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  • “Ingeniero del fuego”: la historia de Salvador Mazzochi, el cocinero viral que encontró en las brasas su pasión

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 18/01/2025 05:19

    Salvador Mazzochi, conocido como “Salva la Cocina”, combina su pasión por el fuego con creatividad e ingeniería, transformando el asado en una experiencia única que conecta tradición y comunidad. Gentileza Salvador Mazzochi /@Salvalacocina “Soy un muchacho de barrio y aunque pasen los años nunca me olvidaré”. Esta estrofa del tema “Muchacho de Barrio” de La Mona Jiménez bien representa la esencia de Salvador Mazzochi, más conocido en las redes como “Salva la Cocina”. Con un pasado como ingeniero industrial y un presente como “ingeniero del fuego”, el nacido en el barrio de Floresta encontró en las brasas su verdadera pasión. Hoy, a sus 40 años, Salvador es una figura clave en la gastronomía argentina, pero no en el sentido más tradicional. “No soy chef, soy un apasionado. Siempre aclaro eso porque lo que hago viene de otro lado. Del barrio, de los asados con amigos y de mi amor por los fuegos”, explica con total sinceridad durante un mano a mano con Infobae. Con más de 3,5 millones de seguidores, la historia de Salva se teje entre su rol como un constante emprendedor, su fascinación por el fuego y su pasión por los sabores. Durante la charla, este cocinero recordó tanto sus inicios, como sus primeros pasos, y su actualidad, siempre con la humildad como eje central de su realidad. Y, para que no queden dudas, la estrofa de este cuarteto cordobés logra identificar su vida, según sus propias palabras. De la verdulería al fuego: sus primeros pasos "Hace poco construí una balsa para cocinar en el agua, un proyecto loco que llamé 'Salva la Balsa'. Fabricarla fue un desafío: corté madera, atornillé, hice todo. La usamos en Patagonia para un evento y fue un éxito. Me apasiona llevar la ingeniería a la gastronomía, dar una vuelta de rosca y transmitir esa experiencia de compartir alrededor del fuego", aseguró Salvador Gentileza Salvador Mazzochi /@Salvalacocina El inicio de la historia de Salvador no fue entre cámaras ni parrillas modernas, sino en su barrio natal, en la verdulería que su padre manejaba con esfuerzo. Durante años, ese pequeño negocio fue el sustento de la familia, hasta que una enfermedad cambió todo. “Mi viejo tuvo un problema de salud, y con eso las cosas se complicaron. De repente, la verdulería pasó a vender solo papas, cebollas, batatas. Económicamente, no estábamos bien”, recordó. Con apenas 16 años, y mientras cursaba el colegio industrial, Salvador tomó una decisión que terminaría siendo el primer paso en su largo camino hacia los fuegos. Con los materiales que tenía a mano y la creatividad como su herramienta principal, construyó una parrilla improvisada y la colocó al costado del local que fue eje de su infancia: “Un día agarré unos tachos de chapa, me fabriqué un chulengo y empecé a vender choripanes. Eso anduvo bien. Los choris se convirtieron en pollos por encargo, vacío y demás”. Un momento de asado en familia, donde la esencia del fuego y la camaradería reflejan la tradición argentina de compartir alrededor de la parrilla. (Imagen Ilustrativa Infobae) El pequeño negocio fue creciendo gracias al ingenio y al esfuerzo, y una curiosa “estrategia de mercado” que le proveía de clientes con buen olfato: “Tenía una parrilla con hierro redondo, que junta la grasa del asado. Ahí descubrí que si esa grasa la tirás al fuego al día siguiente, tiene un aroma bárbaro. Entonces, a las 11:30 la tiraba a las brasas, el olor atraía y venían a encargarme distintos platos”. De ese período, este Salvador rescata algo que fue fundamental para su vida: el valor de reinventarse. “Fui a un colegio industrial en Parque Avellaneda. Entonces, además del chulengo hacía changuitas en el barrio. Siempre me las ingeniaba para salir