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  • Una mirada desde la alcantarilla. La bicicleta de Andrés Borgetto

    Parana » Ahora

    Fecha: 20/01/2025 09:44

    * Bicicleta Me gusta la palabra pedalear, la conjugación en todos los tiempos, revivir mi experiencia sobre dos ruedas por primera vez. Recuperar el olor a la gomita que le cambiaba el bicicletero que vivía atrás de la iglesia, frente a mi casa, recordar la sombra del árbol de paltas inmenso que después quitaron. Tener en el aire vacío el sonido de las ruedas patas para arriba, la tracción de la cadena enganchándose de vuelta. La bicicleta es un testigo de la infancia de todxs, de casi todxs, del cuerpo equilibrándose, de la conciencia de la fuerza propia para moverse hacia adelante aunque las zonas sean empinadas, de la libertad de soltar las piernas y las manos en bajada, el pelo como una lluvia acariciando la cara, la alegría desprendiéndose como gotas que salpica un perro. * Andrés me dice “estoy haciendo un boletín”, me lo cuenta en WhatsApp entusiasmado mientras del otro lado, mi hija Francisca recibe los mensajes y los ignora para seguir abriendo los episodios de Bluey en Youtube. Por ahí me dice que llamó alguien, en realidad ella tocó mal una tecla y es ahí cuando veo los mensajes de Andrés. * Andrés es Andrés Borgetto el profesor de la UADER que andaba en las marchas de AGMER, en las de la Memoria, en la militancia por las cosas justas. Subía y bajaba las escaleras de la Normal y nos cruzábamos saludos, alguna charla breve sobre la escritura, sobre poetas, sobre iniciativas que nos quitaban el tedio de los módulos que iban volviéndose iguales, pienso que era el profesor que se interesaba por todo, conmigo hablaba de literatura, con otro de fútbol, con alguien más de historia. Ahora está jubilado pero no al cuete: “una confesión, que creo que no te dije: empecé Ciencias de la Educación en 1984. Me metí en el Centro y todos los compas de la comisión eran de Comunicación Social. Les tenía una envidia bárbara: salían con cámaras, tenían redacción… y nosotros encerrados estudiando a Piaget. En 1985 casi me cambio de carrera. Mis compas de estudio me “convencieron” que lo mío era la docencia.” Esa inquietud intelectual se transporta también sobre ruedas que no frenan. Se le dio por escribir crónicas, editoriales y por fundar, en comunión con la poesía, El juego en que andamos. Hace trescientas copias de una hoja A4 que, plegada sobre sí, contiene cuatro páginas con textos diferentes. Las reparte a domicilio en bicicleta por la ciudad, esto supongo que lo ayuda a mantenerse en movimiento, a conservar intacto el espíritu joven y combativo. Andrés no es tibio, se pronuncia con ideales e ideas. Invita a pensar, es idóneo en lo que cree y hace, pero también busca confrontar con argumentos, con lo diferente, no excluye en medio de tanta banquina que nos expone a la marginalidad, al silencio o al odio. Buscan que odiemos, que nos indignemos y que todo esté dicho desde un poder (político o mediático) por eso esta curva en la comunicación me resulta inteligente, sensible y necesaria. Andrés no esperaba que yo escribiera, como yo ignoraba que los boletines tenían una página de poemas y que ahí encontraría versos de Lengua montaraz, un libro que escribí en el 2020, poemas de Cuaderno de brujas de Pamela de Battista, versos de Juarroz, la referencia hermosa a Gelman que invita a que nos movamos para transformarnos. Si me dieran a elegir, yo elegiría esta salud de saber que estamos muy enfermos, esta dicha de andar tan infelices. Si me dieran a elegir, yo elegiría esta inocencia de no ser un inocente, esta pureza en que ando por impuro.Si me dieran a elegir, yo elegiría este amor con que odio, esta esperanza que come panes desesperados. Aquí pasa, señores, que me juego la muerte. *

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