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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 21/01/2025 04:35
Un centro de datos en EE.UU. requiere más de 1 millón de litros de agua diarios para enfriamiento (Imagen: Shutterstock) La inteligencia artificial (IA) ha transformado nuestra vida cotidiana. Desde usar ChatGPT para decidir qué cocinar con los ingredientes disponibles hasta resolver debates en segundos con herramientas como Claude, la IA se ha convertido en parte crucial de nuestras vidas. Sin embargo, esta revolución tecnológica tiene un costo ambiental significativo: una consulta en ChatGPT genera hasta 10 veces más emisiones que una búsqueda tradicional en Google. Desde los años 50 la inteligencia artificial se utiliza para procesar alta cantidad de información e imitar el pensamiento humano. Sin embargo, según el CPRAM (una gestora de activos), en los últimos años su uso se duplicó debido a los avances en la capacidad para procesar grandes volúmenes de información, permitiendo manejar modelos más complejos y realizar cálculos más rápidos, así como también la explosión de datos disponibles, crucial para entrenar modelos de IA. Claro está que nos ha traído incontables beneficios como detectar patrones en los datos y predecir resultados futuros con precisión a partir de datos históricos. Pero la pregunta es: ¿Los beneficios económicos y sociales de la IA compensan el coste ambiental de su uso? Los centros de datos no solo consumen grandes cantidades de energía, sino también agua: un centro promedio en EE.UU. utiliza más de 1 millón de litros diarios para enfriar sus componentes, similar al consumo de 1,000 hogares. Si esta tendencia sigue, su uso de agua podría superar al de países como Dinamarca para 2030. Además, la IA depende de minerales críticos cuya extracción no es sostenible. Según el Global Resources Outlook, la explotación de recursos podría aumentar un 60% hacia 2060 si no se cambian los patrones actuales de consumo y producción. No está todo perdido. Empresas líderes como Microsoft, Amazon y Google están tomando medidas para mitigar el impacto ambiental de la demanda energética de la IA y elegir fuentes de energía de bajas emisiones. Microsoft volverá a poner en funcionamiento la controversial central nuclear Three Mile Island, cerrada en 2019, bajo el nombre de Crane Clean Energy Center, que le proporciona la energía equivalente a la que se necesita para abastecer a 800.000 hogares, o 835 megavatios. El acuerdo con Microsoft se anuncia tras el convenio de Amazon con Talen Energy para adquirir la energía generada por la planta nuclear Susquehanna. Google no se queda atrás ya que también firmó un acuerdo para poder empezar a proveer de energía nuclear parte de sus centros de datos. Hasta Argentina presentó unos días atrás el Plan Nuclear Argentino para sumar una cuarta central nuclear a las tres existentes, ya que, según el presidente: “el potencial de desarrollo en inteligencia artificial es tan inmenso que con la energía convencional no va a alcanzar para abastecer esta nueva demanda”. En el ámbito del hardware, Nvidia ha presentado un “superchip” que promete revolucionar el rendimiento de la IA generativa. Este chip mejora la eficiencia energética al proporcionar 30 veces más rendimiento utilizando 25 veces menos energía. La IA también está desempeñando un papel clave en la transición energética. Los algoritmos de aprendizaje automático permiten predecir con precisión la demanda energética mediante el análisis de datos climáticos, históricos y patrones de consumo humano. Esto ayuda a equilibrar oferta y demanda, y facilita la integración de fuentes renovables, como la energía solar y eólica, cuya producción es intermitente. Al optimizar la generación, distribución y consumo de energía, la IA se convierte en una herramienta esencial para construir un sistema energético más eficiente, confiable y limpio. Respecto a la pregunta inicial sobre si los beneficios de la IA compensan el coste ambiental de su uso: el tiempo dirá. La inteligencia artificial podría mitigar entre el 5% y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero para 2030, según el World Economic Forum. Sin embargo, lograrlo requiere que las empresas sigan optimizando sus procesos para ahorrar energía y migrar a fuentes de bajas emisiones, lo que también disminuirá el uso de recursos y promoverá un desarrollo sostenible.
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