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  • Estados Unidos debe seguir en la OMS

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 31/01/2025 04:47

    El momento en el que Donald Trump firmó una orden ejecutiva para retirar a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (Foto: AP/Evan Vucci) El presidente Trump anunció la salida de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y pone en alarma a la salud global. Con su decisión, la entidad, de unos 8 mil millones de dólares bianuales (entre aportes regulares y voluntarios), perdería casi mil trescientos millones de fondos del gobierno de EEUU. Mucho peor aún, se iría quien hizo posible materializar la misma idea de un concierto de naciones puestas a cooperar para resolver los grandes problemas de la humanidad -recordemos los esfuerzos del presidente Woodrow Wilson, quien resultaría un actor clave en la evolución de la ciencia y medicina contemporáneas-. Cinco familias de argumentos entran en juego. Inicialmente, un argumento económico: el presidente Trump expone discrepancias con la contribución económica que hace China al organismo. Adicionalmente, habría razones geopolíticas: algunos aducen influencias de China en las políticas de la OMS, como con el supuesto ocultamiento de la hipótesis del origen de la pandemia de COVID19. A su vez, hay especulaciones con un problema con el poder del mañana. Dado que la ciencia es poder y que la OMS es un sitio para compartir ciencia, entonces se estaría compartiendo poder. Algo así como una visión no universalista de la ciencia. Eventualmente, otros aducen discrepancias morales con las políticas de género y natalidad impulsadas por esa organización, opuestas a los criterios de la nueva administración americana. Para finalizar, se ha criticado la burocracia de la OMS y su incapacidad para reaccionar adecuadamente en momentos de crisis; por ejemplo, la pandemia. Argentina evalúa salirse del organismo y habrá que imaginar que, en nuestro caso, la decisión se fundamenta en cuestiones de realineamiento geopolítico, quizás también en diferencias morales análogas enmarcadas en la cruzada “antiwoke”, y también se ha escuchado en nuestro medio criticar la medrosa burocracia de la OMS. La OMS y el mundo inseguro La OMS se creó en 1948 como parte de las Naciones Unidas y otros organismos destinados a superar los horrores de dos Guerras Mundiales mediante la cooperación internacional. Se razonaba entonces que la paz sería inalcanzable solo evitando la confrontación. Una paz duradera sería posible cuando los países cooperasen para resolver los grandes males de la humanidad. Pobreza, enfermedad, falta de educación, ausencia de normas de convivencia, son áreas vitales para la seguridad humana, tanto como las alianzas militares o las instancias de negociación internacional. Esta idea integral de seguridad humana fue expresada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), según la cual la paz global será posible tras la protección y el empoderamiento del hombre común. Cuesta creer que habrá paz en un mundo con subdesarrollo. Difícil que haya desarrollo sin que las sociedades más avanzadas colaboren con la otra parte del mundo aun al margen del progreso. El mundo pobre e inseguro aún padece 150.000 casos anuales de lepra, 10 millones de casos de tuberculosis, 1,5 millones de infecciones por HIV cada año, 400 millones de casos de dengue, 250 millones de casos de malaria, 500 infecciones anuales de poliomielitis, y 60.000 de rabia. El mundo pobre e inseguro tiene tres veces más probabilidades de morir antes de los 70 años de edad, y su mortalidad por cáncer triplica a Europa. Allí, la vida humana es 20 a 30 años más corta. En el mundo inseguro, el 80% de la población no accede a medicamentos, y las picaduras de víbora causan 100.000 muertes y 400.000 amputaciones cada año, todo por falta de asistencia sanitaria. Son problemas sufridos en la impotencia por aquellos ciudadanos, familias, y vecindarios, que deben promover la paz. Estos problemas de salud serán insolubles sin colaboración global. En el caso de la Argentina, conviene recordar que esa parte insegura del mundo queda a seis kilómetros del Obelisco. Paz sin justicia Fue San Agustín quien dijo que una paz sin justicia no es paz, sino cobardía. Luego, procurar la justicia es indispensable para construir la paz. La salud de la parte más insegura del mundo necesita, en justicia, de toda la asistencia que la otra mitad le pueda procurar. Las dinámicas comerciales no han sido efectivas para promover la paz entre los pueblos, aunque eventualmente lo hayan hecho entre los gobernantes, porque no terminan de resolver el problema de la injusticia. India, el Congo, o Centroamérica son solo unos pocos ejemplos. Imaginemos un país que tenga la cura para el cáncer y pretenda establecer acuerdos comerciales con un pueblo que muere por esa enfermedad, sin articular el acceso al remedio. Estaríamos frente a una paz sin justicia y con prioridades completamente tergiversadas. Para evitar esta frecuente y deplorable situación es que se estableció el sistema de cooperación internacional en salud. Porque dos Guerras Mundiales habían sido suficientes para confirmar la necesidad de promover la paz a través de un enfoque integral de la seguridad. Contraargumentos Para empezar, las eventuales asimetrías de aportes económicos entre Estados Unidos y China podrían revisarse. La mayoría de los países europeos, los ricos países árabes o India aportan menos que los Estados Unidos. Bastará con definir si se aportará conforme al PBI per cápita o al tamaño de la población. Aquí, Nigeria saldría perdiendo con Luxemburgo. Las razones geopolíticas son un punto delicado. Retirarse de la OMS podría abrir espacio para que otras potencias asuman el liderazgo vacante. Además, el sistema internacional de cooperación fue pensado para deponer, frente a temas como el hambre y la enfermedad, los fríos intereses nacionales en favor de la gente, que es el verdadero artífice de la paz. La cuestión científica es crítica. La ciencia moderna ha sido posible únicamente por la expansión de la colaboración científica internacional. Restringir la colaboración científica perjudicará especialmente a quien se retraiga del sistema de la ciencia global. La carrera tecnológica existe, pero se da entre los poderosos, mientras que el progreso científico ocurre por el aporte de todos. Difícil que los países ricos puedan sostener su nivel de desarrollo científico sin la colaboración del talento global. Mejor sería potenciar el talento a escala global, con lo cual tendríamos más ciencia, menos sufrimiento, y más paz. Las discrepancias morales deberán hacerse valer allí donde se establece la agenda de la OMS, que es en su Asamblea Anual, donde cada país puede expresar su visión. Si existe una agenda “woke”, ella ha sido posible por las posturas de los países poderosos a lo largo de décadas. Otro tanto le cabe a los cuestionamientos administrativos: eficientizar la OMS es una prioridad que debe ejecutarse en la organización. Estados Unidos tiene las credenciales indispensables para contribuir a mejorar la salud global. Es el país más poderoso, cuna de la medicina contemporánea y gestor de proezas científicas que son leyenda. El dolor y sufrimiento de la parte insegura del mundo reclaman su cooperación. Fue Winston Churchill quien un 6 de septiembre de 1943 dijo que “un gran poder implica una gran responsabilidad”. Paradójicamente, se encontraba hablando desde la Universidad de Harvard, donde la misión de su prestigiosa escuela de medicina es “aliviar el sufrimiento humano”. De todos los humanos.

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