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  • Alcorques vivos, refugios de biodiversidad en la ciudad

    » Diario Cordoba

    Fecha: 19/01/2025 10:49

    La dinámica de la vegetación es un indicador clave de la salud ambiental, pues constituye una parte fundamental del ecosistema. Al ser el elemento más visible, la vegetación no solo configura el paisaje, sino que también actúa como el hábitat donde numerosos organismos viven, crecen, se reproducen y mueren. Por ello, su preservación es esencial. La vegetación evoluciona tanto estacionalmente, con cambios fenológicos, como la foliación o la floración, como a largo plazo mediante un proceso conocido como sucesión. Este proceso implica la colonización y extinción de poblaciones vegetales en un espacio determinado, culminando en una estructura de comunidad vegetal característica y estable, conocida como clímax. Aunque las plantas no pueden desplazarse, utilizan «diásporas»-semillas, esporas o propágulos-para colonizar nuevos hábitats. Estas unidades de diseminación se transportan por diversos medios: viento, agua, animales, o incluso a través de mecanismos autónomos de la planta,como el disparo de semillas. Otra forma de colonización es mediante el banco de semillas del suelo, que actúa como un reservorio latente, esperando condiciones favorables para germinar. En un nuevo entorno, las especies pioneras facilitan la llegada de otras plantas, promueven la tolerancia entre especies y, eventualmente, compiten mediante inhibición, utilizando estrategias químicas o físicas para limitar la expansión de competidores. En la actualidad, el diseño de ciudades sostenibles ha ganado relevancia, promoviendo espacios verdes que no solo embellecen el paisaje urbano, sino que también mejoran nuestra calidad de vida. Estos ecosistemas urbanos contribuyen al bienestar psicológico y físico al ofrecer servicios como la depuración del aire, la reducción de ruido y la mitigación de las islas de calor. Sin embargo, más allá de los jardines ornamentales y los árboles alineados, existe una flora silvestre, a menudo ignorada, que desempeña un papel crucial en la ecología urbana. Los alcorques, esos pequeños espacios en torno a los árboles de nuestras calles, pueden convertirse en diminutos refugios de biodiversidad. En ellos, los musgos, hepáticas y plantas ruderales-especies herbáceas pioneras de ciclo estacional y adaptadas a condiciones adversas-colonizan terrenos alterados como grietas, muros o bordes de caminos, ayudando a retener el agua. Estas plantasforman comunidades que interactúan con insectos, invertebrados y aves, promoviendo la biodiversidad en entornos urbanos. Recientemente, han surgido iniciativas para transformar los alcorques en espacios vivos mediante la protección de su flora espontánea, o con la introducción de especies ruderales adaptadas al medio urbano. Estas plantas silvestres no solo ofrecen un contraste visual al gris del pavimento, con su variedad de colores y texturas, sino que también actúan como indicadores de salud ambiental. Los proyectos de jardinería sostenible resaltan la importancia de esta flora como componente valioso de la ecología urbana. En ciudades como Córdoba, los estudios sobre flora silvestre han destacado la presencia de estas especies en parques, jardines y alcorques. Su mantenimiento no solo embellece el entorno, sino que también fomenta un cambio en la percepción del paisaje, invitándonos a apreciar su papel ecológico. Por tanto, Los alcorques vivos representan una oportunidad para redescubrir la biodiversidad en nuestras ciudades. Estos pequeños ecosistemas nos enseñan a mirar nuestro entorno de otra forma, destacando la capacidad de la naturaleza para adaptarse y prosperar incluso en las condiciones más adversas. Proteger y promover estos espacios es esencial para construir ciudades más sostenibles y humanas. Los alcorques vivos pues, no son solo un testimonio de la resiliencia de la naturaleza, sino también un recordatorio de nuestra capacidad para influir positivamente en el entorno que habitamos. Cada pequeño ecosistema urbano es una lección de sostenibilidad en miniatura, mostrando cómo incluso los espacios más humildes pueden convertirse en refugios de vida. En un mundo cada vez más urbanizado, estos pequeños actos de preservación y diseño consciente tienen el potencial de transformar nuestra relación con el entorno natural, inspirando un cambio hacia ciudades más equilibradas y armoniosas con la naturaleza. *Catedrática de Botánica. Universidad de Córdoba

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