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  • Pasó 20 años preso por un crimen que no cometió hasta que una carta reveló la verdad

    » Tumisiones

    Fecha: 23/01/2025 14:11

    Kevin Dugar cerró los ojos y dejó que el eco metálico de la puerta de su celda se apagara en su mente. Llevaba una década en la prisión de Illinois, enfrentándose cada día al recuerdo de lo que había perdido: su libertad, su hija, la vida que soñaba. El 2013 había llegado con su gélido otoño, y Kevin intentaba encontrar calor en la rutina, en las conversaciones escasas con otros internos, en las cartas que llegaban de vez en cuando. Pero aquella carta era diferente. El sobre llevaba el nombre de su hermano gemelo Karl, con quien no había hablado en años. Según reseña NBC el vínculo entre ellos había sido más que especial. Kevin y Karl eran idénticos en rostro, gestos y maneras. En su infancia, en un vecindario empobrecido de Chicago, se vestían igual, intercambiaban roles para confundir a maestros y amigos, y compartían un apodo: “Twin”. “Siempre seremos uno”, decían de niños, una promesa que parecía tan natural como respirar. Pero con los años, esa unión perfecta se había fragmentado. Ambos habían seguido caminos similares en la juventud, entrando al mundo de las pandillas bajo la influencia de primos mayores que glorificaban la violencia y el dinero fácil. Sin embargo, cuando Kevin intentó dejar atrás esa vida, Karl se hundió más profundamente en el caos???. El 22 de marzo de 2003 fue la noche que cambiaría sus vidas para siempre. En una esquina de Uptown Chicago, Antwan Taylor, miembro de una pandilla rival, cayó muerto a tiros. Según testigos, el tirador vestía de negro y huyó corriendo hacia un parque cercano. La policía pronto vinculó el asesinato a los Vice Lords, la pandilla a la que Kevin había pertenecido años atrás. Aunque no había pruebas físicas, detalla AP, las declaraciones de Ronnie Bolden, un sobreviviente del ataque, y de otro testigo lo señalaron como el asesino. “Él lo hizo”, afirmaron. Kevin no llevaba barba en ese momento, pero nadie mencionó que Karl sí la usaba entonces??. Cuando lo arrestaron, Kevin supo que enfrentaba algo más grande que él. Los detectives le ofrecieron un trato: admitir el crimen a cambio de una condena más corta. Pero Kevin no podía. “No voy a declararme culpable de algo que no hice”, dijo una y otra vez, reseña NBC. Confiaba, tal vez ingenuamente, en que la verdad prevalecería. Su abogado le advirtió que el sistema no funcionaba así, pero Kevin se aferró a su inocencia como a una tabla en medio de un océano embravecido??. En el juicio, las declaraciones de los testigos fueron decisivas. Bolden aseguró que podía distinguir a Kevin de Karl, aunque admitió no conocer sus nombres reales. Las inconsistencias en los testimonios no fueron suficientes para generar dudas razonables en el jurado. Kevin fue condenado a 54 años de prisión en 2005. En su mente, el mundo se detuvo en el momento en que el juez dictó sentencia. Su hija, entonces una niña pequeña, crecería sin él. Todo por un crimen que, sabía, no había cometido???. Karl, mientras tanto, guardó silencio. Visitaba a su hermano en la cárcel y escuchaba con atención cuando Kevin hablaba de su caso. Pero nunca confesó la verdad. Una década pasó antes de que finalmente se quebrara... Hasta que en 2013 envió esa carta. “Hermano, soy yo el culpable. No puedo seguir viviendo con esto”, escribió Karl, admitiendo que había sido él quien disparó esa noche fatídica. “Perdóname por todo el dolor que te he causado”, decía en la última línea, como si las palabras pudieran reparar lo irreparable??. Kevin quedó paralizado al leer la confesión. Había soñado con una verdad que lo liberara, pero nunca imaginó que llegaría de esa manera. Durante semanas, no supo qué hacer. Guardó la carta en su celda, leyéndola una y otra vez, intentando procesar el torbellino de emociones. Finalmente, escribió de vuelta a Karl, pidiéndole que se presentara ante las autoridades y testificara. Karl lo hizo. En 2016, declaró en una corte que él era el responsable del asesinato. Sin embargo, su testimonio fue desestimado. Los fiscales argumentaron que Karl, cumpliendo ya una sentencia de 99 años por un violento allanamiento en 2008, no tenía nada que perder al asumir la culpa. Incluso el juez cuestionó su credibilidad, señalando que los gemelos solían intercambiar identidades en el pasado??. La justicia parecía cerrarle las puertas a Kevin una y otra vez. Su caso fue llevado al Centro de Condenas Injustas de la Universidad Northwestern, donde un equipo de abogados y estudiantes de derecho se comprometió a luchar por él. Analizaron la confesión de Karl y las inconsistencias del juicio original, argumentando que un jurado habría llegado a una conclusión diferente si hubiera tenido toda la evidencia. En 2021, después de casi 20 años, una corte de apelaciones finalmente concedió a Kevin un nuevo juicio. El tribunal no declaró automáticamente su inocencia, pero reconoció que las circunstancias merecían ser revisadas???. El 25 de enero de 2022, Kevin salió por las puertas de la prisión del condado de Cook. Aunque ha recuperado parte de su vida, Kevin transita un camino complicado. Por ahora vive en un centro de transición, sujeto a estrictas condiciones mientras espera la decisión final sobre su caso. Algunos días se siente esperanzado, soñando con un futuro donde pueda reconstruir su relación con su hija y encontrar una forma de sanar. Otros días, la incertidumbre lo consume. Pero algo es claro para él: no guarda rencor hacia Karl. “Lo amo. Es mi hermano. Él no es el culpable de que yo estuviera en prisión; eso fue el sistema”, dijo a The Guardian, aunque sus palabras cargan el peso de la contradicción?. Fuente: Infobae

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