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» Diario Cordoba
Fecha: 21/01/2025 08:45
La alta incidencia de procesos infecciosos respiratorios y gastrointestinales víricos que padecemos y que desborda parte del sistema, sobre todo la maltrecha Atención Primaria, está generando un gran flujo asistencial de pacientes que se dirigen hacia los servicios de urgencias tanto hospitalarios como extrahospitalarios. Si a esto le unimos la falta de accesibilidad a los centros de salud con demoras inasumibles y, por tanto, sin dar solución, el conflicto está servido como estamos viendo y el comentario de que las urgencias están llenas de gente es lo habitual. Todo ello ha provocado un gran revuelo informativo respecto al deterioro de la asistencia sanitaria pública, cuestión esta que viene ya de largo. El concepto de gente, la gente, nos parece como más distante, más neutro, nos llega menos. Uno se acostumbra con el tiempo a utilizar el diccionario de la RAE, convirtiéndolo en un compañero indispensable a la hora de leer o escribir con el fin de conocer el significado real de las palabras ;y el término gente se define como: nombre colectivo no contable que significa ‘personas’. Es decir, en el ámbito médico y refiriéndonos al párrafo anterior, hablamos de personas en busca de alguien que les diga qué tiene que hacer ante una fiebre, tos, catarro, etc. Un titular de prensa de tirada nacional, de primeros de año, refiriéndose a esta cuestión señalaba un aumento de las urgencias hospitalarias en un 20% provocado por el fracaso de la Atención Primaria en esta época de alta incidencia de procesos víricos. Y es cierto. Los especialistas en medicina familiar y comunitaria que trabajamos en este ámbito repetimos una y otra vez, año tras año, que ante un aumento de demanda previsible, como ocurre casi todos los inviernos, habría que adaptar el sistema sanitario a esta situación no solo desde el punto de vista de la asistencia clínica inmediata de los pacientes (abordaje individual poco efectivo y poco eficiente en época de epidemia o alta incidencia) sino sobre todo, cuestión esta fundamental, transmitiendo consejos, instrucciones y conductas saludables y preventivas a la población (abordaje comunitario a través de la vacunación y la educación sanitaria). Es esta precisamente, la educación sanitaria, una de las competencias olvidadas y perdidas de los médicos especialistas en medicina familiar y comunitaria por las causas que todos conocemos y que no es la finalidad de este artículo. Un equipo básico de atención primaria bien organizado, bien dimensionado en cuanto a personal, con trayectoria, con implicación e influencia en el tejido social donde desempeña sus funciones, con habilidades en el manejo de medios de comunicación actuales, formando a los «agentes de salud» (extraordinario proyecto también olvidado) y con demora «0» en su centro de salud para facilitar la accesibilidad, presencial o no, puede mitigar de modo considerable la afluencia a los hospitales, que no es el primer lugar donde se debe acudir en época de epidemia en la mayoría de los casos. Es decir, dar respuesta a la gente. Pero bueno, hablamos de quimera, de una atención primaria que no levanta cabeza. (RAE: Quimera. Aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo). *Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y vicepresidente del Colegio de Médicos
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