02/02/2025 09:54
02/02/2025 09:53
02/02/2025 09:52
02/02/2025 09:51
02/02/2025 09:49
02/02/2025 09:48
02/02/2025 09:47
02/02/2025 09:46
02/02/2025 09:46
02/02/2025 09:45
» Elterritorio
Fecha: 02/02/2025 07:01
domingo 02 de febrero de 2025 | 6:00hs. Imagen referencial. Este artículo no es real, salvo que, al llegar a la última línea de esta columna, estimado lector, usted se lo crea. A fines de los 1990 y principios de este siglo estuvo de moda una especie de revisionismo histórico sobre la argentinidad, no solo de los hombres y mujeres que hicieron este país, sino de la naturaleza, del ADN, del ser argentino, de su idiosincrasia. Así por ejemplo aparecieron libros de Pacho O'Donnell (Breve historia argentina); Tulio Halperin Donghi (La república imposible) y de Jorge Lanata (Argentinos I y II, ADN mapa genético de los defectos argentinos), entre otros. En esa carrera por encontrarle una vuelta al ser argentino, apareció un libro del antropólogo Alejandro Grimson titulado "Mitomonías argentinas". En la obra Grimson, apoyado en su formación académica, analiza las distintas mentiras que de tanto repetirse, terminaron transformándose en sentencias, que generaron explicaciones erróneas, que luego se trasladaron activamente a prácticas económicas, cívicas y políticas en la historia nacional. Ejemplos de mitos patrios conocidos que cita y analiza el autor: Argentina es un país europeo, Todo tiempo pasado fue mejor, Hay dos Argentina, En este país el único que paga los impuestos soy yo, Argentina, granero del mundo… Pero hay un capítulo completo que parece el diario de mañana, lleva por título Mitos sobre el estado bobo (lo que sigue es textual): "El estado está en proceso de desaparición; El Estado no puede administrar empresas eficientemente; Lo privado funciona, lo público está descuidado; Tendríamos que imitar a los países a los que les va bien; y Necesitamos reglas claras si queremos que las empresas prosperen". Enunciados muy conocidos en estos tiempos. El tema es que el libro es del 2012 y ya eran mitos de décadas del siglo pasado. Es interesante cómo Grimson, doctorado en Antropología en la Universidad de Brasilia, desarma estos enunciados. Por ejemplo, cuando se dijo "hay que achicar el estado", lo que se hizo en realidad fue derivar fondos de un sector hacia otro. Un ejemplo muy actual: se restaron dinero a la salud y a la educación pública para derivarlo en reequipamiento de las fuerzas de seguridad y equipamiento militar (se equiparon con modernas armas a las fuerzas policiales y se compraron 24 aviones de combate F-16 cuando no hay conflicto a la vista). El estado se achicó en algunas cuestiones, pero creció en otras, como por ejemplo lo que tiene que ver con controlar, reprimir, las manifestaciones sociales. Otro mito: "La incapacidad del Estado para administrar empresas". Hay muchos ejemplos en el mundo de empresas exitosas, pero Grimson recurre a un caso cercano, Petrobras, la estatal brasileña fundada en 1953 y que es líder en su sector. Sin ir más lejos, nuestra YPF es actualmente la principal generadora de ingresos de dólares a la economía nacional. En el debate sobre el papel del Estado en la economía, un mito recurrente es la idea del "estado bobo" o la supuesta incapacidad intrínseca de los gobiernos para administrar empresas de manera eficiente. Este concepto, promovido por sectores que abogan por un mercado completamente libre, sugiere que la intervención estatal está condenada al fracaso debido a la burocracia, la corrupción o la falta de incentivos. Sin embargo, este enfoque simplista pasa por alto numerosos ejemplos históricos y contemporáneos que demuestran lo contrario, así como el papel esencial del Estado en el desarrollo de las sociedades modernas. El discurso del "estado bobo" es utilizado como argumento para justificar privatizaciones o recortes en los servicios públicos, sin considerar las consecuencias a largo plazo. Si bien es cierto que el sector público puede enfrentar desafíos como la corrupción o la ineficiencia, también es verdad que estas problemáticas no son exclusivas del Estado; el sector privado no está exento de escándalos financieros o conductas antiéticas. La experiencia demuestra que el éxito o fracaso de una empresa estatal no depende exclusivamente de su naturaleza pública o privada, sino de factores como la gobernanza, la transparencia y la capacidad de gestión. "Los mitos son así: pase lo que pase siempre estamos diciendo exactamente lo mismo. Son resistentes a la realidad. Su potencia nace de que son indiscutibles. Son verdades: puras, absolutas, cristalinas", dice Grimson antes de dejar esta advertencia: "Vivir en un reino de mitos puede resultar hasta inocente, el tema es cuando se los usa maquiavélicamente".
Ver noticia original