30/01/2025 15:05
30/01/2025 15:05
30/01/2025 15:04
30/01/2025 15:04
30/01/2025 15:02
30/01/2025 14:57
30/01/2025 14:57
30/01/2025 14:57
30/01/2025 14:56
30/01/2025 14:55
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 30/01/2025 02:31
Gorda, la perrita que fue enterrada viva y murió a causa de las serias lesiones que sufrió “Cuando la vi, no la reconocí. No me di cuenta de que era ella. ¡La habían torturado!”. Milva Morales está destrozada y le cuesta hilvanar palabras para describir la peor escena que le tocó vivir en su vida: Gorda, su perra de poco más de dos años, estaba tendida en el suelo, sangrando, llena de tierra. Había estado enterrada hasta el cuello y ahora apenas podía respirar. Tenía la lengua afuera, de color casi violeta, la mirada desesperada y completamente perdida. Como podía, tomaba pequeñas bocanadas de aire, pero no fue suficiente. Necesitaba asistencia médica urgente para que revisara sus heridas en el cuello cortado y su cuerpo tan maltratado. Repasando qué sucedió, en diálogo con Infobae, la mujer intenta calmar su llanto, reponerse un poco y cuenta: “Hasta las 22:45, aproximadamente, ella estuvo conmigo. En casa no hay rejas, el barrio, siempre fue un lugar bastante tranquilo. Gorda tiene su casita, que hizo mi marido, y su camita. Ella me había acompañado a comprar a la verdulería, cerca de las 22:00, después mi marido salió y al salir la vio”. Cerca de la 1:30 del miércoles 29, la mujer despertó por el reflejo de las luces de la policía, como habían estado robando en unas casas cercanas, pensó que se trataba de un episodio similar. Preguntó por chat qué pasaba y una vecina contó que le estuvieron tirando pedradas en la casa, que llamó a la policía, y revisando la zona vieron que había un perro enterrado vivo. Le mandó un video y Milva salió corriendo. “No pude reconocerla. Yo que la cuidé desde chiquita no pude darme cuenta de que era ella por cómo la habían dejado... ¡La torturaron!”. Milva se ahoga en lágrimas y no entiende por qué le hicieron eso a su perra, a la que conoció de cachorra vagando por el Barrio 645 viviendas, ubicado a unos 5 km de la ciudad de San Carlos de Bariloche. Le ofreció agua, luego comida y la hizo entrar a su casa. La familia se enamoró de su pelaje negro, de sus pasos torpes y juguetones, y de su extrema dulzura. La adoptaron. El Barrio 645 viviendas, Bariloche, donde vivió Gorda. Allí mismo la torturaron (ANB) “Ella es buena. Nunca fue una perrita agresiva, como para suponer que alguien se vengó de ella y por eso le hizo tanto daño... Si hace unos meses entraron a robar a mi casa mientras ella estaba durmiendo y no le hizo daño a nadie”, explica cómo era el carácter de Gorda. Desde hace pocas horas, su perra ya no está. Sus mejores amigos, los hijitos de Milva, de 10 y 12 años, la lloran desconsolados aunque, claro, no tienen idea de la crueldad a la que su compañera de tantas tardes y noches de arrumacos fue sometida. La mujer sigue hablando del animal en tiempo presente. Lo nota. “¿Ves? Me cuesta hablar de ella en pasado... ¡No entiendo! ¿Quién pudo hacerle eso, con tanta saña? ¿Por qué? Deseo que el que fue tan cobarde como para atacar a una perrita tan dulce de noche, tenga la valentía de decirme qué le pasó por la cabeza y por qué le hizo todo eso... —se quiebra—. Si a ella la llamaban, iba. Acá no hay rejas y ella a veces salía a dar una vuelta y volvía. O se iba al playón donde juegan mis hijos, y se quedaba jugando con ellos. Llegó a romper un alambrado por estar con ellos”, cuenta la mujer que busca explicaciones sobre la actitud despiadada de quien le arrebató a un miembro de su familia. La perra murió por las heridas en su cuerpo Horas desesperantes La noche del martes, Milva y sus familia recibieron visitas. Uno de sus sobrinos estuvo en su casa y como se hizo tarde, y para que no regresara solo, el tío lo llevó hasta donde vive. “A las 22:45, la vi por ultima vez. Pasadas las 22:00, aproximadamente, fue conmigo a la verdulería, y poco antes de las 23:00 mi marido se fue a dejar a mi sobrino. Después nos fuimos a dormir”, cuenta. Desde hace unos días, algo cambió la tranquilidad del barrio. “En el último tiempo noto que está todo muy alterado. Hace dos o tres días, entraron a robar en la casa de una vecina. Hace un par de días estaban prendiendo fuego el espacio verde que está cerca de nuestra casa. Pensando que había pasado algo similar, esta madrugada me desperté cerca de la 01:00 por las balizas de la policía. Lo primero que hice fue mirar por la cámara de seguridad y vi a mi vecina de al lado que estaba ahí y que corría con un balde: pensé que otra vez habían intentado prender fuego. Entonces le mandé un mensaje para preguntarle cómo estaba, si estaba todo bien y qué había pasado. Me manda un audio y me dice que habían encontrado un perrito enterrado; que ella había llamado a la policía porque unos menores estaban tirando piedras y cuando llegaron, en medio de la recorrida, encontraron a un perrito enterrado. Me dice: ‘No sé si es la tuya porque no la puedo ver’. Yo le cuento que mi perra tiene una manchita blanca en el pecho. Me dijo que no lo podía ver porque recién lo habían podido sacar, que estaba enterrado hasta el cuello y me manda el video... ¡Tenía toda su cabecita afuera, nada más, su lengüita afuera, porque estaba tratando de respirar...! Y salí corriendo porque para mi no era ella, pero sentí escalofríos. No la reconocía. ¡Te juro que no la reconocía! ¡No puedo creer el grado de maldad! Yo la llamaba, veía a ese perrito ahí y para mí no era ella. Estaba irreconocible. ¡La torturaron tanto que estaba irreconocible!”