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  • Quedaban federales en la tierra entrerriana y lo demostraron en Ñaembé, aún en la derrota

    Chajari » Chajari al dia

    Fecha: 24/01/2025 17:58

    Sucedió el 26 de enero de 1871. Fue en Ñaembé, en la provincia de Corrientes, cerca de la actual Goya. Las tropas de Ricardo López Jordán se enfrentaron al Ejército Nacional. La orden de Domingo Faustino Sarmiento, Presidente de la Nación en aquél momento, eran claras: terminar con los caudillos del interior. Y aún quedaban federales en la tierra entrerriana, lo que molestaba a Sarmiento y sus seguidores. La tarea no era sencilla para los jordanistas. Eran pocos y armados de manera deficiente si se compara con lo que disponían las fuerzas nacionales al mando del entonces teniente coronel Julio Argentino Roca, a los que se sumaron las tropas del gobernador correntino Tte. Cnel. Santiago Baibiene. López Jordán hacía meses que enfrentaba a las fuerzas nacionales y había defendido varias ciudades, debiendo ahora internarse en territorio correntino. La situación le era adversa. Alguien que lo sabía era José Hernández, que desde Buenos Aires corrió a Entre Ríos para sumarse una vez más a los federales, junto a algunos compañeros de ideas y heroica valentía. En aquella mañana, los entrerrianos intentaron una carga contra los cañones Krupp del ejército nacional, pero la fuerza de los cañones alemanes pudieron más que las chuzas, las tacuaras y la poca artillería jordanista, por lo que los federales debieron retroceder, abandonado la artillería y perdiendo más de mil hombres. Los últimos gauchos federales no dejaban sus tacuaras ensangrentadas y, a pesar de la desesperante situación, se negaban a admitir la prepotencia del Presidente de la República. En la década de 1870 aires europeizantes se vivían en la Ciudad Puerto, pero en el interior aún quedaban aquellos que pretendían que su Patria no dependiera de las ideas de los mandamás de Buenos Aires. La idea que tenía Sarmiento de avasallar las provincias, era indudable. Con su excesivo personalismo no admitía otra opinión que no fuera la suya. En tanto, en Entre Ríos, Urquiza había sido asesinado. En Paraguay, por otra parte, había sido muerto el mariscal Francisco Solano López, con lo que la guerra con el Paraguay quedaba terminada. Pero los federales entrerrianos, que no admitían el acuerdo entre Urquiza y Buenos Aires y que tampoco consideraron razonable la guerra contra los paraguayos, no estaban ahora dispuestos a cederle el poder autoritario a Buenos Aires, así porque sí. Entre Ríos se negaba a ser una provincia más sometida a los porteños, Entre Ríos no estaba dispuesta sumarse a las provincias vasallas y no agacharía la cabeza con la mansedumbre que pretendían en Buenos Aires. De allí la lucha. Por eso la decisión jordanista de dar batalla. Y se dio batalla aunque los resultados fueran adversos. Acorralado por todas partes, de Jordán que las armas de fuego de alta precisión que esgrime el ejército nacional. Pero la fuerza gaucha no se rinde y los oficiales rodean al jefe entrerriano para preservar su vida. Pero la batalla está perdida. López Jordán ordena retirada. Sobre la vera del río, frente a Brasil, López Jordán, José Hernández, Juan Pirán y media docena más de federales, se disponen a abandonar la Patria. El exilio es el objetivo. Muchos entrerrianos piden a su jefe la venia para retornar a sus hogares, permiso que le es concedido. Mientras los mencionados cruzan el río hacia el exilio, los aguerridos federales que cayeron prisioneros en El Sauce, Santa Rosa y Ñaembé, son conducidos a los cantones de la frontera, sin ley ni derecho. La orden la dictó Sarmiento; ese mismo Sarmiento que hablaba de civilización y de principios humanitarios.

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