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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 24/01/2025 02:38
Victoria Eugenia Henao junto a Pablo Emilio Escobar Gaviria. La mujer es la madre de los dos hijos del narcotraficante colombiano Estaba más que claro que Pablo Emilio Escobar se sentía capaz de conquistar a cualquier mujer. Podría decirse que su único punto débil en su personalidad avasallante era su altura. Odiaba que lo calificaran como un hombre bajo y nadie se atrevía siquiera a mencionarlo porque podía desatar su furia. Se sentía cómodo en el rol de la seducción permanente que ejercía sin pudor ante aquellas que le interesaban. No le preocupaba para nada si aparecían obstáculos en el camino para llegar a ellas. Al contrario, las dificultades le provocaban aún más interés. Así ocurrió con Victoria Eugenia Henao, la única con la que se casó ante Dios y tuvo dos hijos, Juan Pablo y Manuela. La conoció a comienzos de los años 70, cuando ambos vivían en el barrio La Paz del municipio de Envigado en Antioquia. Pablo pasó en su moto y fue amor a primera vista para ambos. El tema es que ella era una niña de 12 años, y él un muchacho de 23. Desde el primer instante Escobar se propuso conquistarla, entre miradas cómplices y tiraditas de besos. Hasta que le envió un mensaje a través de Yolanda, una de sus íntimas amigas, quien lo primero que le remarcó fue la diferencia de edad entre ambos, detalle que no le importó para nada. Así empezaron a cruzarse y él avanzaba todo lo que podía. Conenzó a hacerle pequeños regalos que luego fueron más importantes. Hasta lograr encuentros cortos, de un par de horas, sin que su familia supiera que eran con él, pero encuentros al fin, casi siempre acompañada por su amiga. Cuando se enteraron Leonor, su mamá, y sus hermanos, la situación se complicó y mucho, pero Pablo, que estaba acostumbrado a hacer lo que quería, siguió adelante como si nada y juntos empezaron un coqueteo que continúo en noviazgo. Por supuesto que él mantenía encuentros paralelos con otras chicas, así fue siempre, hasta su muerte. Virginia Vallejo, otra de las mujeres del narco, escribió el libro "Amando a Pablo, odiando a Escobar" A Victoria hasta sus hermanos le advertían que ese hombre no era el indicado, pero ella se sentía tan feliz que, aunque los escuchó, predominaron sus sentimientos. Pablo seguía con sus infidelidades, también se ausentaba un tiempo, pero reaparecía, le decía que era la mujer de su vida y que sería la madre de sus hijos, y ella además de perdonarlo lo amaba aún más. En medio de la relación, Escobar hasta fue preso por robo, pero nada impidió que el romance creciera hasta la propuesta de casamiento, que se terminó concretando luego de que ella dejara su casa sin avisarle a nadie. Finalmente viajaron a Cali, y pese a que parte de la familia de Victoria la esperó allí para convencerla de que regresara, la boda se concretó en marzo de 1976 en la parroquia de la Santísima Trinidad en Palmira, donde vivía su abuela Lola. Ella por entonces tenía 15 años y cursaba el bachiller; él 26 y sus actividades siempre estaban al margen de la ley y relacionadas con la producción y el tráfico de cocaína, detalle que la adolescente ignoraba por completo. Aunque de a poco empezaba a abrir un poco más los ojos debido a que su flamante marido volvía a caer preso y debía visitarlo en la cárcel. Él argumentaba que lo habían involucrado por confusión, por ser solidario con un amigo. Y Victoria prefirió no preguntar mucho más. Entre visitas le confió que estaba embarazada de Juan Pablo, su primer hijo, que nació el 24 de febrero de 1977. En aquellos tiempos Pablo llevaba un noviazgo de años con Noemí, que había enviudado y le llevaba unos pocos años, situación que su esposa conocía pero no podía evitar. Mientras crecía su poder económico, Escobar siempre se las rebuscaba para desaparecer con mujeres alegando reuniones de trabajo que se sucedían a cualquier hora. Y también se la pasaba de fiesta en fiesta junto a su primo, Gustavo Gaviria, tanto en Medellín, Cali o Bogotá mientras ambos incursionaban en el automovilismo. En 1984 llegaría su hija Manuela para felicidad de ambos, pero eso no impidió que Pablo viviera de juerga. Victoria Eugenia Henao relató en su libro Mi vida y mi cárcel con Pablo Escobar de Editorial Planeta, que gran parte de estas historias de amor paralelas de su marido las pudo saber recién cuando se puso a viajar para investigar con el fin de poder redactar su obra. Allí describió más allá del dolor que le provocaron las infidelidades, cada detalle de esas relaciones que lo alejaban de la vida en familia que tanto ella como sus hijos anhelaban porque pese a todo, lo amaban. Retrato de familia. El narco, su esposa y los dos hijos del matrimonio: Juan Pablo y Manuela Su esposa describió con detalles inéditos que una de las amantes que marcó a fuego su vida fue Wendy Chavarriaga Gil, una morena muy alta y atractiva cuya vida culminaría de manera sangrienta a pedido del mismísimo Pablo. La conoció recién llegada de un viaje por los Estados Unidos con la intención de generar nuevos negocios. Y quedó tan impactado que le propuso un nuevo encuentro al que sucedieron otros hasta terminar en una relación apasionada que se extendió por varios años. Wendy era una mujer rica y poderosa, podría decirse la primera millonaria en la vida de Escobar, quien se arreglaba para verla por las noches después de cenar en su casa junto a su familia. De repente se excusaba con una reunión que le había surgido y se iba. Pablo por entonces tenía su propio programa de noticias llamado Antioquia al día en el canal Telemedellín que se emitía desde una