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  • Stephane, el francés restaurador de patrimonio que eligió Paraná para vivir

    Parana » Ahora

    Fecha: 31/01/2025 01:10

    “Qué te trajo por acá” es el nuevo ciclo de AHORA TV con historias de personas extranjeras de todo el mundo que llegaron a Paraná y eligieron la capital entrerriana para vivir. Stephane Descours es profesional del Arte Decorativo, oficio que estudió a nivel superior en Francia y que ejerce especialmente en la restauración de patrimonio histórico, que lo ha convocado a lugares icónicos como la Catedral paranaense o la Casa de Gobierno de Entre Ríos. Tiene 54 años y nació en París. Hijo único de una docente y un maestro mayor de obras, debido al trabajo de su padre viajaban mucho por distintos lugares de Francia y Europa, hasta que se radicaron en un suburbio parisino. La primera parte de la vida la pasó cerca del Mediterráneo y de la frontera italiana. Hoy, en su casa del barrio Amaneceres del Seminario de Paraná, al hablar de su infancia y adolescencia recuerda que le gustaba “la joda” y que “era bastante delincuente”, bromea. “No había mucho para hacer” en su barrio, rememora, donde vivían numerosos inmigrantes italianos, españoles, portugueses y árabes. Su inspiración artística se manifestó desde pequeño. “Siempre dibujé y me gustó el arte. también el deporte, especialmente natación y artes marciales”, agrega Stephane. Cuando terminó la escuela estudió en la Escuela Nacional Superior de las Artes Decorativas de París, donde egresó en 1992. Entonces descubrió que le esperaba un mercado laboral difícil. “La realidad es muy inferior a las expectativas que tenés”, admite. Durante unos años trabajó de pintor en obras en construcción y talleres. Y comenzó con sus viajes. Trotamundos Primero recorrió Europa. “Te convenía ir a trabajar, por ejemplo, a Alemania, donde el marco cuadruplicaba el valor del franco”, compara. Entonces todavía no existía el euro que unificó las monedas nacionales dentro de la Unión Europea. Su itinerario de vida en aquellos años incluye también a Noruega, Bélgica, Italia, España y Portugal. Su interés por recorrer el mundo continuó en el sudeste de Asia. Viajó allí atraído por aprender la labor con la laca, pero llegó incluso a trabajar en la cosecha del arroz. Ese período lo llevó a Camboya, Tailandia y Singapur. También vivió en África del Norte, en Túnez, Islas Canarias y Marruecos, donde ejerció su oficio en una mezquita y aprendió el tallado de yeso, una técnica que lo especializó para su vida profesional futura. “Era el único católico entre los musulmanes. Eran simpáticos. Fue interesante”, sintetiza esos años, los 90 tardíos. Después de un retorno breve a Francia, llegó a Argentina, donde se quedó casi por accidente, ya que estaba de vacaciones y en realidad quería ir a México, pero según dice “no había lugar” y entonces vino a Buenos Aires. Allí conoció a su ahora ex pareja, paranaense y madre de su hija, que hoy tiene 21 años. Vino a Paraná “por amor, un clásico”, se ríe. Era el 2000, justo antes de que estalle la crisis de la Convertibilidad y el país se ponga patas arriba. En la capital entrerriana dio clases de Dibujo y Fresco durante cerca de un año a los presos en la Unidad Penal, no sin ciertas restricciones. “No podíamos entrar vidrio”, ejemplifica. Aprendió el castellano “a la fuerza”. Le prestaron un diccionario e iba a supermercados para aprender palabras. Por supuesto, los detenidos le enseñaron bastante vocabulario. Cuenta que lo trataban bien. “Encontré gente más interesante adentro de la cárcel que afuera”, sugiere Stephane. Unos años después de radicarse en la ciudad tuvo a su hija. El restaurador Le llevó un tiempo dedicarse a su oficio. Primero tuvo una quinta en calle Zanni, donde intentó cultivar menta pero terminó sembrando césped para la venta. Hasta que conoció algunos arquitectos de las áreas de Patrimonio de la Provincia y del Municipio, que lo revincularon con lo suyo. Restauró vitrales de las cúpulas de las Catedrales de Paraná y de Santa Fe, de la Municipalidad de lado entrerriano y de la Legislatura santafesina. En la Casa de Gobierno de Entre Ríos reparó y embelleció estucos y cielorrasos en los salones de Gobernadores, Blanco, de Acuerdos, el privado de la Gobernación y Vicegobernación. Así conoció a los ex gobernadores Jorge Busti, Sergio Urribarri y Gustavo Bordet. Además trabajó en algunas casas particulares, pero afirma que prefiere el patrimonio. Al preguntarle dónde más le gustaría llevar su oficio, menciona la Biblioteca Popular y el vitral de la Cámara de Diputados, al que definió como “una maravilla”. Ser migrante en Paraná Al hablar de su tierra natal asegura que no extraña “tanto” Francia. “Es raro. Hace 20 o 30 años me fui de mi país. Acá me faltan cosas de Francia y cuando voy allá me faltan cosas de acá. Llega un momento en que no sos de un lugar ni de otro”, describe su condición. En Paraná, dice, se quedó por su hija. “Llega un momento en que tenés que dejar de andar por todos lado. Paraná es una parte de mi vida”, valora Stephane. Que califica a los paranaenses como “simpáticos” pero con cierta “mentalidad de pueblo, a diferencia de otras capitales de provincias”. De la capital entrerriana le gustan el río (“los mosquitos y la humedad”, se ríe), Puerto Sánchez, los parques y su barrio. Las comidas argentinas favoritas: las empanadas, el asado y las tortas fritas. Y tiene nostalgia por la calidad del queso francés. “Nadie puede competirle en el mundo”, sentencia. Opina que Argentina triunfa con el vino Malbec, y diferencia que en Francia se aprecia el vino más añejo. Entre sus costumbres francesas destaca que le quedó la de “comer temprano”: cena a las ocho de la noche Stephane evita comprometerse en materia futbolística. Al consultarle por la final del Mundial de Qatar 2022 en la que el seleccionado argentino venció al francés y se coronó campeón del mundo. Jura y perjura que no hinchó “por ninguno de los dos”.

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