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  • Adrien Brody, un arquitecto exiliado que apunta a Oscar en 'The Brutalist': "Todos deberíamos de poder vivir seguros y no sentirnos perseguidos"

    » Diario Cordoba

    Fecha: 19/01/2025 11:15

    "Mi trabajo siempre es personal, le he dedicado mi vida, y siempre busco oportunidades, como esta, de habitar un personaje de una gran complejidad, también con defectos". Adrien Brody(Nueva York, EEUU, 1973) es el gran favorito para conseguir el Oscar a Mejor Actor este año, pese a que aún no se han anunciado las nominaciones, gracias a su trabajo en 'The Brutalist', que se estrena el viernes 24 en España. Dirigida por Brady Corbet (Arizona, EE UU, 1988), la cinta recorre 30 años de la vida y el trabajo de László Toth, un ficticio arquitecto brutalista húngaro y judío, formado en la Bauhaus, que se ve forzado a exiliarse en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, cuando en el reparto de Europa entre las potencias aliadas, Hungría pasó a manos de la Unión Soviética. El argumento guarda ciertas similitudes con la historia familiar del propio protagonista: su madre, la fotógrafa Sylvia Plachy, nacida en una Budapest ocupada por los nazis, se vio forzada a dejar el país junto al abuelo de Brody tras la Revolución Húngara de 1956. Pero el actor, que pasó por Madrid este viernes junto al director y coguionista para promocionar el estreno, insiste en que, para empatizar con los traumas y sufrimientos ajenos no hace falta haber vivido una situación similar. "Muchas veces no somos sensibles a los problemas de los demás", explica Brody. "La belleza de las películas es que pueden abordar asuntos tan complejos como la inmigración trayendo el pasado al presente y tratando ese anhelo universal de intentar vivir una vida seguro, de no sentirse perseguido. Todos deberíamos poder acceder a esto, así como descubrir cómo hacer que este planeta sea más habitable e inclusivo". A pesar de que el título se refiere a un estilo arquitectónico, el brutalismo, el centro de la película es la capacidad de adaptación de un refugiado de guerra, judío, en un país nuevo donde es difícil encajar hasta el acento y cuyo sistema económico es implacable con los trabajadores. Dice su director -que escribió el guion junto a su pareja, Mona Fastvold- que esta, como todas las que ha hecho hasta ahora, es una película política "desde su diseño", no sólo porque se centra en hechos históricos, sino también porque "son películas poéticas sobre situaciones políticas y politizadas". Preguntado sobre si contribuirá a generar un mayor debate en torno a las políticas migratorias actuales, el director responde rápidamente: "Depende de cuánta gente la vea". Y en seguida, matiza: "La historia del cine demuestra que éste es un arte que apoya a las clases bajas, a los desvalidos. Y, sin embargo, mira dónde estamos todavía... Pero no hay otra que continuar trabajando y tratando de mantener esta conversación en un primer plano". Para Corbet es importante luchar, sobre todo, para generar conciencia entre las generaciones más jóvenes. "La película ya ha provocado muchos debates y creo que esa es la señal de que se trata de una obra de arte significativa", añade. La creación del Estado de Israel y el antisemitismo son otros asuntos que aborda el film, a través de las vicisitudes del protagonista, su mujer Erszebét -un personaje muy secundario, interpretado por Felicity Jones- y el entorno familiar y de acogida de Toth. El hormigón es político El brutalismo, un estilo arquitectónico nacido en los años 50 que se caracteriza por abordar proyectos de grandes dimensiones, por su relación con la escultura y por la construcción a partir del hormigón visto, es el marco estético en el que se desenvuelve la acción y se desarrolla el personaje. "Cuando trabajo en una película me gusta empezar estableciendo la época y construirlo todo alrededor de un lugar y un momento en el tiempo", explica Corbet. "En este caso me parecía la alegoría adecuada para explicar los temas que aborda la cinta". Para el director hay una conexión muy fuerte con la actualidad: Donald Trump, en su primer periodo como presidente de EE UU, mandó abandonar el brutalismo como estilo arquitectónico para los edificios federales y restablecer el clasicismo como modelo dominante. "Me parece fascinante que, setenta y tantos años después, la actitud de Trump refleje la misma