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  • Clave para Vaca Muerta: Milei celebra el plan de Trump pro petróleo y su rechazo a la agenda ecologista : ADN21

    Parana » Adn21

    Fecha: 22/01/2025 02:15

    “Dril, baby, drill”. De todas las frases con destino de título periodístico que pronunció Donald Trump en su discurso de asunción, tal vez esa sea la que más directamente toca a los intereses argentinos. El verbo “drill”, en traducción literal, significa perforar, y es una expresión corriente en la industria petrolera. Pero para quienes están por dentro de la industria, el mensaje quedó claro. Estados Unidos tiene uno de los mayores yacimientos del mundo de petróleo y gas y, como dijo Trump, “está dispuesto a usarlo”. Ese combustible es del tipo “sale”, es decir el combustible no convencional que se encuentra en el interior de las rocas, y cuya extracción requiere una controvertida tecnología de fractura hidráulica conocida como “fracking”. Sí, el mismo tipo de petróleo y gas que se encuentra en Vaca Muerta. ¿Por qué Trump hizo referencia al tema petrolero en su discurso inaugural? Para empezar, porque fue uno de los temas fundamentales de su campaña electoral. Trump habló sobre el incremento de la producción petrolera por varios motivos: planteó que era una forma de bajar la inflación, además de una revitalización de ciertas economías regionales y una disminución de la dependencia de proveedores problemáticos. Pero el tema petrolero no es apenas una cuestión económica o geopolítica para Estados Unidos. Es, a esta altura, también parte de la “batalla cultural” entre el progresismo y el liberalismo. La oposición a la técnica del fracking es una de las banderas preferidas por los partidarios de la agenda ambientalista, y no por casualidad, Trump eligió ese tema para debatir en estados como Pennsylvania -uno de los swinging states que inclinan la balanza electoral-, donde se encuentra uno de los mayores yacimientos de shale oil. Su promesa de campaña fue levantar todos los impedimentos regulatorios para la explotación del hidrocarburo, aun cuando había denuncias sobre contaminación del agua. El entonces candidato respondía con un mantra: “frack, frack, frack” y el ahora célebre “drill, baby, drill”. A juzgar por los resultados, fue un mensaje persuasivo: en esos distritos rurales se impuso por más de 70% de los votos, lo que refleja que la expectativa de la población local por hacer dinero con los royalties supera a los miedos por las amenazas ambientales. Claro que Trump no sólo les debía la promesa de campaña a los votantes de la Pennsylvania rural. También se los debía a los gigantes de la industria petrolera, que estuvieron en la primera fila de los financistas de su carrera a la presidencia. En una reunión en la famosa residencia de Mar a Lago, Trump solicitó u$s1.000 millones para ayudarlos en su campaña de oposición al “Green New Deal” promovido por el partido Demócrata. Trump prometió un verdadero boom petrolero, en el que no sólo multiplicará la producción para el consumo interno, sino que además aumentará su presencia exportadora. Lo cierto es que, por más que sus promesas se cumplan, a Estados Unidos le falta mucho para cortar su dependencia del petróleo importado: sigue comprando una media de 2.400 millones de barriles diarios, y está en conflicto con sus dos principales proveedores, Canadá y México. Trump promete independizar energéticamente a EE.UU. a través de la extracción de petróleo y dice que los precios de la gasolina estarán por debajo de los 2 dólares por galón si es elegido. pic.twitter.com/jja9LoFGLL — Emmanuel Rincón (@EmmaRincon) January 12, 2024 El tercero en el ranking es Venezuela -donde opera la empresa Chevron-. Algo que, según los analistas, explica la cautela con la que Washington se está moviendo ante el régimen de Nicolás Maduro. Efecto Donald Trump sobre los precios El discurso de Trump influye sobre la situación de Argentina. Y mezcla buenas y malas noticias. En el corto plazo, las declaraciones de Trump confirman lo que los analistas sospechaban desde hacía tiempo: el nuevo presidente sabe que muchas de sus nuevas medidas pueden ser inflacionarias -como la suba de aranceles a productos chinos, por ejemplo- y que, a modo de compensación, quiere inducir una brusca caída en el precio de la energía. Actualmente el crudo Brent cotiza a u$s79, y hay expertos que creen que bajo la gestión Trump los precios podrían caer a la zona de u$s50, una cotización que no se veía desde los días de la pandemia. La explicación es que al incremento de oferta global que supondrá la política energética de Trump se podría sumar una retracción de la demanda, por el freno en la economía de China, uno de los principales consumidores de hidrocarburos, que no está creciendo a la velocidad de otros tiempos y, además, está en pleno proceso de transición al transporte eléctrico. Puesto en números, se prevé que en 2025 haya, todos los días, un exceso de un millón de barriles de crudo. La Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) tuvo que poner en revisión su previsión original de agregar, para este año, unos 180.000 barriles por día. Los expertos señalan que, aun cuando los jefes de la OPEP cambiaran totalmente de plan y decidieran no aumentar la oferta, igualmente habría