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» El Ciudadano
Fecha: 30/01/2025 15:49
Miguel Passarini En medio de una parodia acerca de lo dogmático que encierra la fe, la Iglesia como institución y sus conocidas y no tan conocidas contradicciones, dos expósitos se debaten entre la pasión, la creencia, la ambición, el crimen y el arroz con leche. Se trata, en parte, de los entretelones de Niños expósitos, obra teatral que se conocerá este fin de semana en Rosario en carácter de estreno en la ciudad, que encierra varias particularidades. En principio porque se trata de un texto del recordado actor, dramaturgo y director santafesino Rafael Bruza, junto con Jorge Ricci integrante del icónico Equipo de Teatro Llanura fundado en 1973, pero además porque implica el regreso al ruedo de Marcelo Melano como director, quien por muchos años estuvo dedicado a la tarea de gestión a partir de su trabajo en el Instituto Nacional del Teatro (INT). Con las actuaciones de Milton Bloise y Carlos Pellegrino, la obra suma el vestuario de Lorena Fenoglio, diseño sonoro de Valentino Arbio, asistencia dramatúrgica de Octavio Melano, asistencia de dirección de Valentín Gutiérrez y dirección general y puesta en escena de Marcelo Melano, con producción de La Flecha Factoría Cultural. La obra, que tendrá su estreno este sábado en el Cultural de Abajo donde seguirá en cartel todos los sábados de febrero para luego pasar a La Orilla Infinita los domingos de marzo, cuenta el presente de dos ex niños expósitos, algo que podría resumirse como “abandonados” por sus padres y entregados a instituciones, hospitales, conventos, y en este caso a una iglesia. Ahora adultos, y con miradas opuestas acerca de la vida y de la institución que los recogió de niños, viven en una parroquia en la que se ven obligados a servir al cura que está imposibilitado. En medio de un plan de asesinato, los dogmas de la fe hacen lo suyo y el amor y el deseo se filtran inevitablemente generando un disparatado tono de comedia con toques absurdos como despliega gran parte de la obra del también autor de Rotos de amor, El cruce de La Pampa, El clásico binomio o La penúltima oportunidad, entre otras. La obra tiene además una versión cinematográfica titulada El plan divino, disponible en Prime Video, película en tono de comedia dirigida por Víctor Laplace, amigo y cercano a Bruza, que se estrenó en 2019 y que cuenta con las actuaciones del propio Laplace como el padre Roberto y, entre más, Gastón Pauls y Javier Lester como los “niños” expósitos en cuestión. “La idea de expósitos viene de expuestos, eran niños que justamente quedaban expuestos a la a su suerte, al mundo. De hecho, había instituciones que estaban preparadas como para albergar a estos niños. Y en algunos casos, eran abandonados en unas especies de buzones a la espera de que alguien de la institución los revisara. Incluso hasta llegaban a morir allí; algo de una enorme crueldad”, contó Marcelo Melano quien junto con los actores llevó adelante un proceso de investigación acerca del surgimiento de estos niños a lo largo de la historia. Volver al ruedo “Para mí Niños expósitos es un acontecimiento y no sólo teatral sino también vital porque es regresar a la dirección. El último registro que tengo, que recuerdo como director con una obra y una temporada en una sala es Radio Psicótica, que es de los primeros años 90, con lo cual pasaron más de treinta años. De ahí en más, seguí acompañando toda la actividad teatral, y a partir del 2004 trabajando en el INT, dando clases, siempre con una militancia de acompañamiento a la comunidad teatral en Rosario”, destacó Melano. Y sumó: “Eso para mí es un orgullo absoluto, no soy un melancólico por el hecho de que no estuve dirigiendo o me alejé para trabajar en el INT, sino todo lo contrario. Pero como pasa con el teatro, apareció la oportunidad, la posibilidad de volver a dirigir, de volver al ruedo, al camino, porque en algún momento yo pasé a transitar otro camino y ahora vuelvo a la dirección”. “El encuentro con Niños expósitos fue casi azaroso, yo no tenía presente esta obra de Rafa Bruza, y me la acercan Milton Bloise y Carlos Pellegrino, los actores, y me propusieron que la dirija. Ellos ya venían trabajando el texto con otro director un tiempo antes, luego lo pusieron en pausa, y finalmente me lo proponen a mí. De algún modo, todo empezó a funcionar cuando me acercan el texto porque fue un shock que sea de Rafa Bruza (quien falleció en febrero de 2021), un impacto muy grande. Yo tuve la suerte y el privilegio de conocerlo, de trabajar con él en el INT; yo ingreso al Instituto cuando Rafa empieza su gestión como representante provincial de Santa Fe en 2004. Compartí años de trabajo con él, y cada encuentro con Rafa era realmente una fiesta. Trabajar con él era aprender, reírse y disfrutar mucho”, relató Melano acerca del encuentro con el texto de la obra que finalmente dirige. Dos hermosos perdedores El proceso de trabajo comenzó con el análisis del texto de la obra para luego pasar a la acción, al