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  • Antonio de la Torre, el intérprete con más nominaciones en los Goya: "Los actores estamos en la luz, pero no somos la luz"

    » Diario Cordoba

    Fecha: 04/02/2025 13:04

    Candidato al Goya al mejor actor de reparto por su trabajo en 'Los destellos', Antonio de la Torre (Málaga, 1968) suma ya 15 nominaciones y aventaja en una a Penélope Cruz. El eterno finalista solo se ha llevado el premio a casa en dos ocasiones: en 2007, por 'AzulOscuroCasiNegro', y en 2019, por 'El reino'. -Haberse convertido en el intérprete con más nominaciones en la historia de los premios, ¿tiene algún significado especial para usted? -Hombre, es un honor. En algo tenía que ganar, ¿no? Puedo decir que he sido un gran Poulidor [en alusión al ciclista francés Raymond Poulidor, el 'eterno segundo']. Un segundón, sí, pero el mejor segundón. Bueno, eso tampoco es así. Yo estoy dentro de ese 8% de los actores que tienen trabajo regularmente y eso ya es un triunfo enorme. Y estar ahí nominado está muy bien, mola. Luego llega la noche de los Goya y gana otro, pero hasta entonces has estado ahí, ha salido tu nombre, te han hecho entrevistas, han sucedido cosas. Estar nominado te coloca en el escaparate y, al final, esto va de eso, de obtener visibilidad. Yo, con 15 nominaciones, no me puedo considerar más visibilizado. -En retrospectiva, ganar el Goya con su primera nominación [por 'AzulOscuroCasiNegro'], ¿lo ve como un golpe de fortuna o alimentó falsas expectativas sobre lo que iba a ser su carrera? -Fue una suerte inmensa. Ese año estaban nominados Juan Echanove, Leonardo Sbaraglia y Juan Diego Botto, y yo pensaba: "Tres actores de verdad y yo. Ni de coña me lo van a dar". Y como en la fiesta de los nominados te dan un diploma, me llevé el diploma para hacerme fotos, y así poder demostrar años después que había estado nominado. Cuando gané, me fui con la sensación de 'una y no más, Santo Tomás'. Estaba convencido de que eso era lo máximo a lo que yo iba a llegar en mi carrera, y ya me parecía mucho. Luego uno se va acostumbrando, porque la vida es así, para bien y para mal. Te vas colocando, te van nominando y ya te empiezas a creer que sí, que estás ahí. Pero aquella primera vez fue un sueño. Ojalá todos mis compañeros pudieran vivir algo así. Desgraciadamente, ocurre en muy pocos casos. -¿Se acostumbra uno a estar nominado y perder? -Al final es una cuestión de expectativas. Hay veces que tienes claro que no va a pasar, piensas "si está Bardem se lo van a dar a él" y tal, y ya vas tranquilo, pero luego viene alguien y te come la cabeza el día antes y... Yo qué sé, somos humanos… En mi caso ha habido de todo. Y solo he ganado dos veces. La primera, ya te lo he dicho, no tenía casi ninguna expectativa y salió. Y el año de 'El reino' parecía como muy claro. Pero hay que quitarle importancia. Son votos que hacen los compañeros y eso es algo muy subjetivo. Lo sensato y lo maduro es tomártelo como lo que es, un juego. Aunque, bueno, ya sé que después hay intereses y consecuencias y las películas se benefician del premio y tu carrera, también, y en ese sentido es importante, pero siempre hay que verlo con deportividad. -Hace dos años no estaba nominado y acabó presentando la gala. ¿Sin usted no hay premios Goya? -Eso es lo que yo les decía en broma: "Oye, ya que no estoy nominado, pues presento". No, a ver, me ofrecieron presentar y… Te voy a contar una anécdota. Yo interpreté a Pepe Mujica [en 'La noche de 12 años'] y, cuando lo fuimos a ver, el director [Álvaro Brechner] me presentó: "Mira, este es el actor que va a hacer de ti". Y Mujica puso cara de nada y dijo: "Alguien tiene que hacerlo". Pues cuando me ofrecieron presentar los Goya, primero me sentí honrado, porque no deja de ser que te reconozcan los galones, y luego pensé: "Alguien tiene