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» Comercio y Justicia
Fecha: 04/02/2025 10:42
La ex vocal del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) y delegada de AMJA en Córdoba cuestionó la postura gubernamental de eliminar esa figura del Código Penal y advirtió que esta medida va en contra de la Constitución y los derechos humanos internacionales. “No podemos dar marcha atrás porque sería violar la Constitución Nacional”, subrayó Por Carolina Klepp Las recientes declaraciones del presidente Javier Milei en el Foro de Davos, donde calificó la perspectiva de género como una imposición colectivista, y la intención del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, de eliminar la figura del femicidio del Código Penal han encendido un fuerte debate en la sociedad argentina. Mientras el Gobierno avanza en su agenda de desregulación y recorte de políticas de género, el rechazo no tardó en manifestarse en las calles. Este fin de semana, miles de personas marcharon en distintas ciudades del país en defensa de los derechos conquistados, denunciando el desmantelamiento de programas de protección y prevención de la violencia de género. En este contexto, la ex vocal del TSJ y delegada de la Asociación de Mujeres Jueces de Argentina en Córdoba, María Esther Cafure de Battistelli, fue crítica ante el tema. En dialogó con Comercio y Justicia, se preguntó “¿cuál es el propósito de esta lucha por calificar de ‘ideología de género’ a algo que es una realidad? Realmente me sorprende”. Realizó un análisis agudo del impacto de estos discursos y medidas bajo análisis, la vigencia de los compromisos internacionales asumidos por el país y el riesgo de retroceso en políticas públicas fundamentales. “Me sorprende el haber puesto en discusión aspectos que ya fueron discutidos en oportunidad de la sanción de estas leyes y que forman los antecedentes de toda la legislación existente, y aun de la Convenciones Internacionales. Todos esos antecedentes parecen ignorarlos y como si nunca se hubiesen tenido en cuenta. El poner en discusión esta temática es volver a poner en discusión aspectos que creía que Argentina había superado”, subrayó. – ¿Qué opinión tiene sobre la postura del Gobierno nacional, que califica las cuestiones de género como “ideología de género”? – No podemos hablar de “ideología de género” porque hablar de ello es como si se hablara de algo abstracto, creado por alguien para conseguir algún propósito o algún fin, y no es así la cosa. Toda la cuestión de género está fundada en hechos reales, en situaciones existentes, no en ninguna ideología ni en ningún invento. La situación de la mujer no había sido considerada durante mucho tiempo. Ni siquiera en la primera Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, porque en esa primera declaración que abarcaría a todos, sólo abarcó a los varones y no a las mujeres. La segunda Convención Internacional de los Derechos Humanos de las Mujeres (Cedaw, por sus siglas en inglés) -en 1979- es la que viene a poner sobre la mesa este problema, es decir, los derechos humanos de las mujeres existen y deben ser respetados. Anteriormente, no habían sido respetados porque todo era discriminación y privación de derechos. A esa convención adhirió el Estado argentino en ese momento y posteriormente lo incorpora a la Constitución Nacional, o sea que toda esta discusión planteada hoy es contra el texto constitucional, porque todas las convenciones internacionales -tanto Cedaw como la Convención Internacional de los Derechos Humanos- forman parte de la Constitución Nacional. No hay ideología de género sino el reconocimiento de una situación estructural en que la mujer estaba excluida en el ejercicio de ciertos derechos. – El Gobierno nacional puso en agenda pública su argumento referido al concepto de igualdad de varones y mujeres ante la ley. ¿Qué opina al respecto? – Este concepto de igualdad ante la ley ya se discutió cuando se sancionó la ley y se modificó el Código Penal; no es nuevo, y eso lo han discutido aun los penalistas. No hay ninguna desigualdad en sancionar la ley con relación a la situación de la mujer, porque lo que se está reconociendo es que la mujer en relación al varón se encuentra estructuralmente en una situación de sometimiento. No es una situación inventada, es una situación real y reconocida en el mundo entero. En consecuencia, no pueden ser tratadas en la misma forma situaciones que son diferentes. No hay ninguna violación de la igualdad, todo lo contrario: en todos los supuestos en que un hombre mate a una mujer en una situación de violencia de género, será aplicada la figura del femicidio. La figura del femicidio hoy está consagrada en distintos códigos penales, es decir, no es solamente patrimonio de la República Argentina. No podemos dar marcha atrás porque sería violar la Constitución Nacional, y mientras la Constitución esté vigente no se puede dar marcha atrás con leyes cuyas esencias están consagradas en la propia Constitución. Y más: están consagradas en el Código Civil y Comercial reformado que hace de los tratados, entre los que están Cedaw y Convención de Belém do Pará (Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y erradicar la Violencia contra la Mujer), fuente de interpretación de la ley. En consecuencia, no se puede retroceder en el femicidio cuando tenemos esas normas incorporadas a la Constitución en cuanto a la protección que debe darse a la mujer. Existe el principio de no regresividad en materia de derechos humanos, es decir, cuando se progresa en esa materia no se puede volver atrás. Y el mundo se ha movilizado con relación a esto. Si suprimida la exclavitud viniera otro gobierno y dijera “voy a poner la esclavitud”, entonces no habríamos nunca conquistado el progreso en materia de derechos humanos. -¿Qué reflexión le ha generado el tema? – Que todas las mujeres pongamos sobre la mesa el pensamiento con relación a todas las mujeres que siguen sufriendo la violencia estructural por parte del varón. Violencia que no es solo golpes sino que son violencias psicológicas y económicas. Son mujeres, son nuestras hermanas, y las que estamos bien, y las que hemos llegado a determinada posición social, tenemos que defenderlas y luchar por ellas que no tienen voz.
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