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» Diario Cordoba
Fecha: 21/01/2025 11:54
Empezamos el año con revuelo en el mundo artístico. A las noticias sobre la apertura de nuevos espacios expositivos, como el de San Luis de los franceses en Sevilla y el museo del Renacimiento en el antiguo palacio de Requesens en Molins de Rei en Barcelona, se une la programación de las exposiciones temporales que se han previsto para este año. Desde la conmemoración del año Castelao en Galicia en relación el 75 aniversario de la muerte del artista e intelectual gallego, a las propuestas del palacio de Carlos V en Granada, la de Zurbarán en el Museo Nacional de Cataluña, y otra dedicada al mismo autor en el Museo Thyssen de Málaga, Pedro Orrente en el de Bellas Artes de Valencia, la retrospectiva sobre Anton Rafael Mengs en el Museo del Prado o la de José Mezquita en el museo del realismo español contemporáneo de Almería, plantear pequeñas escapadas dentro del territorio español para disfrutar de toda esta programación puede ser algo complicado debido a la variedad y calidad que se presenta. Sin embargo, no es esto lo que ha convulsionado el mundo del arte y el patrimonio histórico en nuestro territorio en las primeras semanas del año, sino algo por lo que el año pasado se criticó tanto el cartel de la semana santa sevillana: la utilización de un rostro conocido dentro de una obra artística. Como ya reflexioné en estas mismas páginas en relación con el cartel de Salustiano García, es curioso comprobar cómo esa interrelación entre el artista, su obra y la presencia de su retrato o el de su familia, o la de su entorno más cercano, fue algo habitual en épocas precedentes y se vivía con cierta naturalidad, sin embargo, actualmente genera un rechazo visceral. Si nadie se escandaliza por ver a la familia de Velázquez retratada en su Epifanía del museo del Prado, o al propio Rubens como parte del séquito que acompaña a los reyes de oriente en su adoración al Niño, hoy en día no se permite a Antonio López emplear una imagen de su mujer y su hijo para la propuesta de puertas de la fachada oeste de la catedral de Burgos, o a Salustiano García el rostro de su hijo como imagen del Resucitado. ¿Es el problema que se emplee un rostro reconocible, o que no sea el que se espera para una imagen de devoción? La presencia de los retratos de los comitentes en las obras que encargan, sean de tipo religioso o mitológico, era algo habitual. Así conservamos el magnífico retrato de Anton van Dyck de George Villiers y su mujer, Catherine Manners, presentados como Venus y Adonis, o el de Isabel Clara Eugenia como imagen de santa Clara dentro de la escena de los Defensores de la Eucaristía que propone Rubens para uno de cartones para tapices de los Triunfos de la Eucarística. La iglesia de San Miguel de Latre en Caldearenas (Huesca) nunca pensó que las pinturas costeadas por parte de un empresario de la localidad en las bóvedas del atrio fueran motivo para estar en el foco mediático. Todo porque el rostro del evangelista san Mateo aparece con los rasgos del que financia la obra. Independientemente de la polémica en relación con los permisos correspondientes de intervención en una iglesia del siglo XII por parte de Patrimonio de la junta de Aragón y de la propia diócesis de Jaca, a la que pertenece, la polémica estriba en tomar las facciones reconocibles de una persona cercana como pauta para una imagen devocional y que ésta, quizá, no sea un ejemplo de conducta que la sociedad admita. Caravaggio lo vivió en primera persona. Su Muerte de la Virgen del Museo del Louvre fue rechazada por emplear el cadáver de una prostituta ahogada en el Tíber como modelo para la figura de la Virgen. Las críticas, según las autoridades competentes del momento, residen en que los episodios sagrados deben presentar un decoro donde la inclusión de personajes barriobajeros reconocibles restaba un recato que no era adecuado para la devoción que se suponían para esas imágenes. Es algo que nos cuesta. La imagen de la divinidad no puede ser el vecino de la puerta de al lado, con todos sus defectos y virtudes que conocemos, y mucho menos la de una persona con problemas con la justicia. Pasar a la posteridad a través del arte, era algo que sólo se concede a unos pocos. El arte perdura mientras que la vida es breve. Necesitamos idealizar la realidad, o digerirla a pequeños bocados.
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