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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 31/01/2025 02:57
La sonda OSIRIS-REX visita al asteroide Bennu. El espacio sigue revelando sus secretos, y el asteroide Bennu acaba de proporcionar una clave fundamental en la búsqueda de respuestas sobre el origen de la vida. Muestras traídas a la Tierra por la misión OSIRIS-REx de la NASA han confirmado la presencia de moléculas orgánicas esenciales para la vida, entre ellas aminoácidos y nucleobases, los mismos componentes que conforman el ADN y el ARN terrestres. Pero lo más impactante es que estos materiales no son fruto de procesos biológicos, sino que se formaron en el espacio, lo que refuerza la teoría de que los bloques fundamentales de la vida podrían haber llegado a la Tierra a bordo de asteroides primitivos y no que solo en la Tierra se logró ensamblar estos bloques a partir de distintos elementos originales en nuestro planeta y otros traídos de otros asteroides. Imagen en mosaico del asteroide Bennu captada por la nave espacial OSIRIS-REx desde un rango de 15 millas (24 km) (EFE/NASA/Goddard/Universidad de Arizona) Los resultados, publicados en dos estudios recientes en las revistas Nature y Nature Astronomy, van más allá de la simple detección de moléculas biológicas. Los científicos han encontrado indicios de que Bennu albergó agua líquida en el pasado, un ingrediente clave para la formación y evolución de moléculas orgánicas complejas. Además, el análisis de los minerales presentes en la muestra sugiere que el asteroide podría haber sido parte de un cuerpo progenitor mucho más grande que alguna vez contuvo una salmuera rica en compuestos esenciales para la química de la vida. “La misión OSIRIS-REx de la NASA ya está reescribiendo los libros de texto sobre lo que entendemos acerca de los comienzos de nuestro sistema solar”, afirmó Nicky Fox, administradora asociada en la Dirección de Misiones Científicas de la NASA. Un asteroide con huellas químicas de la vida En la roca rica en arcilla de la muestra de Bennu, aparecen vetas de carbonato de sodio que parecen agujas, coloreadas falsamente de púrpura para mostrar los detalles. Cada aguja tiene menos de un micrómetro de ancho. Rob Wardell/Tim McCoy/Instituto Smithsoniano Los investigadores han confirmado que Bennu contiene 14 de los 20 aminoácidos que forman proteínas en la Tierra, además de los cinco nucleótidos esenciales para el ADN y ARN: adenina, guanina, citosina, timina y uracilo. La importancia de este hallazgo radica en que estas biomoléculas pudieron haber llegado a nuestro planeta, transportadas en asteroides similares a Bennu, contribuyendo al surgimiento de la vida hace más de 4.000 millones de años. “Estos componentes químicos de la vida son de hecho de origen extraterrestre y se formaron en el espacio, y no son contaminantes de la Tierra”, explicó Daniel Glavin, autor principal del estudio en Nature Astronomy. El equipo de la NASA fue el encargado de recoger las muestras del asteroide Bennu llegadas en septiembre a bordo de una cápsula entregada por la misión OSIRIS-REx (NASA/ROBERT MARKOWITZ) El equipo también identificó compuestos ricos en nitrógeno y amoníaco, lo que sugiere que Bennu se formó en una región fría y distante del sistema solar, donde el hielo de amoníaco podría haber reaccionado con otros elementos para generar moléculas orgánicas cada vez más complejas. La muestra de Bennu también ha revelado una mezcla equilibrada de aminoácidos con diferente quiralidad, es decir, versiones especulares de estas moléculas. En la Tierra, la vida utiliza exclusivamente la variante levógira de los aminoácidos, lo que sugiere que, en sus inicios, la biología terrestre pudo haber comenzado con una mezcla similar antes de desarrollar una preferencia por una de las dos formas. Esta es una de las grandes incógnitas que el estudio de Bennu podría ayudar a resolver. Primera imagen de las muestras traídas del asteroide Bennu por la NASA. La NASA presentó en público este 11 de octubre de 2023 la primera imagen de las muestras de asteroide recolectadas en el asteroide Bennu y traídas a la Tierra por la misión OSIRIS-REx. (NASA) Más allá de la presencia de biomoléculas, otro de los descubrimientos más intrigantes es la identificación de minerales evaporíticos, como halita, silvita y trona, que se forman cuando el agua líquida se evapora y deja atrás cristales de sal. Esta es la primera vez que un conjunto completo de sales sedimentadas ha sido hallado en un asteroide, lo que sugiere que Bennu, o el cuerpo progenitor del que provino, albergó agua en cantidades significativas. Los científicos también han detectado fosfatos de sodio y magnesio, un hallazgo particularmente relevante porque los fosfatos son cruciales para la formación de membranas celulares y el almacenamiento de energía en los organismos vivos. Todos los compuestos descubiertos en la muestra OSIRIS-REx (NASA) El doctor Tim McCoy, curador de meteoritos en el Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, señaló que el descubrimiento de estos minerales es clave para entender la evolución química en el asteroide: “Creemos que había bolsas o vetas de agua bajo la superficie del asteroide progenitor de Bennu, que probablemente era similar a una gran bola de barro en los primeros días del sistema solar”. Las grietas y fracturas del asteroide permitieron que el agua se evaporara hacia la superficie, dejando tras de sí una salmuera concentrada, o una “sopa de elementos”. “Estos dos artículos juntos van de la mano para decir que Bennu era un lugar mucho más interesante y complicado de lo que probablemente le dábamos crédito hace incluso seis meses”, agregó McCoy, coautor principal del estudio de Nature. Este