adelante”, recordó. Esa combinación de necesidad y determinación no solo le permitió sostener a su familia, sino también desarrollar un carácter resiliente y espíritu emprendedor que más adelante se convertiría en su mayor fortaleza. —Evidentemente, sos alguien que no se queda quieto. En una palabra, un buscavidas, pero en el mejor de los sentidos. ¿Qué lugar tuvo esa actitud en tu vida? —Me defino como medio busca, pero mucho no me gusta decirlo porque tiene una connotación negativa. Hoy también lo soy. Porque lo que hago, también, si no se busca, medio que no funciona. Las redes, como todo, requieren que seas inquieto y creo que esa es mi principal característica. Esto lo hice entre cuarto y sexto año del secundario, pero cuando terminé, mi vieja insistió: ‘Tenés que estudiar’. Mis viejos querían otra cosa para mí. Pero yo decía: ‘Mirá qué bueno es esto’. Con el atardecer como escenario, Salvador muestra cómo el fuego y la creatividad pueden transformar una simple parrilla en una obra de arte culinaria. Gentileza Salvador Mazzochi /@Salvalacocina De la ingeniería a la parrilla: reinventarse desde la pasión El camino de Salva para convertirse en el “ingeniero del fuego” no fue tradicional y mucho menos lineal. Durante más de 15 años, formó parte de diferentes compañías multinacionales, donde construyó una sólida carrera como ingeniero industrial especializado en ventas. Incluso, llegó a convertirse en gerente. “Tenía buenos puestos, un auto de la empresa, y económicamente me iba bien. Pero algo no me cerraba”, recordó en diálogo con Infobae. Pese a su estabilidad, en cada juntada con amigos, cuando prendía la parrilla, algo le decía que a su vida algo le faltaba: “Siempre en mi cabeza estaba esto de que algo no cerraba. Yo disfrutaba, obviamente, de comer asado con amigos, como cualquier argentino o cualquier persona, pero había algo que me decía: ‘Che, tengo que hacer algo más con esto’”. "Lo mío es el fuego, no importa si es un costillar, una tortilla o vegetales a la parrilla. Al principio, cuando subía fotos de vegetales, no les gustaba mucho, pero ahora la gente me pide recetas vegetarianas. Todo esto es parte de la experiencia que quiero generar alrededor del fuego", afirmó Salvador (Imagen Ilustrativa Infobae) El primer paso tuvo una cuota de suerte, pero también de “esencia de Salvador”. “Conocí a Mariana, mi mujer, y nos mudamos al oeste, pero la casa no tenía una parrilla. Entonces dije: ‘Bueno, la voy a construir’. Siempre me gustó esa parte, siempre tuve un tallercito y me encantaron las manualidades”, recordó. Pero esa decisión no se quedó entre cuatro paredes, sino que decidió derribar la cuarta para invitar a todo quien quisiera a ser parte de sus “amigos” e incursionó, por primera vez, como desarrollador de contenidos. “Dije: ‘Ya fue, lo voy a mostrar’. Arranqué mostrando eso, a mis amigos, a mi mamá, a mi papá. Al principio era como un hobby, algo para mostrar. De repente, me puse a cocinar en la parrilla, subía recetas. Y ahí empecé, siempre desde este lado, como desde la ingeniería, explicando por qué usar esto o aquello”, explicó. Este salto hacia una nueva vida, comenzó a tomar forma un poco antes de que el COVID dominara el planeta. Aunque fue durante ese período que decidió tomarse más en serio las redes sociales. “Durante la pandemia, me puse un plan. Dije: ‘Si subo tal cantidad de recetas por semana y lo hago así, tengo este alcance’. Arranqué mostrando, incluso, cómo hacer una masa madre, que no tenía idea, pero que investigué y probé. Esos días fueron locos, me levantaba a las 6:00, prendía el fuego, hacía una receta al mediodía y otra a la noche. Dormía dos horas por día, pero fue mi cable a tierra”, relató. En plena Patagonia, Salvador prepara un guiso rústico al aire libre, resaltando su conexión con los sabores tradicionales y el entorno natural. Gentileza Salvador Mazzochi /@Salvalacocina —¿Cómo tomaste la decisión de dejar atrás tu carrera como