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Gualeguay » Debate Pregon
Fecha: 27/01/2025 05:09
por Santiago García En el oscuro año 2020, la Editorial Municipal de Paraná, La música en que flotamos y Azogue Libros editó esta obra central de la literatura entrerriana. Ya hemos destinado alguna nota en estas páginas a Marcelino Román, porque consideramos que su reconocimiento está muy por debajo de su calidad. Debemos leerlo mucho más. Junto con Amaro Villanueva son los grandes investigadores de las cosas nuestras, a través de la escritura de no ficción. En este caso, Román se da el lujo de combinar la poesía con la investigación para hablar de nuestros pájaros, siempre bajo la amenaza del hombre. Biografía Compartimos algunos datos biográficos elementales. Marcelino Román nació en la ciudad de Victoria el 2 de junio de 1908 y falleció en Paraná el 10 de mayo de 1981. Como dijimos en la introducción, no solo se dedicó a la escritura de ficción y no ficción, sino también a las tareas rurales. Siempre puso los ojos en su propio pueblo, y así lo decía, nada conseguiremos renovar si buscamos la clave de la renovación fuera de nuestra realidad. En ese mismo sentido, criticaba a quienes “pretenden cultivar entre nosotros, atribuyéndoles relieves prestigiosos de la tan zarandeada cultura occidental, las modas que nos disfrazan, las drogas que nos dañan o los virus transmitidos por un monstruo enfermo”. De ninguna manera esto debe interpretarse como una búsqueda exclusivamente regionalista. “No hay que soterrarse, pero tampoco desarraigarse”, decía, para explicar el equilibrio con lo universal. Compartió junto con Amaro Villanueva y otros grandes pensadores de su tiempo el compromiso con los estudios folclóricos. Así como Villanueva se dedicó al mate, Román lo hizo con la payada. Así lo detalla en su obra ‘Itinerario del Payador’, de 1957. Un prólogo Compartimos parte de las palabras de Juan Manuel Alfaro que sirven de introducción al libro. Toda la obra de Marcelino Román es el resultado de un programa de labor estrechamente ligado con la idea del proceso creador, de la misión de la poesía y la responsabilidad social del poeta. Dentro de esos lineamientos se encuentra ‘Pájaros de Nuestra Tierra’, su cuarto libro de poesía publicado en 1944 -con el sello de ediciones Comarca Paraná aunque impreso en los talleres del diario El Litoral de Santa Fe- y que obtuvo el segundo premio de la Comisión Nacional de Cultura para el bienio 1943-1944. Responde a la intención del poeta de “trabajar la expresión en marco sencillo” con el propósito por encima de lo puramente descriptivo de “exaltar la libertad y la alegría en el mundo alado”. Principios éticos, amor y conocimiento puestos al servicio de una poesía con un destinatario inagotable y sin restricciones una poesía útil, plenamente disfrutable, tanto por el lector más elemental como por el más avezado y exigente. Cuando apareció el libro, acertadamente la Dirección General de Escuelas de Entre Ríos recomendó “su lectura en la educación primaria de la provincia”. Lamentablemente en la actualidad es un texto prácticamente inhallable y en general desconocido. Al respecto, cabe señalar que, si bien no se trata de “versos infantiles, son muy apropiados para los pequeños lectores”, ya que, como declaró su autor, “no hay que dar al niño nada nocivo para el desarrollo ulterior de su personalidad. No hay que educarlo para el temor y la sumisión, sino para la vida libre y plena”. Y es precisamente en la plenitud vital, el canto y el vuelo de los pájaros con quienes compartimos el paisaje, el ritmo de las estaciones, la naturaleza que habitamos y de la que somos parte, en donde el poeta encuentra los motivos para presentar y celebrar, en su palabra, la existencia feliz y alada de la libertad. Algunos versos La estructura del libro es la siguiente: se nos da el título del pájaro, una breve descripción y luego la poesía que Marcelino le dedicó. Vamos a compartir un par de ejemplos con nuestros lectores. La tacuarita. La tacuarita es un pajarito movedizo que anida en los huecos de los árboles viejos o de los postes de alumbrado. Pone cuatro huevitos de un alegre color rosado con pintas. Asimismo, se le llama ratona debido a su color arratonado y quizás también por el modo que tiene de deslizarse. Nombre técnico (Throglodites musculus bonariae). Hay otra especie, la tacuarita azul (Polioptila dumicola dumicola). La tacuarita La mañana por el campo va rebalsando de sol, y la tacuarita se alza con la mañana en la voz. Alegría de la tierra, melodioso corazón, el paisaje se le rinde, retratado en su canción. Su canto es un agasajo a la vida y al amor, apenitas