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  • El pueblo gitano, una historia de 600 años de lucha y legado cultural

    » Diario Cordoba

    Fecha: 18/01/2025 20:17

    Es una historia marcada por la persecución, el sufrimiento, leyes que buscaban su desaparición como cultura y como pueblo y, tras ello, han vivido largos años de discriminación y una seria dificultad para acceder a la educación, al empleo y a la vivienda, lo que no les ha impedido contribuir a las artes, gastronomía y cultura española. Se han dado grandes avances, pero esas dificultades aún hoy se mantienen. Se trata del pueblo gitano, que este año celebra los 600 años de su llegada a la Península Ibérica con una serie de reivindicaciones y objetivos para seguir trabajando en su plena integración en la sociedad. Su historia se remonta a 600 años atrás y existe un documento del 12 de enero de 1425 donde figura la llegada a Zaragoza (Reino de Aragón) de un grupo de peregrinos gitanos procedentes de Francia, lo que constituye la primera prueba documental de su presencia en este territorio. Se puede demostrar que los gitanos llevan ocupando esta tierra desde entonces, cuando era un estado que no era homogéneo, sino que estaba dividido en muchos reinos, explica Juan Reyes, director territorial de la Fundación del Secretariado Gitano en Andalucía. La persecución La persecución del pueblo gitano comenzó a partir de 1499 y estuvo dirigida a la extinción o la homogeneización de sus miembros. Algunos de los hechos históricos más relevantes fueron grandes redadas para apresar a todos los gitanos, incluidos ancianos y niños, la esclavitud o las persecuciones en la Alemania nazi, hecho conocido como el Holocausto Gitano, en el que se estima que unos 500.000 gitanos de diversos países europeos fueron asesinados en los campos de concentración. A partir de entonces se promulgaron más de 200 leyes antigitanos, algunas tan recientes como la que prohibía el uso del habla gitana, el caló, considerado jerga delincuente en la dictadura franquista. Hasta la Constitución de 1978 no se reconoce la igualdad plena de todos los españoles, y es ahí cuando los gitanos pasan a ser personas con los mismos derechos y obligaciones que cualquier ciudadano español. De eso solo han pasado 47 años. Aún pesa, mucho, en las carencias y desigualdades que vive este pueblo. Juan Reyes, director territorial de la Fundación del Secretariado Gitano en Andalucía. / A. J. González Pero para ellos, en la actualidad, estos 600 años son una historia compartida. Por un lado, los gitanos «nos hemos llevado la peor parte» con la persecución antigitana. Pero también es cierto que la configuración de la nación y la identidad española a lo largo de los siglos se ha construido, en gran parte, con los elementos aportados por el pueblo gitano. Su rica expresión artística, su léxico, el flamenco, la gastronomía y sus oficios. Desde el Secretariado Gitano consideran que es el desconocimiento de su diversidad, identidad, la historia y cultura, lo que está en la base del rechazo y la discriminación hacia los gitanos. «Hoy, visto en retrospectiva, no se entendería la identidad española sin la aportación cultural de los gitanos, ha sido una historia de persecución, pero también de convivencia», dice Reyes. Los gitanos en Córdoba El dato de la llegada del pueblo gitano a Córdoba no está documentado, pero sí se dice que llegaron a Jaén en 1462 y, a partir de ahí, ya estaban por toda Andalucía, cuna del flamenco, una de las mayores aportaciones culturales del pueblo gitano. En la actualidad, en Córdoba viven entre 6.000 y 8.000 gitanos. El perfil mayoritario es el de una mujer joven, menor de 30 años. Históricamente, habitaban sobre todo la zona del casco histórico, el Alcázar Viejo, y actualmente también otros barrios como el Sector Sur, Polígono Guadalquivir o Las Moreras. La mitad de ellos, según los datos del Secretariado Gitano, se dedica a uno de los oficios históricos vinculados con esta etnia, el comercio ambulante. Recientemente el Gobierno de España declaró 2025 como Año del Pueblo Gitano para conmemorar el aniversario de su llegada a España. Se trata de una acción, señala la declaración, para que este hito suponga «una oportunidad histórica para reconocer y celebrar la profunda huella cultural, social y lingüística que el pueblo gitano ha dejado en nuestra nación», y también para «reconocer las injusticias históricas y actuales a las que se enfrenta el pueblo gitano». Los retos actuales Pero la comunidad gitana va mucho más allá de lo meramente institucional y lo van a aprovechar para dar un paso más y pedir cuestiones que consideran básicas para compensar las desigualdades, que todavía se ven reflejadas en el empleo, la educación, la vivienda o la lucha contra el antigitanismo. Que 600 años después de su llegada sigamos hablando de antigitanismo tiene mucho que ver con su propia historia, con las leyes históricas y lo que se tardó en reconocer que son ciudadanos con derechos y deberes. «En todas las leyes nos han tratado como delincuentes, esto ha estado seis siglos en el imaginario social, donde la imagen del gitano es de una persona de segundo, tercero o cuarto nivel que no merece disfrutar del bien que disfruta la mayoría de los ciudadanos», explica Juan Reyes. Los gitanos no han tenido las mismas oportunidades, porque el sistema garantista «no se ha preocupado de poner medidas específicas hacia aquellos grupos sociales que peor lo tenían». Es decir, una vez que les dan derechos tras siglos viviendo perseguidos, no vienen con oportunidades ni con igualdad real. Aparte del reconocimiento definitivo de la aportación de los gitanos a España, no solo en Madrid, sino en todas las comunidades autonómicas y ayuntamientos, buscan un reconocimiento real e institucional y estar presentes en la Constitución cuando llegue el momento de actualizarla, como garantía de sus derechos individuales y colectivos como parte de una minoría. Todo el reconocimiento se debe traducir en medidas concretas, piden que las instituciones tengan un mayor protagonismo frente al antigitanismo, castigar penalmente los delitos que se cometen contra la comunidad gitana, reconocer las situaciones de discriminación no solo en el ámbito judicial, sino también en el ámbito administrativo, porque la discriminación «es estructural, atraviesa toda la maquinaria del Estado». Quieren que los gitanos formen parte de las instituciones que hacen las normas, es decir, de los partidos políticos que están al frente de las administraciones, que exista en ellos una representación gitana para que se pueda legislar también en favor de sus derechos. Además, pretenden que en el curriculum educativo y en los centros se incorpore realmente la historia gitana y su aportación a España. Suscríbete para seguir leyendo

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