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» Derf
Fecha: 04/02/2025 12:36
Un preso rosarino alojado en la cárcel de Coronda sumó imputaciones por haber extorsionado a comerciantes con quienes se comunicaba a través de un celular. Los hechos, que quedaron en grado de tentativa, se registraron entre noviembre del año pasado y comienzos de 2025. También fue imputada la pareja del interno, quien fue allanada y detenida días atrás en el barrio Las Flores . Según la investigación, la mujer proporcionó datos e incluso filmaciones de una de las víctimas para que el recluso realizara las extorsiones, con la particularidad de que el blanco del apriete era un quiosquero que tiene un humilde local en una zona postergada del sur rosarino. El preso imputado ante la jueza Melania Carrara fue identificado como Nicolás Emanuel Amarilla (26), quien purga una condena unificada a seis años de prisión efectiva impuesta en agosto de 2023. El problema del “call center” en la Cárcel de Coronda Su caso volvió a poner sobre el tapete el problema del “call center” carcelario, esta vez desde la cárcel de Coronda, en cuyos pabellones surgieron en los últimos años decenas de legajos penales por instigación de delitos. El 26 de octubre, un hombre que alquila autos y posee un local en barrio Belgrano recibió un llamado en nombre de “la mafia”, en el cual, entre varios improperios, le exigieron 10 mil dólares para trabajar tranquilo. Además, desde el mismo número enviaron a WhatsApp un video del frente del local para darle mayor peso a las amenazas. El 18 de noviembre, una pareja que tiene un quiosco en el corazón de barrio Las Flores Sur recibió una llamada por línea común. “Ahí tengo los pibitos fuera de tu casa”, le dijeron al quiosquero para intentar arrancarle entre 100 y 200 mil pesos en concepto de “protección”. La fiscalía afirmó que el preso Amarilla tenía datos precisos de las víctimas gracias a Yoana Fernández, su pareja, quien antes de ser detenida vivía cerca del local. Además, el recluso echó mano a varios clichés de la criminalidad rosarina, como la invocación a ser “gente de Los Monos”, e incluso llegó a inventar que el quiosquero se había “zarpado” previamente con su mujer para justificar el apriete. Otra extorsión ocurrió el 1 de diciembre, cuando una mujer con domicilio en Ludueña atendió su celular y recibió amenazas de Amarilla, quien fingiendo ser miembro de una banda barrial identificada con Los Monos le espetó: “Van a tener que empezar a pagar, re corta. Ustedes están en la zona de nosotros, Ludueña es de nosotros, ustedes lo saben muy bien”. Sin embargo, la mujer le cortó la llamada. La última llamada extorsiva data del 23 de enero, cuando Amarilla amenazó a un comerciante de Funes y le recriminó el supuesto despido de su pareja. La causa quedó caratulada como amenazas simples, ya que no hubo exigencias de dinero. Este viernes, al imputar a Amarilla y a Fernández, el fiscal Rébola presentó escuchas telefónicas, entrecruzamientos de información y entrevistas como evidencia. A su vez, pidió que Amarilla sea trasladado a la cárcel de Piñero, donde en teoría los controles son más estrictos y hay inhibidores de señal. El recluso fue imputado por las extorsiones en grado de tentativa y amenazas simples calificadas por ser anónimas. La jueza Carrara validó el trámite y dictó prisión preventiva sin plazos, más allá de la condena que actualmente purga el imputado. La mujer, Yoana Fernández, también quedó detenida por el plazo de ley bajo el cargo de extorsión en tentativa.
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