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  • San Sebastián y la Fiesta del Pan en Lubrín

    » Diario Cordoba

    Fecha: 20/01/2025 09:23

    Enmarcada entre el azul del cielo y asentada sobre una colina al pie del Cerro de San Marcos, se alza la villa almeriense de Lubrín, situada a 75 kilómetros de la capital. El culto a San Sebastián, patrón de arqueros, soldados y atletas, se halla muy extendido por todo el orbe. Pero en la comarca del Campo de Tabernas es el santo que cuenta con un mayor número de festejos: su fiesta se celebra en Lucainena, Tabernas y Lubrín, población ésta donde es muy conocida su Fiesta del Pan. Se cree que esta celebración tuvo su origen en una promesa colectiva realizada en pago de algún favor de intermediación realizado por el santo. Es presumible que al comienzo, en tiempos de don Juan de Austria, se celebrara como fiesta de Moros y Cristianos, cuyos actos principales girarían en torno a la toma y posesión de la imagen por parte de alguno de los contendientes, con la conversión final del bando musulmán. De ahí fue evolucionando hasta alcanzar su formato actual. En la fiesta se lanzan miles de roscas de pan a la figura de San Sebastián cuando pasa por las calles. Su objetivo ya no es, como antaño, el de ayudar a paliar el hambre entre la población más desfavorecida. Ahora tal acto ha quedado convertido en un recurso simbólico que preserva tan arraigada tradición, transformada en una atracción más para el turismo. Para algunos visitantes extranjeros aquello que presencian poco tiene que ver con las costumbres de sus tierras de origen. Pero no para todos: en un pueblo de Bélgica, por ejemplo, se conserva una tradición parecida llevada hasta allí por los Tercios españoles de Flandes, si bien es cierto que esta celebración no posee el carácter religioso que presenta la de la villa andaluza. Desde 1992 ambas fiestas se encuentran hermanadas. Ese mismo año los belgas trajeron más de 300 roscas para compartirlas en la festividad con los habitantes de Lubrín, población que mantiene hoy la singularidad de su celebración, sobre todo por la significación religiosa que ha detentado desde sus orígenes. Tras el lanzamiento de cohetes, todo el pueblo participa en la fiesta lanzando roscos o actuando como «rosqueros», es decir, peleando en una singular batalla callejera a fin de coger el mayor número posible de ellos, con gran competencia entre los diversos grupos que se forman al paso del cortejo. Lo que más distingue a esta fiesta de otras similares es el enorme número de panes que se lanzan; también el que muchos de ellos se guarden durante todo el año como símbolo de protección contra los males que pudieran acechar a cada una de las familias del lugar. En la procesión procura mantenerse un cierto orden, pese a la algarabía que se manifiesta durante el recorrido. A su término, muchos degustan los roscos con atún y anchoas. Por la tarde hay atracciones musicales y, al anochecer, se celebra un baile. Así se cumple cada año con la tradición. El sábado siguiente, en el Marchal de Lubrín, y en honor del santo, se mantiene viva la celebración de las recitaciones de Moros y Cristianos: un exponente más de la cultura tradicional de estos habitantes del Campo de Tabernas. Todos aquellos que participan en la Fiesta del Pan ven reforzada de este modo su identidad, restableciendo así su equilibrio y el de cuantos grupos participan en ella. Potenciada desde el Ayuntamiento, la tradición singulariza a Lubrín dentro de la comarca, contribuyendo a realzar el patrimonio cultural de toda ella. *Catedrático

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