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» Diario Cordoba
Fecha: 18/01/2025 20:13
'Un verdadero dolor' podría ser la traducción del título de esta interesante película. Y dicha expresión retrata con acierto la pena que siente el protagonista (y sus alrededores), interpretado por el director (Jesse Eisenberg, poseedor de una extensa filmografía como actor, y a quien muchos recordarán por su actuación en La red social en 2010) -que también ha escrito el guion-, cuando acompaña a su primo (encarnado en Kieran Culkin, que da todo un recital interpretativo, gracias también a la generosidad de su partenaire), después del fallecimiento de su abuela, embarcados en un viaje, para homenajearla, por los lugares más significativos del Holocausto y llegando hasta el lugar donde vivió el horror. El filme entremezcla drama, comedia, road movie, crítica y reflexión. Porque lo que podría parecer, por momentos, una reencarnación del cine de Woody Allen -a lo que ayuda la interpretación de Eisenberg y lo trepidante de la narración-, se contrarresta con el drama interior que vive su acompañante, alguien bastante imprevisible por sus salidas de tono, capaz de verbalizar cualquier pensamiento por ofensivo que sea, aunque también poseedor de una ternura que no sabe dosificar. Y si hay algo que me deja trastocado y que siempre recordaré de esta cinta, sin duda, es el plano final en que, a la vuelta del tour, este entrañable y molesto personaje acaba solo, sentado en un asiento del aeropuerto, después de despedirse de su primo, y después de que conozcamos su historia, completamente perdido en el lodazal de la vida. Por tanto, en un “no lugar”, como siempre es la sala de espera de un aeródromo, se clausura el viaje geográfico, emocional, histórico y cinematográfico, que también comenzó allí. La producción, con cierto estilo indie, muy ágil en sus diálogos, puede parecer, en su primera capa, carente de profundidad, pero, a medida que avanza el metraje y nos sumerge en las emociones, el relato se revela con suficiente peso como para sorprender al espectador. Se agradece cómo se retratan los espacios del horror, sin dramatismo y con silencios insondables, interrumpiendo los nocturnos de Chopin, muy presentes durante la narración. Suscríbete para seguir leyendo
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