tiene cuerpo, se le fue en trino y fervor. Alma lírica, desborda en purísima emoción, por lo alegre y lo florido, por lo lindo y lo mejor. En hueco apropiado tiene su nido, que es un primor, y en el nido cuatro gemas, cuatro gotas de ilusión. Parece bastante viejo su traje color ratón, pero ella lo cuida y luce su deslucido color. Se desliza entre plantas o anda en el alrededor, volando a vuelos cortitos, cantando con voz mayor. Su cuerpo tan chiquitito, su canto tan sobrador, como si toda la vida le corriera por la voz. La calandria No impresiona por su plumaje, que es modesto, pero sí por su canto, que es variado, dulce y de gran riqueza expresiva. Tiene la propiedad de imitar a sus otros pájaros y reproducir diversas voces. Anidan los árboles. Sus huevos, generalmente cuatro, son azulados con manchitas pardas, claras y oscuras. Nombre técnico de esta especie (Mimus saturninus modulator). La calandria Ave cantora calandria, tan criolla y tan de mis pagos; en sus arpegios me dice, floridos itinerarios, los rincones más queridos y los momentos más gratos. Por la gracia de su trino en primores desbordados anda un agua paseandera, el sol corre traveseando y el esplendor de las cosas asoma en dulces relámpagos. Lo que en el aire florece, ella lo junta en su canto, haz de gorjeos cambiantes que gira mariposeando desde el pastito a la brisa y desde la nube al árbol. La primavera en persona floridamente cantando con los rumores del monte, con los colores del campo, con el habla del paisaje y el resplandor del milagro. ¡Qué distancias y qué honduras, qué mundos iluminados, qué ansia de oscuras raíces, qué dicha de cielos claros! El viento libre se alegra al sentirla derramando la poesía decidora que le rebalsa en el canto. La importancia de Marcelino Román en las escuelas de Entre Ríos Leer y estudiar obras como ‘Pájaros de Nuestra Tierra’ en las escuelas de Entre Ríos no solo nos conecta con nuestras raíces culturales y naturales, sino que también nos enseña a valorar lo que nos rodea: nuestra fauna, nuestra historia y nuestra identidad como entrerrianos. Marcelino Román, con su estilo único que combina poesía e investigación, invita a reflexionar sobre el respeto a la naturaleza, la libertad y el arraigo sin perder de vista lo universal. En un mundo donde las nuevas generaciones están cada vez más alejadas de la relación directa con la naturaleza, estas obras son herramientas esenciales para cultivar la sensibilidad artística, la conciencia ecológica y el amor por lo propio. Recuperar estos textos en las aulas no es solo un homenaje a un autor olvidado, sino también una forma de sembrar en los estudiantes valores de empatía, creatividad y pertenencia. Es necesario que la poesía de Román, como en su momento lo reconoció la Dirección General de Escuelas, vuelva a tener un lugar destacado en el sistema educativo, porque su mensaje sobre la libertad y la alegría, como los pájaros que celebra, es atemporal y vital para formar ciudadanos comprometidos con su entorno y su comunidad. Entre Ríos y las aves En una nota publicada en el Diario Uno se cuenta: “Para aquellos que gustan del avistaje de aves, Entre Ríos es una provincia que cuenta con unas 350 especies diferentes. Si bien son numerosos los lugares que se pueden nombrar, hay algunos que se destacan por la calidad del paisaje, y eso permite un mejor contacto y acercamiento. Se puede nombrar al Parque General San Martín muy cerca de Paraná, al Pre Delta de Diamante y al Parque Nacional El Palmar. También se destaca la Reserva Natural La Chinita y sendero La Ribera en Villaguay y el Balneario Municipal Rocha de Villa Elisa. De todos modos en Entre Ríos hay 14 espacios verdes entre reservas, islas, lugares privados y paseos donde se puede realizar al actividad con ocho áreas detectadas de importancia para la conservación de las aves”. Si bien en la provincia, la mayoría de las especies son residentes, un 40% llegan durante la primavera y se van al norte cuando termina el verano, por lo que esta época es especial para realizar la actividad. El cardenal fue elegido en 2012 como el ave para representar a la provincia y 35.738 entrerrianos participaron de su elección. De las más de 350 aves que habitan Ente Ríos se preseleccionaron 12 en función de sus características: debían ser residente, tener poblaciones estables, representar a las tres ecorregiones existentes y ser fáciles de observar. Las preseleccionadas fueron la calandria grande, cardenal común, chajá, federal, frutero azul, jacaná, lechuzón orejudo, pepitero de collar, pirincho, sirirí pampa, taguató común y zorzal blanco.
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