ingeniero para dedicarte por completo a los fuegos? —Fue en 2021. Mi mujer renunció primero a su trabajo y yo estaba con una revolución en la cabeza. Seguía con las recetas y había empezado a monetizar, pero no alcanzaba para mantener a la familia. Hasta que un día pensé: ‘Ya fue. Si no es ahora, es nunca’. Renuncié, fue un tiempito de transición, pero ahí decidí apostar todo a esto. —¿Cómo viviste esa transición de una vida estable al mundo del contenido y la cocina? —Fue muy loco. Me pasaba que los lunes llegaba a la oficina y me decían: ‘Che, te vimos en un programa de cocina’. Ahí pensé: ‘Uy, tengo que decidir’. Me apoyé en los ahorros, busqué un acuerdo y me largué a emprender. El día que firmé la renuncia fue fuerte, pero sabía que no quería volver atrás. "Siempre uso el fuego como eje en mis recetas, ya sea un costillar, una tortilla o un simple corte de carne. Quiero transmitir la experiencia de prender un fuego, juntarse con amigos y compartir. Esa energía es lo que más disfruto de este trabajo", aseguró Salvador. (Imagen Ilustrativa Infobae) A medida que su proyecto crecía, también lo hacía su dedicación. Es por eso que Salvador decidió dar un nuevo paso: “Empecé a profesionalizar todo: el contenido, la estética, las herramientas. Armé una oficina de cocina con heladera, vajilla, todo separado de mi casa”. Poco a poco, distintas marcas se acercaron a brindarle productos para sumar a sus recetas, luego logró cerrar contratos que lo llevaron a recorrer paisajes como la Patagonia, por citar un ejemplo reciente, destino desde el cual habló con Infobae. Y, por su fuera poco, su crecimiento en las redes sociales trajo consigo oportunidades inesperadas. “Me llamaron de Canal 13 para un casting. Fui y quedé en el programa los jueves, como especialista en carnes. Llevaba inventos míos: una parrilla que funcionaba con la hornalla o un ahumador en frío. La gente empezó a conectar conmigo”. “Me encanta pensar cosas diferentes, inventar, darle una vuelta de rosca a todo lo que hago. Creo que esa mezcla de creatividad e ingeniería es lo que más me representa”, aseguró. De las redes a la fama: la construcción de una comunidad alrededor del fuego Rústicas, fritas, asadas, como tortilla... las papas son las únicas verduras que no pueden faltar en un plató típico de Salvador (Imagen Ilustrativa Infobae) Lo que comenzó como un espacio donde compartir recetas con amigos y familiares, pronto se transformó en una ventana que conectó a Salvador con miles de personas. Y a medida que sus seguidores crecían, también lo hacía su responsabilidad de mostrar algo más que técnica: quién era él. “Siempre quise que la gente sienta que lo que hago es accesible, que cualquiera puede hacerlo. Si subo una receta, es para que lo puedan hacer con lo que tienen en casa, porque ahí está la magia: en generar un momento alrededor del fuego”, explicó. Ese enfoque, combinado con su autenticidad, fue clave para que su audiencia se identificara con él: un hombre sencillo, apasionado y con una capacidad única para transmitir emociones a través de la comida. Pero esta realidad, además, trajo consigo un desafío: encontrar un equilibrio entre la exposición pública y su vida privada. Aunque prefiere mantener a su familia fuera de cámara, la popularidad hizo que ese límite no siempre fuera fácil de respetar. Salvador junto a un corte cocinándose al fuego en un entorno natural, mostrando cómo la pasión por los fuegos trasciende los límites de la cocina convencional. Gentileza Salvador Mazzochi /@Salvalacocina —¿Cómo manejás la exposición mediática, sobre todo con una familia que no está acostumbrada a las redes? —Es un tema sensible. Intento mostrar lo justo. Mi mujer muchas veces no se siente cómoda, pero me bancó desde el primer día. Sin ella y mis hijas, nada de esto sería posible, porque este laburo ocupa todo el día, 24x7, y si querés jugar en ciertas ligas, no podés bajarte. Por suerte, aprendí a dosificar, aunque