trabajo en escena. “El texto es delicioso y tiene esta característica de la dramaturgia de Bruza donde aborda una temática profundamente existencial, filosófica, pero lo hace desde un lugar totalmente accesible. Es, de ese modo, conectar con lo que nos está diciendo en el subtexto de la obra, porque tiene mucho humor, dos personajes absolutamente reconocibles, queribles, dos personajes que pueden ser cualquiera de nosotros, dos perdedores como pasa siempre con los personajes de las obras de Rafa. En sus obras propone siempre hombres, también mujeres, comunes, con todas sus carencias, con sus necesidades y miserias a la vista, pero siempre con una mirada de mucho afecto, de mucho respeto, con una mirada muy argentina por lo que representan”, planteó el director. Y sobre la trama, especificó: “Niños expósitos cuenta la historia de dos hombres que se criaron a la sombra de un sacerdote en una sacristía, en una iglesia, y ya siendo adultos empiezan a hacerse una serie de preguntas, empiezan a sucumbir frente a sus ambiciones pero con dos puntos de vista diferentes. Uno de ellos es Eustaquio y su sueño es llegar a ser sacerdote. Y el otro es Heriberto y está enamorado de una mujer. Los dos se encuentran con esta pequeña dificultad, entre comillas, que es que el padre Roberto, el sacerdote que los crió, que ya es un anciano y quien ocupa ese lugar en la parroquia. Por lo tanto hay que decidir qué hacer con el padre Roberto, ya viejo. Pero esa es una de las tantas problemáticas que aparecen en la obra. A partir de ahí empiezan a surgir situaciones que rayan el absurdo, siempre con muchísimo humor, pero también empiezan a surgir preguntas como para qué sirve Dios, para qué rezamos, si Dios existe o no y qué somos los seres humanos con respecto a lo divino, entre más”. Lo que subyace “El texto de la obra dialoga con las lógicas de la dramaturgia de Rafa Bruza. Él no tenía una dramaturgia ingenua. Por el contrario, sus textos están, como en este caso, plagados de contenido y mensajes. Acá habla un poco de la religión, de la estructura eclesiástica porque la menciona, pero sobre todo habla mucho de cuestiones que están ligadas al campo de lo social, de lo que sucede entre las personas, incluso del deseo. Se pregunta y nos interpela acerca de qué es lo que pasa con el deseo, no sólo en aquellos que se crían en un contexto religioso, sino respecto de qué pasa en general con el deseo en nuestra sociedad, en nuestro mundo contemporáneo”, planteó el director en relación con la bajada de línea que propone el texto de Bruza. Y sobre el mismo planteo, profundizó: “Nos habla del deseo, de la ambición y toma cuestiones vinculadas con la religión, pero también muchas cuestiones del ateísmo y eso es algo riquísimo que tiene la obra: colores y texturas muy diversos y no toma partido por ninguno de los dos extremos sino que los expone en su poder y en sus debilidades. Incluso hay un texto maravilloso la obra en que uno de ellos dice: «Negar la existencia de Dios es un acto de soberbia como el de afirmarla». Creo que ahí hay como una síntesis de lo que nos quiere decir Rafael con esta obra”. Finalmente, respecto de esta etapa que atraviesa el país con un nuevo gobierno que desfinanció en gran medida las instituciones culturales y hoy, en su gran mayoría, las producciones teatrales independientes deben encararse casi sin subsidios (como en este caso) después de casi tres décadas de la creación de la Ley Nacional de Teatro N° 24.800 sancionada en marzo de 1997, Melano, sobre sus dos décadas de trabajo en el INT que surgió a partir de esa ley, planteó: “En este momento estoy con una licencia de larga duración, pero siempre atento a que el instituto sobreviva, a que INT siga en pie. Creo que es el deseo, la necesidad y la pelea que está dando toda la gente del instituto, representantes provinciales, autoridades del Consejo de Dirección, la comunidad teatral en general que es enorme y los asistentes administrativos de todas las provincias. Todos sabemos la importancia el INT para el trabajo del quehacer teatral nacional pero sobre todo para la sociedad, para la gente, como todo el arte y como todo lo vinculado a la cultura. Sin arte y sin cultura es casi lo mismo que quedarnos sin industria, sin agricultura, sin bancos, sin nada; lo que pasa que es muy difícil que la sociedad pueda percibir estas ausencias porque no se perciben en lo material. Pero está claro que la cultura y el arte nos sostienen desde otro lugar que es imprescindible para la calidad de vida de las personas”. Para agendar Niños expósitos se presentará desde este sábado 1°, todos los sábados de febrero, a partir de las 21 (horario de ingreso para bebidas y picoteo, con función prevista para las 22) en el Cultural de Abajo (579 Entre Ríos), con entradas populares y descuentos especiales como un 2 X 1 para estudiantes de Escuelas de Teatro. Las anticipadas están disponibles mediante la aplicación www.eventbrite.com.ar. IG: https://www.instagram.com/expositos.obra
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