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» Diario Cordoba
Fecha: 23/01/2025 08:36
Pide limosna en una acera, sentada en el suelo. Es una mujer real. Tendrá unos 20 años; otros días, tiene unos 70. Su delgadez es la delgadez de la pobreza. Su sabiduría es la sabiduría de la pobreza. Su hambre es el hambre de la pobreza, porque sólo ella sabe que el hambre no es tener ganas de comer; el hambre es esa humillación profunda, esa desolación profunda, esa desesperación sin horizonte, de tener ganas de comer y saber que no se va a comer. Sólo el buen Dios vela por ella. Su sabiduría es el frío de enero y el acero fundido de agosto. Su sabiduría es la sabiduría de los pobres: la soledad. Su alma son todos los sueños que ve en nosotros cuando pasamos a su lado, y nosotros no la vemos, porque está al nivel de la pobreza. Cada mañana, a poco de amanecer, viene de donde su pobreza vive y duerme, y se sienta en una acera del centro de la ciudad, sobre un cartón. Si llueve, se refugia en un portal, donde quien la mira no repara en ella. Cuando calla la lluvia, vuelve a su suelo y su cartón. Lleva siempre la cabeza cubierta por un pañuelo. Lleva siempre una falda hasta los pies. Lleva siempre la misma ropa, liviana, etérea, que nunca cubre su frío, sólo el pudor de su pobreza. Si acaso, cuando el frío nos iguala a todos, lleva una rebeca que habrá pasado por mil cuerpos, y ya sólo abriga en su transparencia. Su calefacción es la pobreza. Cuando hace mucho frío, se levanta un momento y va a la vuelta de la esquina, por donde desciende a la ciudad el sol de los pobres, ese sol tibio que apenas calienta y enseguida atardece. Se pone en el centro de la calle, de espaldas a ese sol, para calentarse la espalda. Su sol es la pobreza. Entonces los rayos la convierten en un ángel. Toda ella refulge; desciende del mundo de los bienaventurados; resplandece como si toda ella fuera luz, porque una luz misteriosa la viste con toda la belleza. Al sentir el tibio abrazo, cierra un momento los ojos y entonces es la dueña de sus sueños: sueña con un espejo, y se mira, y se ve guapa; sueña con unos zapatos de tacón, y camina, y se ve joven; sueña con que come exactamente lo que sueña; sueña con que es real, sueña con que vuela. No es un percentil en la función gaussiana de la campana de Gauss; no es un porcentaje de una estadística, no es el personaje de la letra de una canción, no es el sujeto de una novela social; es una mujer concreta, un alma concreta, con su nombre, con su día de nacimiento, con su manera de andar, su manera de tiritar, su manera de soñar; pero, sobre todo, con su silencio, un silencio para dentro, el silencio de la pobreza, el silencio de que los demás vivamos como si ella no fuera nada, como si no existiese. *Escritor
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