hallazgo plantea una pregunta fascinante: si Bennu contaba con agua líquida, sales, aminoácidos y nucleótidos, ¿qué impidió que la vida surgiera allí? Ilustración de OSIRIS-REx aproximándose a Bennu. Una misión de 7 años de la NASA Asteroides como fábricas químicas en el espacio Los resultados de Bennu refuerzan la teoría de que los asteroides primitivos actuaron como fábricas químicas naturales, en las que el agua y el calor interno pudieron haber facilitado la formación de moléculas orgánicas complejas. “Asteroides como Bennu alguna vez actuaron como fábricas químicas gigantes en el espacio y también podrían haber entregado los ingredientes crudos para la vida a la Tierra y otros cuerpos de nuestro sistema solar”, explicó Glavin. Momento de la toma de muestras en Bennu ( NASA) Y agregó: “Todas estas moléculas orgánicas se han encontrado anteriormente en meteoritos, pero a diferencia de ellos, las muestras de Bennu son prístinas y estuvieron protegidas del calentamiento durante la entrada en la atmósfera y la exposición a la contaminación terrestre. Por lo tanto, ahora tenemos una confianza mucho mayor en que estos componentes químicos de la vida son de hecho de origen extraterrestre y se formaron en el espacio, y no son contaminantes de la Tierra”. Si estos asteroides fueron capaces de generar y conservar moléculas esenciales, ¿podría haber ocurrido el mismo proceso en otros mundos del sistema solar? La existencia de salmueras en Encélado (una luna de Saturno) y en el planeta enano Ceres sugiere que el tipo de química detectada en Bennu podría no haber sido un fenómeno único, sino un proceso común en el espacio. Recreación de la Nave OSIRIS-REx orbitando el asteroide Bennu, antes del impacto donde recogió las muestras (NASA) La muestra de Bennu ha dado pistas sobre el origen de los compuestos biológicos en el sistema solar, pero también ha abierto nuevas preguntas. Uno de los mayores enigmas sigue siendo por qué la Tierra es el único lugar donde conocemos vida. “Los datos de OSIRIS-REx añaden grandes pinceladas a una imagen de un sistema solar rebosante de potencial para la vida. ¿Por qué nosotros, hasta ahora, solo vemos vida en la Tierra y no en otros lugares? Esa es la pregunta verdaderamente cautivante”, reflexionó Jason Dworkin, coautor del estudio en Nature Astronomy. La respuesta podría estar en la química de los océanos primitivos de la Tierra, o en la duración del tiempo en que estos ingredientes tuvieron condiciones adecuadas para formar organismos vivos. Si el agua en Bennu se evaporó demasiado rápido, es posible que nunca haya tenido la oportunidad de evolucionar más allá de simples moléculas orgánicas. En Bennu se detectó fosfato de magnesio y sodio, y el fósforo se mostró en rojo claro. Fosfatos como estos no se conocen en la Tierra. Estos fosfatos fueron de los primeros rastros de elementos concentrados en el agua que encontraron los investigadores de OSIRIS-REx en las muestras de Bennu. Rob Wardell/Tim Gooding/Tim McCoy/Instituto Smithsoniano “Tras estudiar meteoritos durante 35 años, estos registran los primeros 500 millones de años de la historia de nuestro sistema solar que fueron borrados por la tectónica de placas, el vulcanismo y el ciclo del agua aquí en la Tierra. Pensé que íbamos a aprender sobre la historia geológica más temprana de nuestro sistema solar. Lo que terminamos encontrando fue mucha información sobre la historia biológica más temprana de nuestro sistema solar, lo cual es notable”, concluyo McCoy, que junto a su equipo que incluye a 66 investigadores de cuatro continentes, descubrió la sal y los minerales que quedaron cuando el agua de Bennu, o de su asteroide progenitor de mayor tamaño, se evaporó. Los minerales hallados incluyen fosfatos de sodio, carbonatos, sulfatos, cloruros y fluoruros, algunos de los cuales son necesarios para la formación de la vida. Un paso crucial en la exploración espacial Imagen tomada en marzo de 2019 por la nave espacial OSIRIS-REx que reveló una gran cantidad de rocas que cubrían la superficie del asteroide Bennu. (NASA/GODDARD/UNIVERSITY OF ARIZONA) La misión OSIRIS-REx no solo ha demostrado la viabilidad de recolectar muestras de asteroides, sino que ha marcado un antes y un después en la astrobiología. Ahora, la pregunta es cómo estos resultados influirán en las próximas misiones de exploración. Las futuras misiones a Europa (una luna de Júpiter), Encélado y Titán buscarán determinar si estos entornos han experimentado procesos químicos similares a los de Bennu. De confirmarse, la posibilidad de encontrar vida microbiana extraterrestre podría ser mayor de lo que se pensaba. Por ahora, lo que queda claro es que la Tierra no fue un caso aislado en la formación de los ingredientes básicos de la vida. Como afirmó McCoy: “Lo que terminamos encontrando en Bennu fue mucha información sobre la historia biológica más temprana de nuestro sistema solar, lo cual es notable”. El Dr. Tim McCoy, curador de meteoritos del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian (centro) y Rob Wardell (izquierda), especialista en ciencias minerales del museo, cargan una muestra en el microscopio electrónico de barrido. James Di Loreto/Smithsonian La roca espacial ha hablado, y su mensaje podría cambiar para siempre nuestra comprensión sobre cómo y dónde puede surgir la vida en el cosmos. “Ahora sabemos por Bennu que los ingredientes básicos de la vida se combinaban de maneras realmente interesantes y complejas en el cuerpo progenitor de Bennu. Hemos descubierto el siguiente paso en el camino hacia la vida. Pero no sabemos hasta qué punto este entorno podría permitir que las cosas progresen en ese camino”, concluyó el experto de la NASA.
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