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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 02/02/2025 05:17
José de San Martín Así lo define el poeta Olegario V. Andrade al Libertador en El Nido de Cóndores. El presente mes está ligado a tres grandes acontecimientos en la vida del general José de San Martín. El 25 de febrero de 1778 nació en Yapeyú (Corrientes). Excepto sus primeros años, manifestó: “Yo serví en el ejército español, en la Península, desde la edad de trece a treinta y cuatro años, hasta el grado de teniente coronel de Caballería”. Participó en decenas de batallas, destacándose en las de Arjonilla y Bailén, y fue prisionero de guerra en dos oportunidades. En 1812 regresó, y según sus palabras: “En América, mi primer paso era hacer declarar la independencia y crearles una fuerza militar propia que la asegurase (Otero, José Pacífico, Historia del Libertador, tomo VIII, Pág 73). Junto con Manuel Belgrano lograría ese objetivo el 9 de julio de 1816. El 3 de febrero de 1813 libró en San Lorenzo (Santa Fe) el emblemático y único combate en nuestro país: una carga de 130 granaderos que duró quince minutos. San Martín fue ascendido a coronel y nombrado Comandante del disperso Ejército del Norte en Tucumán, después de las derrotas de Belgrano en Vilcapugio y Ayohuma, en 1813. En 1814, expresó: “La Patria no hará otro camino por este lado del Norte que una guerra defensiva”. Y concibió su Plan Continental, genial concepción estratégica: actitud defensiva de contención con pequeños y ágiles efectivos (gauchos de Güemes) en la frontera norte, llevando su centro de gravedad ofensivo a través de los Andes hacia Chile, y desde allí una operación anfibia al Perú, centro del poder español en América. Bartolomé Mitre, escribió: ”El paso de los Andes es, como combinación estratégica, un compuesto de atrevimiento, de observación y de cálculo, que en su conjunto asombra, y analizado, se admira y se impone por lo concreto de su concepción y la exactitud de su ejecución”( Historia de San Martín-Ed. Peuser, Pág.350). Para Otero: “La Patria ignoraba los caminos para llegar al triunfo, pero San Martín los descubrió, y uniendo lo político con lo militar, aliando lo argentino con lo chileno, se reveló el primero de los Capitanes y el primero de los políticos del Continente”.( O.C. Vol.1. p. 283). El 12 de febrero de 1817, en la cuesta de Chacabuco (Chile), San Martín derrotó a fuerzas españolas superiores e inició la Guerra de la Independencia, que continuaría con la batalla y triunfo de Maipú el 5 de abril de 1818 que consolidó la independencia de Chile. Es interesante la reflexión de Rodolfo Terragno: “Es fácil realizar grandes campañas sobre un mapa. En cambio, hace falta un formidable genio organizativo para llevar a cabo una campaña de la magnitud de la realizada por San Martín: Cruzó con un ejército precario, una de las cadenas montañosas más altas de la Tierra, sorprendió y derrotó a un ejército superior, armó una flota de la nada y obligó al poderoso poder colonial español a entregar Lima sin lucha” (Maitland y San Martín, Pág.230). Sus tropas, combatieron en 1822 en Ecuador en las batallas de Río Bamba y Pichincha; y en Perú en 1824 en las de Junín y Ayacucho. En doce años (1812-1824) presionó por la declaración de nuestra independencia, contribuyó a la de Chile, proclamó la de Perú, gobernó ese país y concretó su excepcional campaña militar. Siempre privilegió propósitos militares y políticos. Soportó estoicamente persecución y difamaciones en su patria, fue llamado: traidor y espía inglés, ambicioso, cobarde y corrupto. Nunca devolvió agravios. En sus últimos veintiséis años de vida optó por un voluntario exilio en Bélgica y Francia. Cruce de los Andes En 1819, en Chile, desobedeció la orden del Directorio de Buenos Aires de concurrir con su Ejército a someter a Santa Fe y demás provincias que hacían la guerra a las autoridades nacionales. San Martín justificó así su proceder: ”Yo había visto que los mejores jefes, como las mejores tropas, se habían desmoralizado y perdido en la guerra de desorden que era necesario hacer; y sobre todo en el desquicio general en que las cosas se hallaban. Belgrano mismo no había podido evitar la sublevación de todo su ejército, y era para mí evidente que, bajando yo con las divisiones del mío, muy pronto habría corrido la misma suerte; al paso que el prestigio de mi nombre, que invocaba el Directorio, si algo servía contra la guerra contra los españoles, ningún efecto habría tenido en las discusiones civiles (…) Bajar a Buenos Aires con el Ejército era renunciar a la campaña del Perú, perder las divisiones, sin la probabilidad de ser útil a la causa por la que se me llamaba (…) Sé que la Logia nunca me perdonó mi conducta, pero si hubiera ido a Buenos Aires el Plan Continental habría fracasado y la Guerra de la Independencia no hubiera terminado tan pronto” (Busaniche, José, San Martín visto por sus contemporáneos.Pág.320-321). ¡Genial desobediencia! El Libertador fue un profesional militar a la europea, con visión política y humanística. Con igual facilidad hablaba el francés, el inglés y el italiano. Conocía las campañas de Aníbal y de Julio César, pero quizás influyeron más en él las de Napoleón y Wellington. En la concepción de su Plan Continental fue un estratega, en la conducción de las batallas de Chacabuco y de Maipú un táctico. Como buen ajedrecista nunca se le fue de las manos la iniciativa, tampoco el empleo de los que hoy conocemos como aproximación indirecta y acción psicológica. Exigía una disciplina acorde con la dignidad del soldado y ejerció un mando firme, equilibrado y respetuoso. Su carácter era recio cuando la situación lo imponía; el coronel Manuel Dorrego lo comprobó en 1814, en Tucumán, cuando en una reunión de oficiales convocada para unificar voces de mando, pretendió burlarse del tono de voz del general Belgrano. San Martín nos legó sólidos aforismos que nunca perdieron vigencia: “La Patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes, ni les da las armas para que cometa la bajeza de abusar de estas ventajas, ofendiendo a los ciudadanos con cuyos sacrificios se sostiene” (Proclama al Ejército de los Andes, septiembre de 1816). En 1846, en carta a un amigo, desde Francia, expresó: “El mejor gobierno no es el más liberal en sus principios, sino aquel que hace la felicidad de los que obedecen, empleando los medios adecuados a este fin” (Guzmán, Carlos, San Martín 1824-1850, Círculo Militar, Pág.159). Siempre evidenció moderación, generosidad y humanidad, aún con sus enemigos.
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