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Concepcion del Uruguay » Miercoles Digital
Fecha: 01/02/2025 16:44
La historia del árbitro entrerriano que dirigió un partido a caballo y ¡con una fusta! En su pueblo natal hizo durante su niñez las tareas rurales que le tocaban, pero también fue allí donde comenzó su lucha junto a sus vecinos por la reivindicación de los pequeños productores. No en defensa de los grandes terratenientes ni acaudalados estancieros, sino de los pequeños y medianos trabajadores de la tierra. En su honor, la filial Viale de Federación Agraria Argentina lleva su nombre. Por FABRICIO BOVIER (*) Cada tanto, la historia de nuestro fútbol chacarero nos brinda datos pintorescos que describen hechos y costumbres de nuestra gente. El caso que hoy rescatamos sucedió hace más de medio siglo, cuando un árbitro tuvo que dirigir un partido de fútbol a caballo. ¿Cómo? Si, a caballo y con una fusta en la mano. Sucedió en la zona rural de El Ramblón, Departamento Paraná. El protagonista de semejante historia fue Mateo Bruno, un hombre que antes de ser adulto ya presentaba claras evidencias que sería un tipo distinto. Y así fue. Desde muy joven participó de las luchas agrarias y tomó intervención en distintos reclamos agropecuarios. Su objetivo no era defender a los dueños de las grandes extensiones de tierra: Su meta era mostrar las desigualdades que vivían los pequeños productores rurales y trabajadores del campo. Mateo tenía dos grandes pasiones: el fútbol y la política. La pelota era su musa inspiradora. Durante años, fue jugador primero, y Técnico más tarde de su querido club de campo «Sacachispas», ubicado en el Distrito Quebracho. También se hizo hincha fanático del Club Atlético Arsenal de Viale, donde fue Director Técnico. Lo mismo ocurriría tiempo después con el Club Tabossi, que por entonces se llamaba «Los Chacareros». El muchacho que quería estudiar Mateo Carlos Norberto Bruno nació el 8 de junio de 1939. Hijo de Carlos Bruno y Haydeé Brasseur, se casó con Carmen Solaro en 1965, con quien tuvo cuatro hijos. Desde muy pequeño se dedicó al trabajo rural. Fue el más grande de seis hermanos y siempre soñó con seguir los estudios secundarios. Sin embargo, su condición de hermano mayor no se lo permitió. En varias oportunidades, ofició de árbitro en los campeonatos de campo que se realizaban en la zona. Era conocido por su carácter implacable a la hora de realizar dicha tarea. Según cuentan algunos testigos de aquellos partidos, en un torneo que se disputaba en la Escuela N° 64 de El Ramblón, los equipos a enfrentarse eran tan temerarios, que no había quien se animase a oficiar de árbitro. Por ello, alguien convocó a Mateo Carlos Bruno. El hombre aceptó, pero con una única condición: Para dirigir ese partido, lo haría montado en su caballo y con una fusta en la mano… Ante el desconcierto de los organizadores, había que tomar una decisión. El partido ya estaba retrasado y como la tarde comenzaba a dar paso al anochecer, había que decidirse. Así, ante las caras de sorpresa de más de uno y el asombro de los propios jugadores, al cabo de unos minutos el árbitro ingresó a la cancha, ¡con fusta y a caballo! El partido, que en la previa muchos imaginaron de gran tensión y hasta con posibilidad de una batalla campal, se desarrolló casi en absoluta normalidad. No había lugar a dudas: Los fanáticos que estaban afuera de la cancha pero -sobre todo-, los jugadores adentro del campo de juego, entendieron el mensaje clarito de ese hombre llamado Mateo Bruno. Así, el partido se logró disputar sin ningún tipo de enfrentamiento que pase a mayores. El hombre que salió del individualismo ¿Quién fue este chacarero al que los productores lo recuerdan como «hombre rudo de a ratos y manso para el consejo sabio». Bruno nació en el distrito Quebracho. Allí, en su pago chico, hizo durante su niñez las tareas rurales, pero también fue allí donde comenzó su lucha junto a sus vecinos por la reivindicación de los pequeños productores. No en defensa de los grandes terratenientes ni acaudalados estancieros, sino de los pequeños y medianos trabajadores de la tierra. En su honor, la filial Viale de Federación Agraria Argentina lleva su nombre. Un antecedente en el país El único antecedente que hemos encontrado en el fútbol argentino donde un árbitro dirigió un partido a caballo, ocurrió en 1925 en el barrio El Abrojal, de Córdoba. Allí, Vélez y Peñarol disputaban la final del torneo de Segunda División de la Liga Cordobesa. Según escribió Juanma Velasco, el que ganaba aquel partido, ascendía a Primera División. Fue tan complicado el encuentro y tan riesgosa la actitud de los hinchas que querían invadir el campo de juego, que el árbitro Carlos Libertario Linossi (al igual que nuestro Mateo), no tuvo más remedio que impartir justicia. Pero, claro está, montado a su caballo. (*) Artículo publicado en Análisis. Esta nota es posible gracias al aporte de nuestros lectores Sumate a la comunidad El Miércoles mediante un aporte económico mensual para que podamos seguir haciendo periodismo libre, cooperativo, sin condicionantes y autogestivo. Deja tu comentario comentarios
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