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» La Capital
Fecha: 17/01/2025 14:51
La falta de entrega de mercadería de Nación tiene en jaque a los servicios de asistencia alimentaria. "Es duro decirle a la gente que no tenemos qué dar". En plena pandemia, Beatriz Pinay decidió que había que hacer algo para asistir a los vecinos de Empalme Graneros que, tan rápido como empezó el aislamiento obligatorio, comenzaron a experimentar cómo disminuían sus ingresos. Entonces, en la casa de su mamá, en Barra al 1600 bis, puso un comedor comunitario. Calentaban los alimentos a leña, en el patio, debajo de la galería, en una olla enorme y, al final del día, sus vecinos se acercaban a llevarse las raciones. Cuatro años después, el comedor sigue en el mismo lugar, los comensales llegan a los cien, pero desde que el gobierno nacional discontinuó la ayuda alimentaria, apenas pueden cocinar mes por medio. Cuando las ollas están vacías, entregan bolsones de comida. " Desde que se cortó el envío de mercadería del gobierno nacional no podemos seguir ayudando a las familias del barrio como lo hacíamos . Ahora sólo podemos entregar raciones mes por medio", lamenta Pinay. La mujer se encarga también de coordinar los comedores de la Corriente Clasista y Combativa, una organización nacida en 1994 que desplegó una red de asistencia en los barrios más vulnerables de la ciudad. Actualmente, la CCC tiene en pie unos 80 comedores distribuidos en Rosario, Pérez, Villa Gobernador Gálvez y el cordón industrial . Los merenderos reciben ayuda de la provincia y del municipio pero, asegura la mujer, no resulta suficiente para reemplazar el aporte que hacía el gobierno nacional, ni el aumento de la demanda que existe en los barrios. Entonces, explica, " empezamos a funcionar mes por medio. Un mes recibimos mercadería para cocinar en los comedores y el otro algunos elementos para armar los bolsones para las familias ". Cada bolsón tiene un paquete de yerba, uno de harina, azúcar, fideos, arroz, aceite y puré de tomates. A veces, también, alguna lata de picadillo. "Es lo que podemos hacer", señala Pinay. El martes pasado, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) presentó los valores de la canasta básica de diciembre. De acuerdo al organismo nacional, una familia tipo necesitó $1.024.435 para cubrir sus necesidades durante el último mes del año pasado. Se trata de un valor 2,3% más alto que el mes anterior y 106,6% mayor al que se registraba a principios de año. El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) estimó que el país terminó 2024 con una tasa de pobreza 10 puntos porcentuales por debajo del nivel máximo del 55% alcanzado en el primer trimestre de ese año. No obstante, advirtieron, la situación social en el país sigue siendo crítica: no sólo "se mantiene un piso de pobreza estructural del 33 % desde 2018, sino que indicadores más directos como la inseguridad alimentaria muestran un aumento, tanto en el nivel severo como a nivel general". >>Leer más: Ayuda alimentaria: por el precio de la comida y la falta de fondos, cierran comedores comunitarios comedor12.jpg Comedores en crisis Desde que en la Justicia Federal porteña se tramita una causa contra la ministra de Capital Humano del gobierno nacional, Sandra Pettovello, por la suspensión del abastecimiento de comedores se empezó a hablar de merenderos "fantasma". Pero, en los barrios advierten que se habla muy poco del servicio que cumplen "de la mayoría que hace las cosas bien". Pinay asegura que "es duro decirle a la gente que no tenemos qué darle. Pero ellos saben cómo es la realidad en la que estamos hoy, pero igual vienen y preguntan qué días vamos a cocinar. Nosotros lo único que podemos decirles es que no tenemos insumos, que tenemos que volver a esperar la entrega. Nos entienden". Aun así, advierte, no es fácil llevar el día a día. "Pasa en todos los comedores, la gente se acerca a pedir, nos dejan los tupper para ver si le podemos dar algo, o nos preguntan si hay otro comedor en el barrio. Algunos comedores tienen panaderías o carnicerías que hacen donaciones, pero cada vez son menos porque los comerciantes del barrio están en la misma que los vecinos. Es lamentable". >>Leer más: Cocineras comunitarias se movilizaron "contra el hambre" comedor13.jpg Pelear contra el hambre Pinay abrió el comedor en plena pandemia de coronavirus. Empezaron a cocinar sólo para sus vecinos más cercanos, en una de las zonas más humildes del barrio Empalme Graneros. Los comensales fueron creciendo con el tiempo, actualmente llegan a cien. "Pasamos la pandemia, pero nunca vivimos una situación tan fea como la actual. Porque ahora la gente que asiste a los comedores son personas que por ahí tienen una jubilación o un trabajo formal, en blanco, y viene igual al comedor a buscar su ración o el bolsón porque no le alcanza. Eso yo nunca lo viví". La mujer tiene cinco hijos, de 22, 20, 18, 14 y 12 años. Los dos más grandes estudian en la Universidad Nacional de Rosario. Una contabilidad, el otro farmacia. El de 18 dejó la escuela en tercer año pero hizo un curso de barbería y espera poder abrir su propio negocio. Los dos más pequeños están en la escuela. "Lo ideal sería que todos los chicos pudieran comer en su casa. Si el hambre no existiera, los comedores tampoco. Pero los comedores siguen existiendo porque hay hambre. La verdad, es doloroso ver a la gente, a los chicos, que cuando ven que está la comida vienen corriendo, para no quedarse sin su porción. Es triste la realidad y es doloroso ver la situación en la que estamos viviendo. Que se pase hambre en un país que produce alimentos para abastecer al mundo es triste", dice.
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