá del resultado final, hay un fenómeno que se repite cada año y que las redes han vuelto a poner sobre la mesa: ¿por qué entre el público predomina una abrumadora presencia masculina? El romance entre el Benidorm Fest y la comunidad gay No hace falta ser un genio para notar que, al igual que en Eurovisión, el Benidorm Fest es un santuario donde la comunidad gay se entrega con devoción al espectáculo y la pasión musical. Las redes lo han dejado claro: entre los fans de pie, ondeando banderas, agitando abanicos y coreando cada nota como si fuera el himno nacional, hay una desproporción evidente. Y esto tiene una razón de ser. La relación entre Eurovisión y la comunidad LGTBIQ+ no es ninguna casualidad. Como bien explicó en su día Sietse Bakker, supervisor de eventos del festival europeo: "Muchos de nuestros admiradores más dedicados al certamen y que siguen Eurovisión durante todo el año, pertenecen a la comunidad LGBT y este hecho no ha pasado desapercibido". La espectacularidad, el drama y la exageración que tanto caracterizan al evento se han convertido en una especie de refugio, en un espacio seguro donde la diversidad no solo es aceptada, sino celebrada. Esto no es algo nuevo. Ya en 2007, el profesor Brian Singleton del Trinity College analizaba el fenómeno: "Las diferencias que hacen que Eurovisión sea tan atractiva como el glamour, el espectáculo, etc., son en las que los hombres gays se reconocen para alejarse de las normas de la masculinidad". Desde los 80, los clubes de fans de Eurovisión se han convertido en un punto de encuentro de la comunidad LGTBIQ+, y el Benidorm Fest no ha tardado en seguir ese mismo camino. El Benidorm Fest, un refugio de excentricidad y patriotismo pop A lo largo de los años, Eurovisión ha visto nacer auténticos íconos LGTBIQ+ que han dejado huella en el festival. Desde Dana International, la primera mujer transexual en triunfar en 1999, hasta la reciente victoria de Nemo en 2024, pasando por figuras emblemáticas como Conchita Wurst en 2014 o el carismático grupo drag Verka Serduchka en 2007. Estos artistas no solo han dado actuaciones memorables, sino que han convertido el certamen en un símbolo de diversidad y expresión sin complejos. Eurovisión y el Benidorm Fest funcionan como un terreno neutral donde el absurdo y lo grandilocuente se fusionan con el orgullo nacional. Para muchos, es el único evento anual en el que uno puede gritar "ES-PA-ÑA" sin que las dudas sobre su inclinación política empañen su reputación. Como decía el periodista Peter Rehberg en su ensayo ‘Nacionalidad queer en el festival de Eurovisión’: "El certamen otorga a la comunidad LGTB un derecho patriótico que se le niega en otros campos". La comunidad LGTBIQ+ ha encontrado en estos festivales una forma de vivir el patriotismo sin necesidad de camisetas de la selección o cánticos en un bar. En vez de caras pintadas y gritos de "a por ellos", hay lentejuelas, abanicos y un jurado que siempre parece conspirar contra los favoritos del público. Benidorm Fest: ¿La Super Bowl o el Mundial Gay? No es casualidad que en Reino Unido muchos de los comentaristas de Eurovisión se refieran al festival europeo como "El Mundial Gay". Y es que, con sus votaciones tensas, sus giros inesperados y su sistema de puntos que nadie entiende del todo, Eurovisión y el Benidorm Fest funcionan más como una Copa del Mundo que como un simple festival de música. Mientras en el deporte aún quedan barreras por derribar, Eurovisión y el Benidorm Fest son un campo de juego donde la diversidad es la estrella indiscutible. Es decir, el festival no es solo un concurso de canciones, sino una celebración de la identidad, de la expresión y de la teatralidad. Su exceso, su dramatismo y su mezcla de pomposidad y autoconciencia lo han convertido en el evento perfecto para una audiencia que disfruta del espectáculo en su máxima expresión, celebrando cada nota y cada giro argumental como parte del show. ¿Y las mujeres lesbianas? La otra cara del fenómeno eurovisivo Aunque Eurovisión y el Benidorm Fest se han convertido en símbolos de diversidad y celebración queer, su público está tradicionalmente dominado por hombres. Si algo ha definido a Eurovisión a lo largo de los años es su devoción por el exceso y su capacidad para convertir a cualquier artista en una diva eurovisiva si cumple con los requisitos: voz potente, presencia arrolladora y un vestuario con más brillo que un árbol de Navidad. Pero, ¿dónde quedan las mujeres lesbianas en esta ecuación? Mientras los hombres gays han encontrado en el festival un refugio donde desafiar la masculinidad hegemónica a golpe de pop hiperbólico, las lesbianas han mirado hacia otros territorios musicales. En España y Europa, artistas como Zahara, Vanesa Martín y Alice Wonder, junto a nombres como Russian Red o Anne Clark, han resonado más en la cultura lésbica precisamente porque han apostado por una estética y un discurso menos centrado en la teatralidad extrema y más en la introspección o la rebeldía. Alice Wonder, de hecho, llegó a la final del Benidorm Fest 2023 con una propuesta alejada del clásico espectáculo eurovisivo, apostando por la emoción pura en lugar del artificio. No se trata solo de una cuestión musical, sino también de dinámicas de socialización. Para los hombres gays, Eurovisión ha sido un espacio de encuentro, un espectáculo vibrante donde la heteronormatividad se deshace entre confeti y notas altas. En cambio, muchas lesbianas han encontrado sus propias formas de comunidad en entornos menos ligados al artificio y más a la reivindicación cultural y política. Esto no significa que no haya lesbianas eurofans (que las hay y muchas), pero la narrativa eurovisiva siempre ha estado más alineada con los gustos y códigos del público masculino queer. ¿Podría cambiar esto en el futuro? Quizá cuando Eurovisión y el Benidorm Fest dejen espacio para una diva que, en lugar de levitar, lleve su guitarra y haga temblar el escenario con una voz desgarradora. Una victoria anunciada y una polémica inevitable Pero volvamos a los hechos: Melody ha ganado con Esa Diva. Y mientras algunos celebran su triunfo con la misma pasión con la que se corea un gol en la final del Mundial, otros ya han encontrado motivos para la teoría de la conspiración. Porque si hay algo que nunca falta en el Benidorm Fest es eurodrama. Desde hace días, Twitter (o X, si insistimos en llamarlo así) se ha convertido en un campo de batalla entre los que creen que el televoto fue un fraude, los que claman por la injusticia contra su favorito y los que solo están aquí por los memes. Al fin y al cabo, nada dice más de Eurovisión y su preselección que una buena polémica. Y ahora, con Melody como representante, la pregunta no es si ganaremos Eurovisión, sino si la polémica de este año será más épica que la del anterior. De momento, solo hay una cosa segura: los abanicos seguirán ondeando, la purpurina seguirá cayendo y el Benidorm Fest volverá a ser, el año que viene, el espectáculo donde el drama es un género musical más, la brillantina es moneda de cambio y la conspiranoia un deporte nacional.

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