no siempre es fácil. —¿Alguna vez sentiste que la exposición afectó tu vida personal o la de tu familia? —Dos momentos me quedaron grabados. Una vez, estábamos en un camping y se me acercó una familia que me conocía, incluso sus nenas me preguntaron por mis hijas, por sus nombres. Jugaron juntas tres días. Fue un momento raro, porque entendí que mis hijas también eran parte de este mundo y desde entonces soy más cuidadoso. Mis hijas son chicas y cuando crezcan decidirán si quieren aparecer. Por ahora, prefiero mantenerlas fuera de todo esto. Y otro fue cuando vivíamos en Castelar, y un vecino se me acercó y me dijo que reconoció mi casa por un video. Me contó que vio la esquina y la camioneta con el sticker, y se dio cuenta de que era yo. Por suerte, siempre fueron cosas buenas, pero te das cuenta de que estás expuesto. Salvador Mazzochi en los Martín Fierro Digital 2024, consolidándose como una figura destacada en las redes sociales y la gastronomía argentina. Gentileza Salvador Mazzochi /@Salvalacocina De todas maneras, Salvador destaca que su realidad, donde quienes lo miran mediante sus redes sociales se convirten en amigos que, incluso sin conocerse la cara, se entienden mediante mensajes, le permitió construir una comunidad que lo inspira y lo desafía constantemente. “La gente me reconoce en la calle. Me cuentan historias como: ‘Che, hice tu receta y me aplaudieron’. Eso me flashea. Intento que las redes no sean algo frío, mostrar lo que hay detrás”, relató. Ese vínculo con su audiencia lo llevó a posicionarse como un referente del fuego en Argentina y más allá. “Intento que las redes no sean algo frío. Mostrar mi día a día, incluso cuando las cosas no salen perfectas, es lo que hace que la gente se sienta parte de esto”, concluyó. El futuro de Salva: llevar la experiencia argentina al mundo "Todo empezó con una cuchilla que me regalaron en Ecuador. La probé durante un año y medio a propósito intensivo: martillándola, dejándola mojada, haciéndole de todo. Y no se desafilaba. Después de eso, decidí desarrollarla con un formato nuevo y ahora cada tanda viene mejorada, con funda y una caja que la gente no quiere tirar porque está buena. Mi idea es que cuando alguien haga un asado y agarre mi cuchilla, se acuerde de mí", dice Salvador al mostrar su más reciente tanda. Gentileza Salvador Mazzochi /@Salvalacocina Lejos de quedarse en las redes sociales, Salva busca ir más allá. Su pasión, talento y carisma lo llevaron a competir y lograr una hazaña sin precedentes en el Campeonato de Asado en Texas, donde su equipo argentino se quedó con todos los premios disponibles y aseguró su lugar en el Campeonato Mundial de Asado en Indianápolis, Estados Unidos. El plato estrella que conquistó al público fueron unas empanadas de vacío al asador, una propuesta que destacó por su sabor único y su perfecta ejecución. Gracias a esta delicia, el equipo obtuvo el codiciado premio del Plato del Público. Pero eso no fue todo: el jurado, compuesto por expertos en asado, también reconoció al equipo con el primer lugar en la categoría principal. “Fue emocionante ver cómo nos organizamos desde el primer momento, sin haber hecho un asado juntos antes, pero logrando un funcionamiento impecable”, recordó. “Ganamos el premio del público y de los jueces, y para mí eso fue una locura. Era un festival gigante, con unas 5 mil personas y equipos de todas partes del mundo. Logramos que vieran y vivieran la experiencia argentina: el vacío, las empanadas, la entraña... pero también que entendieran que un asado no es solo comida, es compartir, es tiempo, es charla. Todas caracteristicas que no cambio por nada”, agregó. Las empanadas de vacío al asador, el plato estrella con el que Salvador conquistó al público y al jurado en el Campeonato de Asado en Texas. (Imagen ilustrativa Infobae) —Más allá de llevar las empanadas, decidiste llevar la “experiencia argenta” a Estados Unidos, en la que el asado es un