un excedente que, en el segundo y cuarto trimestre del año, sería particularmente grave, de casi 1,5 millones de barriles diarios. Javier Milei apuesta al petróleo A primera vista, esto es un motivo de preocupación para Argentina, que justamente está haciendo una apuesta a resolver su crónico problema de escasez de divisas gracias a la producción de Vaca Muerta. La balanza comercial de 2024 que acaba de ser publicada por el Indec revela la situación inédita de un superávit de u$s5.688 millones en el rubro energético, producto de exportaciones por u$s9.677 millones y de importaciones por u$s4.009 millones. Dicho de otra forma, el petróleo y el gas aportaron un 30% del superávit comercial nacional. Y las previsiones -tanto oficiales como del sector privado- apuntan a que esos números se incrementen dramáticamente. Todos los días llegan reportes de consultoras que hablan sobre la revolución productiva del yacimiento Vaca Muerta, como los de Energy Analytics Institute o Rystad Energy, donde se destaca datos como que, en un año se pasó de una extracción de 300 mil barriles por día a un nivel de más de 400 mil, y con tendencia a seguir subiendo. O que, en materia de gas, se registró una suba de 23% en un año. Y también abundan informes que proyectan a mediano plazo la producción energética. Sobre la base de un boom inversor, PwC se prevé que para el año 2030, las exportaciones de Vaca Muerta dejen en el país unos u$s30.000 millones, gracias a una producción estimada de 1 millón de barriles de petróleo y más de 250 millones de metros cúbicos de gas por día. Para tener una dimensión de la cifra, basta recordar que es similar a lo que el sector agroindustrial aportará en 2025, según la última estimación de la Bolsa de Comercio de Rosario. No sorprende, por lo tanto, que en el sector energético se repita la frase de que Argentina contará con “un campo número dos” en muy poco tiempo. Para 2025, las estimaciones más optimistas apuntan a que, gracias a la expansión del gasoducto Oldelval, que transporta petróleo desde Vaca Muerta a la costa patagónica, se incrementará el volumen exportable, que superaría los 300.000 barriles diarios. Hablando en plata, eso había llevado a expectativas de que el rubro energético dejara un ingreso neto de divisas por unos u$s8.000 millones. Pero claro, estos números se habían hecho tomando en cuenta los precios vigentes durante 2024. El riesgo de corto plazo para Argentina es que su esfuerzo de aumento exportador se vea neutralizado por una caída en el precio global, inducido por la política de Trump. ¿Ganancia para Vaca Muerta? Pese a todo, en el entorno de Javier Milei se considera que una caída de precios en el mercado es un mal menor en comparación con la ganancia principal: el rotundo compromiso expresado por Trump por la explotación petrolera tradicional y su rechazo al avance de la agenda neo-ecologista, que había cobrado fuerza por el apoyo europeo. Milei se alineó desde el inicio con la postura de Trump y desestimó a la avanzada ecológica como parte de la “agenda neo marxista” impulsada por las burocracias de los organismos internacionales. Y, de hecho, el presidente argentino planteó en todos los foros internacionales que la nueva locomotora de la economía argentina estará conformada por el petróleo, el gas y la minería. Hacia allí apuntan los principales esfuerzos de inversión externa directa, en el marco del RIGI. La confianza en la llegada de inversiones recae en el hecho de que hubo una “curva de aprendizaje” en Vaca Muerta que redujo los costos de producción a la mitad en un período de cinco años. Durante los últimos meses, el gobierno anunció la concreción de grandes proyectos de infraestructura -con los que, además de potenciar la exportación, espera sumar dólares para las reservas del Banco Central-. Argentina sube en el ranking petrolero Hasta ahora se anunciaron seis grandes proyectos. El último fue el de Pan American Energy, que desembolsará u$s2.900 millones para instalar en la costa Rio Negro un buque de licuefacción de gas natural, que llegará por gasoducto y saldrá con destino de exportación. Antes, el gobierno había celebrado los anuncios del área energética, como el Vaca Muerta Oil Sur, un consorcio de siete compañías liderado por YPF para conectar Vaca Muerta con Río Negro, y que implica un desembolso de u$s2.500 millones. Entre los participantes figura la estadounidense Chevron. La lista se completa con la inversión de u$s700 millones de Transportadora de Gas de Sur (TGS) para ampliar la capacidad de transporte en el gasoducto Perito Moreno -ex gasoducto Kirchner- en el tramo Salliqueló-Tratayén. Lo cierto es que, si bien las exportaciones petroleras de Argentina hacia Estados Unidos son relativamente modestas -u$s2,314 millones el año pasado- está subiendo aceleradamente, con un salto anual de 17%. Actualmente, Argentina figura en el puesto 14 de los que exportan petróleo al mercado estadounidense. Y, en principio, están dadas las condiciones para que escale algunos puestos en la tabla. Primero, claro, por el aumento de su capacidad exportadora. Pero, además, por la declarada vocación de consumo petrolero de Trump, justo en un momento en que se tensa su relación con los proveedores tradicionales.

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