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  • La verdad y el bien común

    » Diario Cordoba

    Fecha: 31/01/2025 15:10

    En la semana que recordamos la barbarie del holocausto nazi y la sinrazón de Auschwitz y otros tantos campos de concentración y exterminio, y rememoramos dónde pueden llevarnos los populismo más sectarios y supremacistas que, no lo olvidemos, siguen hoy vigentes entre nosotros y se ciernen con piel de cordero salvador como una amenaza a nuestras conquistas y libertades, emerge con luz propia la figura de Tomás de Aquino en el octavo centenario de su nacimiento. El dominico que defendió la razón y la palabra por encima de la fuerza, que compatibilizó el pensamiento de Aristóteles introduciéndolo en la escolástica, incorporándolo al acervo cultural del cristianismo en la noche medieval. Discípulo de Alberto Magno y autor de la Suma Teológica, su obra y su legado intelectual y filosófico es ingente. Por eso la Universidad lo toma como patrón y referente, en una tarea que adquiere hoy especial significado e ilumina a toda la sociedad. De un lado, por la búsqueda de la verdad en tiempos de relativismo y posverdad. Tomás fue un teólogo libre, abierto al diálogo con las mejores aportaciones culturales y científicas de su tiempo, incluidos Averroes y Maimónides. Tiene el mejor de los fundamentos: la búsqueda de la verdad sin condiciones ni adornos, sin paliativos ni excusas. De otro lado, la importancia del conocimiento en un sentido profundo y global, más allá de lo que captan los sentidos, enriquecido con el entendimiento propio de la razón que distingue al ser humano. La excelencia como camino y estandarte que debe enarbolar nuestra comunidad científica y debiera ser hoja de ruta de los responsables públicos. En tercer lugar, el destacado papel del bien común, ese que tiene un contenido ético y que se sitúa por encima del bien particular de cada persona. La necesidad de vivir hoy, en nuestra sociedad actual desde la doctrina sobre el bien común que Tomás de Aquino expone, nos llevaría seguramente a un orden nuevo, donde no tendríamos que hablar de países del Norte y países del Sur. Sería impensable mantener el pago de la deuda externa, pues nadie puede pagar a costa de su dignidad o de su vida, ya que los bienes de la tierra tienen como fin primero el bien común, que es uno de los fundamentos filosóficos de la moral social. Finalmente, comparte con Aristóteles el principio de que el fin último del hombre es la felicidad, y no de cualquier clase ni este sucedáneo de consumismo con el que nos conformamos en una espiral interminable. Las normas morales se basan en la naturaleza humana, y el conocimiento de esta será el punto de partida para la formulación de aquéllas. El compendio de la ética, para el erudito calabrés, es el amor al prójimo, que es querer el bien de todo hombre. Otros artículos de Francisco García-Calabrés Cobo Tormenta de verano Sintiendo Andalucía Tormenta de verano Manos a la obra Tormenta de verano La octava isla Quizás no esté tan de moda como la inteligencia artificial, ni cotiza en bolsa, pero tendría que ser de obligado cumplimiento volver a leer a Aristóteles y a Tomás de Aquino entre otros, y de seguro que el mundo se movería con mejores valores y principios que harían del planeta un lugar más habitable .

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