ritual, donde los amigos llegan antes de poner, incluso, la carne a la parrilla. ¿Cómo fue ese momento? —Fue una locura. Me habían llamado para ser jurado, pero dije: “Quiero participar”. No quería volverme cebollita o subcampeón, y en el festival, en lo profundo de Texas, había de todo: osos, cocodrilos, iguanas, lagartos, lo que te imagines de animales exóticos, estaban ahí. Lo cierto es que estudié bastante lo que iba a decir, porque teníamos cinco minutos de exposición y, con cuatro parrillas y tres mesas de trabajo, armé como una arquitectura de recorrido donde la gente pasaba y veía todo lo que hacíamos, pero también lo experimentaban. Todo estaba pensado para que sintieran la experiencia argentina completa. Hasta llevé un parlante con música de “Los Palmeras” de fondo, bajito, porque quería que ese clima estuviera siempre presente, como en cualquier asado argentino. Celebrando el triunfo junto a su equipo, Salvador destaca el espíritu de camaradería que define al asado argentino en el Campeonato de Asado en Texas. Gentileza Salvador Mazzochi /@Salvalacocina Además, pensé: ‘No tiene que haber una barra ni una mesa como barrera, ellos tienen que ser parte de nuestra cocina’. Y así lo armamos. Lo primero que dije es: ‘Cuando conocés a un argentino, tenés amigos repulgando, otros tomando un vino, otros haciendo un fernet a la parrilla”. Intenté reproducir eso en cinco minutos. A nivel ingeniería, armamos todo e hicimos tres salsas para que, cuando probaran, les explotara todo el sabor en la boca. Sin embargo, el momento más tenso fue cuando un juez, en la segunda tanda, agarró un cachito del cuero del vacio que estábamos haciendo, porque mostramos todo, como si fuera un set de televisión que te va mostrando las distintas etapas. Al ver eso, me miraron como diciendo: “Perdimos”. Pero yo arranqué a los gritos: ‘¡Stop! ¡Stop!’. Agarré el marco, corté el mejor pedazo de vacío que teníamos. Fue una cosa de locos, porque ahí entendí que no solo les había llegado la comida, sino todo lo que significa nuestro asado. Con este doble triunfo, Salvador y su equipo se hicieron acreedores del prestigioso Golden Ticket: “Es emocionante saber que vamos a representar a la Argentina en un escenario tan importante. Ahora el desafío será transmitir, en solo cinco minutos, lo que realmente significa un asado argentino: la conexión, la charla, el momento compartido”, adelantó. Aunque confesó que aún no se decidió sobre qué presentarán. Sin embargo, una frase futbolera permite hechar un vistazo su futuro plato candidato: “Equipo que gana, no se toca. Y yo, muero en la mía” “No importa si estás en Texas o en La Angostura, lo importante es que la gente sienta esa calidez del asado argentino. No es solo cortar un pedazo de carne, es prender el fuego, charlar, compartir un vino, y que todo eso tenga sentido”, explicó. Salvador, con los premios del público y del jurado en el Open Fire Meat Up 2024, consolidando su lugar como representante del asado argentino en competencias internacionales. Gentileza Salvador Mazzochi /@Salvalacocina Con ese mismo enfoque, Salvador también sueña con proyectos a largo plazo. Aunque por ahora su vida gira en torno a las redes y los fuegos, no descarta la posibilidad de abrir su propio espacio. “En algún momento quiero tener mi restaurante a puertas cerradas, un bodegón de fuegos. Donde estaba la verdulería de mi papá, aún lo tenemos y es ahí donde quiero hacerlo. Pero no quiero hacerlo por moda, quiero que sea un lugar donde yo esté, donde pueda recibir a la gente, charlar, prender el fuego y contarles mi historia. Ese es mi sueño, y cuando lo haga, quiero que sea perfecto, pero siempre desde lo que soy: un pibe de barrio que ama el fuego, que sigue siendo el mismo y que apuesta todo a la pasión. Y si algún día las redes desaparecen, voy a seguir haciendo lo mismo. Porque esto es lo que soy. Muero en la mía”, concluyó.

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