. El marido de Milva entendió que era Gorda. También se quebró. Como pudo, con absoluto cuidado y dolor, la alzó para entrarla a la casa. “Le dije que la llevemos a un veterinario; la subió al auto y se fue. Sabíamos que había una veterinaria en el centro, pero cuando llegó estaba cerrada. En el camino buscó otro lugar, y vio que en el Km 4 de la avenida (Bustillo) supuestamente atendían las 24 horas y la llevó. Tampoco estaba abierto. Yo tenía números de veterinarios a domicilio, y los llamaba y llamaba, y ninguno respondió. Quería que me dijeran qué hacer, cómo actuar porque me sentía tan impotente por no saber qué hacer... Llamé a todas las veterinarias y el contestador decían que abrían a las 10 de la mañana... Mi marido volvió con Gorda, la metimos en el baño para lavarla, darle un poco de agua... Estaba sufriendo mucho para poder respirar. Quería curarle la herida, porque le habían cortado el cuello, y seguía llamando esperando que algún veterinario me atendiera... Yo sé que es difícil venir a las cuatro de la mañana, pero no me respondió nadie al menos para decirme qué hacer en medio de tanta desesperación. Al lado estaban mis hijos durmiendo y no quería que la vieran así. Y en medio de ese caos y tanto dolor, ella se quería levantar y vomitar. Respiraba muy cortito y después empezó a vomitar y luego, entiendo, empezaron las convulsiones. A las 05:15 se me fue...”. El dolor de Milva es indescriptible. Toda persona que amó y vio morir a un animal puede entenderlo, pero lo que vivió al verla agonizar luego de tremenda tortura es, al menos, incomprensible. El lugar donde Gorda ya no irá a jugar (ANB) Esta situación también es dolorosa para el barrio donde ahora hay termor. “Acá no hay reja ni cercos. Hay portones bajitos. Esta zona siempre fue tranquila, pero el invierno pasado nos entraron a robar en casa y pusimos una cámara de seguridad. Ella, de tan dócil, a los ladrones no les hizo nada. Nosotros llegamos a las 07:00, con la casa patas para arriba, y ella como si nada”, recuerda y es en el único momento en que sonríe. Luego, un poco más relajada, cuenta que juntas salían a trotar y que compartían el día. “Para mi ella es mi hija y el dolor que siento es el de haber perdido a una hija. Sé que hay gente que no entiende el amor que se puede sentir por un perro, pero era nuestra familia. No fue un descuido mío. Fueron quizás más de una persona las que le hicieron esto. Hubo saña, maldad, brutalidad... ¿Qué tiene que tener en el alma alguien que hace eso? Acá los perros salen solitos, van y vienen, los chicos a veces también juegan un rato solos porque siempre fue seguro. Lo que no debe pasar es que haya gente capaz de hacer esto porque cualquier perro debería poder andar tranquilo por su barrio porque tienen los mismos derechos que nosotros, las personas”, dice con impotencia y admite que no sabe qué hacer. Al terminar la tarde, Milva y su marido llevarán a sus hijos a visitar el lugar donde enterraron a Gorda. Saben que su amiga ahora descansa cerca de ellos, pero son niños pequeños y aún no entienden del todo. Saben que Gorda ya no está porque alguna persona así lo quiso. Y aunque tampoco llegan hoy a comprender el por qué, se dan cuenta de que algo cambió en casa, que los juegos en la plaza ya no serán iguales porque no estará Gorda detrás de ellos, esperándolos cuando la luz del sol empiece a apagarse. “Para mis hijos, ella era su compañera. Y ahora no dejan de llorarla con una tristeza muy profunda. Es mucho para ellos saber que no está más porque ella era su compañera: salían a jugar. Nosotros vivimos enfrente de un playón de juegos, que es un espacio verde con canchas de básquet, y al lado hay una placita. Y ellos, como estamos ahí nomás, van y vienen con su compañera... ¡Ya no lo harán!”, asume con dolor y una vez más se quiebra. Gorda apenas la desenterraron La casita de Gorda está vacía, el plato de comida quedó donde ella lo dejó. La cámara de seguridad, que tantas veces la captó entrando y saliendo, no la volverá a mostrar como parte del paisaje del barrio cuyos vecinos entienden que están en peligro porque todos los animales están bajo amenaza debido a la existencia de algunas personas que fueron capaces de hacer tanto daño. En el barrio aseguran que los niños y niñas están en peligro y los adultos mayores también lo están. “¡Que esto no quede acá! Pido que me ayude a buscar justicia por Gorda porque no merecía que le hicieran lo que le hicieron. Que no haya otro perro que tenga que sufrir esto, que no haya otra familia que tenga que pasar por esto nunca más porque a mi familia la destrozaron. Yo tengo que ponerme fuerte por mis hijos y para que el que hizo esto, pague. ¡Gorda merece justicia!”, finaliza entre lágrimas. Al momento del cierre de esta nota, no se conoce si hay intervención judicial en el caso.
Ver noticia original