del Tercer Reich hacia el diseño y la arquitectura modernistas". Y añade: "Es importante contextualizar a los espectadores, que sepan que esto está pasando hoy también". Aunque la cinta recorre un periodo de 30 años, la mayor parte de la historia ocurre en los años 50. Esa elección tiene todavía más significados. "En Estados Unidos, los conservadores realmente romantizan la década de 1950 y parece ser esa la época a la que están tratando de volver", explica el director. "Así que con esta película también trato de hacer un recordatorio amable de que, aunque se trató de un momento estéticamente rico y hermoso en la historia estadounidense, fue un periodo extremadamente problemático". Corbet admite que, mientras la escribía, tuvo muy presente el libro 'El manantial', de Ayn Rand, que inspiró la película dirigida por en 1949 por King Vidor, un director al que tuvo muy presente, dice, pero no por ese título en concreto. La novela, escrita en los años 30 y que también está relacionada con la arquitectura -el protagonista, Gary Cooper en el cine, es arquitecto- desarrolla un pensamiento contrario a las tesis de 'The Brutalist': se la considera un título fundamental en la defensa del individualismo social que caracteriza a la sociedad estadounidense. "Esta película establece un diálogo con el libro", explica Corbet, "desde un punto de vista de antítesis. Pero también creo que muchos trabajos fundamentales, como le ocurre por ejemplo a los escritos de Karl Marx, son a menudo malinterpretados. No es una declaración en contra del trabajo de Rand, pero sí una propuesta que sugiere de dónde vengo y cómo me siento. De todas formas, creo que era una época muy diferente y que a menudo se la difama injustamente". Siete años y muchas dificultades 'The Brutalist' es una cinta que costó siete años rodar. Tal y como el propio director admitió en su discurso tras recibir el Globo de Oro a Mejor dirección, tuvo que vencer muchas reticencias para lograr hacerla. "Me decían que era una cinta indistribuible. Me dijeron que nadie iría a verla. Me dijeron que la película no funcionaría. Nadie estaba pidiendo una película de tres horas y media sobre un diseñador de mediados de siglo en 70 milímetros. Pero funciona", decía. Desde que en 2018 Corbet se hiciese cargo de la historia, una pandemia y numerosas dificultades hicieron queel rodaje se fuera retrasando. Pese al empeño por hacerla en película de 70 mm -lo habitual, antes de que se impusieran los rodajes digitales, era hacerlo en 35 mm-, la cinta se ha distribuido fundamentalmente en digital, formato en el que se verá en la mayor parte de los cines españoles porque ya tan sólo hay tres salas que cuentan con un equipo para proyectar el formato en el que fue rodada. Sin embargo, el director le quita gravedad al hecho de que, pese al esfuerzo por trabajar en ese formato, la mayor parte del público la vaya a terminar viendo en su casa. "Creo que la experiencia del cine es extremadamente importante, pero el 90% de la vida de una película es en los hogares", admite. "Yo mismo he visto las grandes películas por primera vez en VHS". Insiste, una vez más, en la libertad creativa del director: "Todo se reduce a cuál es la historia que estás tratando de contar y cuál es el mejor formato para ella. Pero también es importante el haber conseguido esta autonomía creativa porque el equipo que decide trabajar en este proyecto ha aceptado trabajar conmigo. Así que también siento una obligación de entregarles lo que les dije que les entregaría". Después de un exitoso paso por el Festival de Cine de Venecia, donde ganó el León de Plata -Mejor dirección-, y por los Globos de Oro -con tres galardones: Mejor película dramática, Mejor actor y Mejor director-, 'The Brutalist' se perfila como la favorita para los Premios Oscar. Si consigue el reconocimiento a Mejor Actor, sería el segundo para Brody, que fue el más joven en recibir su primera estatuilla, en 2003 -tenía 29 años- por su interpretación en 'El pianista', de Roman Polanski. "Haber trabajado mucho en mi juventud para comprender este momento de la historia y poder representar las repercusiones del odio desenfrenado me dio más capacidad para comprender este personaje", reflexiona Brody. "Toth me ha dado una perspectiva más profunda de lo que suponen las dificultades y la pérdida, y de la necesidad de vivir con más empatía".

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