propiedad cuya dueña era nada menos que Wendy. Por ese entonces Escobar había comenzado una carrera política para llegar a ser congresista representando al movimiento Alternativa Popular. Y ella lo acompañaba y se mostraba a su lado en cada encuentro político tanto público como privado. Las excusas ante Victoria, su esposa, eran siempre las mismas. “Me ayuda en mi carrera para llegar a la Cámara de Representantes, nada más que eso. Vos sos la única mujer de mi vida”, escuchaba ella, le creía aunque desconfiaba y seguía adelante como podía. Además de con sus ocasionales amantes, algunas más estables que otras, Escobar se la pasaba de fiesta con mujeres que hacía llegar de distintas partes del mundo a hoteles top cuando viajaba a los Estados Unidos, tanto en Miami como en Nueva York. Otras arribaban también cuando se hallaba en Colombia procedentes de Brasil y hasta de clubes nocturnos franceses como el Folies Bergére y el Crazy Horse. Pablo Escobar hizo llevar a Colombia a mujeres desde destinos lejanos como París Allá por 1982, Pablo resultó electo representante suplente en la Cámara de Representantes. Y con el objetivo de cumplir sus tareas periodísticas surgió en su vida Virginia Vallejo, reconocida profesional, además escritora, modelo, locutora, conductora de la televisión colombiana y quien con el tiempo se convertiría en su biógrafa. Se enamoraron y juntos protagonizaron una historia de pasiones que dio que hablar. Lo que sorprendió fue que él seguía adelante también con su esposa, con Wendy y un poco más esporádicamente con “Alcira, reina del café, con la reina de Antioquia, con Luz Angela, reina de Medellín y con una voleibolista de Caldas. Y estaba por llegar otra que haría historia con él: Elsy Sofía, reina de la ganadería. Todas al mismo tiempo”, detalló así Victoria Eugenia Henao, la madre de sus hijos, en su mencionado libro, conocido como “El testimonio de la esposa del narco más peligroso del mundo”. Pablo tenía tiempo para todas. A algunas hasta se atrevió a llevarlas hasta su Hacienda Nápoles, su preferida, conocida entre otras cosas porque había montado un zoológico con animales que trasladó desde los Estados Unidos en barcos y aviones. Y alguna que otra vez Victoria lo sorprendió con una de ellas al llegar por sorpresa. También las veía cuando lo deseaba en la disco Kevins, adonde además concurría con su esposa. Y cuando ella llegaba sola con su grupo de amigas, a Pablo le avisaban y se retiraba por la puerta de atrás. Elsy Sofía lucía su cabello rubio y ondulado y era tan impactante como Wendy y Virginia. Pablo disfrutaba cuando llegaba con cualquiera de ellas a algún lugar porque las mujeres sorprendían y encantaban con su sola presencia. Pero en la vida de Pablo convivían casi al mismo tiempo tanto la felicidad como la desgracia, la desventura, la insatisfacción, el hartazgo y la traición, condición esta última que el capo narco no soportaba de nadie y menos aún de sus mujeres. Con las dos últimas las cosas terminaron de la peor manera. Pese a estar casado con Victoria Eugenia Henao, los medios de comunicación colombianos mencionaban por entonces que Escobar se iba a casar con Virginia, una verdadera locura. Él ante su esposa se excusaba diciendo que se trataba de especulaciones del periodismo amarillo que solo buscaba destruir su matrimonio con ella. Y Victoria seguía soportando ya sin saber cómo lo hacía. Pero el final entre Pablo y la periodista notable estaba cerca. Él fue quien decidió cortar el romance para siempre por una causa que no toleró, una supuesta infidelidad que describió su propia esposa en el capítulo Las mujeres de Pablo. Según su mujer, a Escobar le confirmaron que lo habría engañado nada más y nada menos que con Gilberto Rodríguez Orejuela, uno de los líderes del Cartel de Cali, enemigo acérrimo de su marido. Y no hubo vuelta atrás. Popeye, jefe de sicarios de Pablo Escobar en una imagen de los años 80. El capo del cartel de Medellín ordenó la muerte de Wendy y su empleado la ejecutó El final de Wendy fue tremendo, propio de la violencia sin fin con que el narcotraficante se manejaba en su vida pública y privada. La joven esperaba un hijo de Pablo y decidió no decírselo porque se ilusionaba con refugiarse en los Estados Unidos y que su bebé naciera en esas tierras. Pero como sucedía siempre, el hombre lo supo y la hizo abortar a la fuerza con la intervención de sus hombres de confianza que la sujetaron con violencia y de un enfermero que procedió a la intervención. Cuando despertó ella hasta intentó suicidarse. Con el tiempo pese a lo ocurrido siguieron viéndose por un tiempo, pero luego todo terminó entre ellos. La mujer se refugió en la contención que le brindó Jhon Jairo Velásquez Vásquez, conocido como Popeye, fiel ladero del mafioso y jefe de sicarios de su grupo delincuencial. Y se terminaron enamorando. Ante tal situación Popeye decidió que su jefe lo supiera y le pidió su permiso para poder continuar con ella, sosteniendo que si él lo desaprobaba lo acataría. Pablo, desconfiado y hábil como era dio su consentimiento, pero decidió saber más acerca de ella porque presintió que algo extraño pasaba a su alrededor. Así consiguió que comenzaran a hacerle escuchas telefónicas que habrían confirmado que ayudaba a las autoridades militares colombianas para que fuera atrapado. Pablo enfureció y le encargó a Popeye, despiadado como era, que la matara. Se encontraron en un restaurante y éste la ejecutó a punta de pistola. Obedeció la orden sin chistar, para no pasar a ser otro de los tantos muertos de la innumerable lista de los asesinados por mandato de Pablo Escobar.
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