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» Diario Cordoba
Fecha: 19/01/2025 11:17
La Organización Mundial del Trabajo OIT sitúa a España dentro de los países con menor brecha entre los salarios más altos y los más bajos, dentro de un panorama global en el que la desigualdad salarial se ha reducido en las últimas décadas, aunque con claras discrepancias entre países en los que este proceso se ha producido de forma decidida y otros que, en cambio, han seguido el camino inverso. Sea cual sea la evolución general o particular, según el criterio de este organismo dependiente de la ONU, en todos los casos estas diferencias «siguen siendo inaceptablemente altas». El informe muestra que, a nivel mundial, el 10% de los trabajadores con sueldos más bajos ganan solo el 0,5% de la masa salarial (un reparto similar se da en España), mientras que el 10% con retribuciones más elevadas gana casi el 38% (el 23%, en cambio, en España). El incremento de la acumulación de riqueza global en un reducido grupo de megamillonarios (con consecuencias políticas de las que el presidente de EEUU Biden ha alertado en su discurso de despedida) no puede ser trasladado directamente a lo que sucede entre los asalariados, incluso si entre ellos incluimos a quienes ejercen funciones directivas o trabajan en sectores donde se cotiza el talento. El hecho de que España se sitúa entre los países con baja desigualdad salarial en términos relativos respecto a países como Francia, Italia o el Reino Unido tiene diversas causas, muchas de ellas con implicaciones positivas en términos de equidad. Otras pueden no serlo tanto en términos de competitividad. Se han sumado la disminución de la inflación, la compensación parcial del nivel adquisitivo perdido durante esta fase inflacionaria gracias a los incrementos salariales (aunque los indicadores son ligeramente discrepantes entre el informe de la OIT, que señala una pequeña pérdida desde 2021 del 1,5%, y del 4,5% desde 2008, y el INE español, que en cambio aprecia una ganancia de ocho décimas desde 2018), el incremento sostenido del salario mínimo y otras políticas anticrisis de componente redistributivo. Otro informe publicado esta misma semana advertía de que, en España, la brecha salarial entre las grandes empresas y las pequeñas aumentó durante el 2024: las primeras incrementaron sus remuneraciones tres veces más que las segundas. Observar los indicadores difundidos por la OIT desde este prisma podría hacer llegar a otra conclusión menos satisfactoria: a interpretar el menor crecimiento de las retribuciones más elevadas en España como reflejo de una menor presencia de empresas de mayor tamaño y competitivas internacionalmente. Con todo, una cosa son las retribuciones salariales y otra, la renta real. Y aquí aparece un factor de desigualdad que cada vez tiene más peso: la de quienes deben hacer frente con su sueldo a la escalada del mercado del alquiler, o ni siquiera pueden planteárselo, como sucede entre gran parte de la población más joven, y la de quienes quedan al resguardo de ello al haber podido acceder a una vivienda en propiedad o haber conseguido un piso con algún tipo de protección pública. Un motivo más para poner en el centro de las políticas públicas reales (y no solo en el del discurso político, aunque eso ya represente un avance) la creación de condiciones que permitan el acceso a este derecho en condiciones asequibles a cada nivel de renta.
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