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  • Mató a su pareja de 22 puntazos y ya goza de salidas transitorias

    » Elterritorio

    Fecha: 19/01/2025 05:50

    José Da Silva fue condenado a 18 años de cárcel por matar a la madre de sus siete hijos. Recién en 2030 cumplirá la pena, pero cada 15 días puede salir por 24 horas sábado 18 de enero de 2025 | 23:28hs. José Da Silva (56) cumple su condena en la Unidad Penal II de Oberá. Foto: ilustrativa En el alejado paraje de Sección Novena, municipio de Campo Ramón, aún resuenan los ecos del brutal homicidio de María Rosa Suárez (38), ultimada de 22 puntazos por su concubino y padre de sus siete hijos, José Da Silva, hoy de 56 años. El hecho se registró el 6 de diciembre de 2012 al mediodía y fue el desenlace de una secuencia de violencia que incluyó denuncias, exclusión de hogar y otras medidas judiciales, al punto que para el 12 de diciembre -seis días después del desastre- la pareja estaba citada a una audiencia en el Juzgado de Familia de Oberá. Incluso, luego se supo que el asesino regresó a la casa pidiendo perdón apenas tres días antes del crimen. Prometió que iba a cambiar y, una vez más, ella le creyó. Hasta que esa mañana, un mensaje de texto en el celular de Suárez desató la locura de Da Silva y la sala de la casita de madera se tiñó de sangre. Uno de los chicos, entonces de 9 años, fue testigo del horror y corrió a pedir auxilio a los operarios de la cooperativa eléctrica que trabajaban en una chacra cercana. Pero todo esfuerzo fue en vano, ya que una de los puntazos le perforó el corazón y la víctima falleció en el acto. El asesino escapó y se llevó consigo una soga con la cual intentó quitarse la vida, aunque falló en su intento. Dos días después fue detenido en casa de un conocido de la zona. En febrero de 2014 el Tribunal Penal Uno de Oberá lo condenó a 18 años de cárcel por homicidio simple. Por ello, cumplida más de mitad de la pena, Da Silva se encuentra en período de prueba y dispone de salidas transitorias de 24 horas, tras lo cual regresa a la Unidad Penal II de Oberá. Baño de sangre Tras su detención, el homicida intentó justificar su actitud en una supuesta infidelidad de su mujer, ya que dijo haber leído un mensaje de texto de contenido afectivo enviado por un vecino del lugar. Fue entonces que perdió la razón -argumentó-, tomó un cuchillo tipo carnicero de hoja larga y se lanzó sobre la víctima. El nene de 9 años se hallaba en el lugar y al ver la locura desatada corrió a pedir auxilio. El acusado permaneció prófugo durante poco más de 48 horas, hasta que fue detenido por la Policía cuando se ocultaba en la casa de un vecino, a sólo cuatro kilómetros de la escena del crimen. El cadáver de Suárez fue examinado en la morgue judicial de Posadas y se constató que presentaba 22 heridas punzocortantes en diferentes partes del cuerpo, entre ellas en la mano derecha y ambas rodillas, indicio de que la mujer se defendió hasta sus últimas fuerzas, según dictaminaron los forenses. En el mismo sentido fueron interpretadas las manchas de sangre en el piso y salpicaduras por la pared y la heladera: la víctima luchó tenazmente por su vida. Tras cometer el homicidio, tal como reconoció después, Da Silva tomó una soga y caminó hasta el monte con la intención de quitarse la vida. Ató la cuerda a un árbol, pero no logró su cometido porque se quebró la rama y cayó pesadamente sobre unas piedras. Producto de ello sufrió heridas en las piernas que habrían condicionado su escape, ya que, siendo conocedor de la zona, muchos especularon que intentaría cruzar el río Uruguay para huir al Brasil, donde tiene parientes. Tragedia anunciada El tremendo crimen ocurrió en una propiedad de Juan Carlos Ríos, en ese entonces intendente de la localidad de Campo Viera, quien luego se mostró sorprendido por el accionar de Da Silva, su chacrero desde hacía cuatro años en la chacra de Seccional Novena, a unos doce kilómetros del casco urbano de Campo Ramón. Por su parte, a las pocas horas del suceso, en diálogo con este medio una vecina que conoció los pesares de la víctima, comentó: “Hace años que vivían mal. Él le pegaba y más de una vez le corrió ella y la gurisada al monte. Pero después pedía perdón, decía que iba a cambiar y ella le creía. La semana pasada pelearon, ella le denunció y él se fue. Hacía tres días que había vuelto y terminó haciendo un desastre”. La misma conocida afirmó que Suárez denunció varias veces a Da Silva por golpes y amenazas. Por ello, ambos estaban citados en el Juzgado de Familia de Oberá para el 12 de diciembre de aquel año, pero la tragedia se anticipó seis días a la justicia. Un dato terrible es que el homicidio fue presenciado por uno de los hijos de la pareja, entonces de 9 años, quien ese día no fue a escuela porque ya había regularizado todas las materias. Así, el pequeño se transformó en testigo involuntario de la barbarie y su testimonio es clave en la acusación contra su propio padre. El chico contó que sus padres comenzaron a discutir y la mujer le dijo al hombre que se vaya, que estaba cansada de perdonarlo y que ya no quería saber nada de él. Fue ahí que Da Silva tomó un cuchillo tipo carnicero y asesinó a la madre de sus siete hijos. Ni siquiera le importó que uno de ellos presenció el horror. “Quedó loco y le mató, ya le mató a mi mamá…”, les dijo el chico a los operarios de la cooperativa eléctrica que trabajaban en la zona, los primeros que encontró para pedir auxilio. Argumento de la “emoción violenta” Tras su detención, a las 48 horas del homicidio perpetrado el 6 de diciembre de 2012, José Da Silva fue alojado en la comisaría de Campo Ramón, adonde permaneció hasta abril de 2013, cuando fue trasladado a la cárcel de Oberá como procesado. Desde entonces, hace casi 13 años del crimen, permanece alojado en la misma unidad dependiente del Servicio Penitenciario Provincial (SPP). Un dato no menor indica que ninguno de sus siete hijos lo visita. Según una fuente interna, el recluso tiene buena conducta y ello favoreció su incorporación al periodo de prueba. En tanto, para obtener el beneficio de las salidas transitorias por 24 horas cada 15 días, se debió acreditar un domicilio perteneciente a un familiar en Leandro N. Alem. Según la pena impuesta por el Tribunal Pena Dos, en diciembre de 2030 Da Silva estará en condiciones de obtener la libertad condicional. Oportunamente fue condenado por “homicidio simple”, delito que contempla una pena de 8 a 25 años de cárcel. Asimismo, al no tener accesorias -es decir agravantes-, cumplida la mitad de la sentencia fue incorporado al período de prueba con salidas transitorias. En el juicio, la defensora oficial Graciela Abdolatif argumentó que Da Silva actuó bajo “emoción violenta” por los supuestos celos que lo embargaron al saber de los mensajes que recibió su mujer por parte de un vecino. Luego la defensora pidió 3 años de cárcel. Por su parte, la fiscal Estela Salguero solicitó una condena de 16 años, al tiempo que el Tribunal impuso una pena de 18 años de prisión.

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