que hacerlo". A mí los académicos me han dado mucho: reconocimiento, prestigio, cariño… Así que me tocaba dar el callo. Ya sé que todo el mundo dice que presentar la gala es un marrón y no sé qué. Pero yo soy académico, soy miembro del club, y pensé: "Voy a echar un cable". Qué menos, con todo lo que me ha dado el cine español. Lo último que tocaba era pensar que igual iba a quedar mal o iba a hacer el ridículo. Más allá de que luego te gustara más o menos, me siento orgulloso de haberlo hecho. La patria me llamaba y yo respondí. Bueno, no sé si este último comentario me representa mucho pero vale como metáfora [risas]. "De las películas, con lo que me quedo es con lo aprendido, no con lo mostrado" -Interpretar un personaje como el Ramón de 'Los destellos', un hombre que se sabe a punto de morir, ¿le deja huella después en su vida personal? -Hay mucho mito en esa idea del actor que no puede desprenderse de sus personajes. Este es un trabajo que, sí, te lo tomas en serio y te lo llevas a casa y piensas en él, pero también un maestro se lleva los exámenes a casa, ¿no? Hombre, luego hay cosas como lo físico. A mí, después del rodaje de 'Los destellos', me costó un tiempo volver a mi peso normal. Y ahora tengo que llevar sombrero porque el personaje de la película que estoy haciendo ['Sacamantecas'] tiene una cosa en la cabeza. Pero en otros aspectos es un curro como cualquier otro. Creo que lo que sobre todo te marca es la experiencia. De las películas, con lo que me quedo es con lo aprendido, no con lo mostrado. Los actores estamos en la luz, pero no somos la luz. Somos interesantes en la medida en que servimos a historias que son interesantes. Nosotros somos un mojón. -Hay muchos grandes actores que acaban convirtiéndose en una marca. ¿Le asusta que pueda llegar el momento en que Antonio de la Torre haga de Antonio de la Torre? -El 'delatorrismo', ¿eh? Como el landismo. Bah, qué más quisiera yo que llegar a ese nivel. No, yo intento humildemente evitar hacer de Antonio de la Torre, pero no puedo controlar lo que los demás digan de mí. Y si la gente empieza a decir de mí que me repito, pues será que no habré conseguido lo que pretendía. -¿No repetirse es el principal reto de un actor? -El principal reto es vivir de esto, que es algo que no pueden hacer el 92% de mis compañeros. Y luego estamos el 8% de privilegiados que podemos decir que aspiramos a no repetirnos y cosas así. "Que un artista, de la índole que sea, se pronuncie políticamente me parece casi inevitable" -Los precedentes de los premios Gaudí y Feroz parecen sugerir que la reivindicación política y social volverá a estar presente este año en la gala de los Goya. ¿Le complace? -No me lo he planteado mucho, pero, ¿para qué sirve el arte, si no? El artista debe estar comprometido con el arte, con la vida... El artista ha de ser político. Cuando dices esto, parece que estés pidiendo al artista que te diga a quién votar, y no es eso para nada. El acto de vida moderno y civilizado es político. La política es cómo la gente se organiza la vida en sociedad; por tanto, si vives en sociedad, inevitablemente eres político. Vivir en sociedad y declararse apolítico es un oximoron. Y pienso que el arte tiene un compromiso con la sociedad. Que un artista, de la índole que sea, se pronuncie políticamente, me parece casi inevitable. Por otro lado, en esta época de redes sociales, la posible repercusión que pueda tener lo que decimos los actores se ha diluido mucho. Aunque yo gane el Goya y pueda decir no sé qué, seguro que hay gente en Instagram que llega a mucha más gente. Así que déjame al menos opinar. -Siempre habrá alguien esperando a ver qué dice para darle palos. -Recomiendo a cualquier ser humano que no espere nada de mí, ni bueno ni malo, para no llevarse una decepción.

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