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» La Capital
Fecha: 31/01/2025 11:36
Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. O al menos eso dice la famosa frase de atribución difusa. El escritor Michel Nieva parte de la materialización de esa idea en los proyectos hiperbólicos de los billonarios tecnológicos como Elon Musk, que se proyectan más allá apocalipsis, para esbozar su concepto de “ Ciencia ficción capitalista” , el cual desarolla en el así titulado libro de ensayos, publicado en diciembre de 2024 por Anagrama. Este viernes 31, a las 19, llega a Rosario para presentarlo en Mal de Archivo (Urquiza 1613), en conversación con Ezequiel Gatto. Con apenas 36 años, Nieva tiene un largo recorrido como autor. En el último tiempo, se consagró como una de las voces más resonantes de la literatura en español, por la originalidad de sus ideas y la precisión de su tono: desarrolla con lucidez y frescura imaginarios terribles, de manera fáctica pero nunca solemne, siempre entretenido y hasta divertido. Con sus obras “¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos?” (2013), “Tecnología y Barbarie: ocho ensayos sobre monos, virus, bacterias, escritura no humana y ciencia ficción” (2020), configuró la noción de ciencia ficción gaucho-punk, que propone una versión situada, crítica, e informada por los relatos fundacionales nacionales, del cyberpunk. Su última novela, “La infancia del mundo” (2023, Anagrama), tiene lugar en el año 2197 en el Caribe Pampeano, el territorio tropical en el que se transformó la provincia argentina después que medio país quedara bajo el agua por el colapso climático. Los más ricos (ese famoso 1%) huyeron del planeta mientras en la Tierra el capitalismo profundiza las diferencias de condiciones de ida entre los humanos, y las pandemias cotizan en bolsa. En ese mundo, el “Niño Dengue”, un mutante oriundo de las orillas pampeanas, inicia un camino de descubrimiento. En diálogo con La Capital, Michel asegura que piensa a sus distintos registros literarios “de forma complementaria” y como parte de un mismo proyecto, en el “uno es un pensamiento de la ficción, y el otro es una ficción del pensamiento”. De esta manera, muchos de los conceptos de “Ciencia ficción capitalista” se desprenden de imágenes que ya se encontraban en “La infancia del mundo". “Cuando empecé a escribir ese libro, que plantea un posible fin del planeta, me encontré con que todos los libros, o producciones culturales que tienen que ver con el fin del mundo, compartían no sólo el fin de la vida sino también el fin de la imaginación. Es decir que denunciar la posibilidad de una catástrofe planetaria incluía una monotonía muy grande en cómo imaginarlo, mientras que el propio capitalismo de Silicon Valley tiene propuestas muy creativas en su fantasía de cómo va a continuar el capitalismo cuando presuntamente el planeta sea inhabitable, y que tienen que ver con la colonización de Marte o la posibilidad de expandir la biología a través de la realidad virtual o de la inmortalidad”, desarrolló el escritor. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Michel Nieva (@micheltinieblas) >> Leer más: Qué pronosticó Elon Musk sobre el futuro de la Argentina La ciencia ficción y el capitalismo tecnológico De forma clara y muy narrativa, Nieva desarolla cómo históricamente la ciencia ficción informó (algunos podrían decir que anticipó) grandes avances tecnológicos. El propio Jules Verne, a comienzos del siglo pasado, afirmó que “el escritor de ciencia ficción escribe en papel lo que después otros esculpirán en acero”. De la misma manera, en este momento, “el gran mainstream del capitalismo y su motor mitológico” parten de este género literario. “‘La infancia del mundo’ es un poco una parodia de estas narrativas superadoras de colonizar otros planetas, y ‘Ciencia ficción capitalista’ es más un análisis de cómo estas narrativas están informadas por novelas de ciencia ficción norteamericanas, cómo esa especulación de la ciencia ficción canónica motoriza la especulación tecnológica y financiera de Silicon Valley”, sumó el autor. En este sentido, recordó que los proyectos de SpaceX (la empresa aeroespacial de Musk) o de Blue Origin (la de Jeff Bezos, dueño de Amazon), y otras empresas de Mark Zuckerberg, están específica y manifiestamente influenciadas por libros de autores como Arthur C. Clarke y Kim Stanley Robinson. El capitalismo global, a través de sus referentes, monopolizó entonces la capacidad de pensar futuros. En vez de abocarse a revertir el colapso climático, los popes tecnológicos se dedican a pensar proyectos que los presentan como los únicos salvadores de la humanidad. En el fin de los tiempos, sólo nuevas mercancías nos salvarán. Y tal como explica Michel, las ideas innovadoras de estos magnates tienen poco de novedoso: buscan repetir en otros planetas la voluntad colonialista que en gran parte destruyó a este. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Michel Nieva (@micheltinieblas) >> Leer más: Carlos Scolari: "Estamos formateados por la narrativa de ciencia ficción, donde la inteligencia artificial es mala" Nieva no es ingenuo pero tampoco nihilista. Tanto en su ciencia ficción como en su ciencia no ficción (es decir en sus novelas y ensayos), esboza destellos utópicos o revolucionarios, donde los malos caen por el propio peso de su ambición. Es igualmente maravillosa la historia real de La Cuarta Internacional Posadista (una veta “ufológica” del trotskismo fundada por un argentino) que el cuento sobre criptolombrices letales con un hermoso mensaje para los billonarios. “Me gusta una frase de Ursula K. Le Guin que dice que en el corazón de toda distopía late una utopía, en el sentido de que son estructuras dialécticas, no se puede pensar una sin la otra. Últimamente también estuve escuchando a muchas personas decir que como vivimos en una época muy distópica, hay que escribir relatos bellos en los que no haya maldad ni crueldad, porque sería agregar artificialmente injusticias donde ya existen muchas”, desarrolló Michel. “Me parece una visión muy ingenua de lo que es una distopía como artefacto político, en tanto no es una representación de la realidad sino que su potencia es acelerar un montón de contradicciones e incongruencias del presente para llegar a un momento en que se abre otra posibilidad, algo inesperado. Para mí ese es el momento utópico de la distopía. Y me gusta pensarlo así en mi escritura. Vivimos en una época que tiende a lo políticamente correcto, que es una forma de acartonamiento que no me parece para nada potente. Me parece que esa dialéctica es más interesante para pensar el arte”, agregó. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Michel Nieva (@micheltinieblas) >> Leer más: Ciencia, dibujo y ficción: tres podcasts rosarinos para descubrir De esta manera, exime a la ciencia ficción de tener que ofrecer utopías alternativas a las narrativas apocalípticas que dominan los discursos hegemónicos, pero a su vez la defiende como un género con cualidades para abrir nuevos sentidos. “Creo que también una función de la ciencia ficción como pensamiento crítico es desalambrar el presunto hermetismo de tecnologías como la inteligencia artificial para que formen parte de la discusión pública. Siempre digo que la ciencia ficción no es literatura porque tiene más que ver con una poetización de la tecnología que con un embellecimiento de la lengua, pero bueno, hay una pretensión de no escribir mal al menos (risas)”, apuntó Michel, sobre el lenguaje accesible y poco académico que estructura su obra, propio de “un género popular” como en el que indaga. Finalmente, habló de su uso frecuente del absurdo y del humor para estimular aún más la expansión de sentidos a la que invitan sus imágenes. “La ironía, como procedimiento de pensamiento y de narración, para mí es una forma muy potente de condensar ideas y elementos. También me interesan para desnaturalizar situaciones que se ven de una única manera. El humor permite desnaturalizar situaciones de poder”, cerró el escritor.
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