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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 17/01/2025 04:42
Jerry Springer: Fights, Camera, Action | Official Trailer | Netflix La revista TV Guía lo eligió como el peor programa de la historia. Para su conductor y para los responsables del ciclo eso constituyó un galón más que un demérito. Una distinción, acaso la única en sus casi treinta años de historia. En la apertura del programa, mientras el público presente en el estudio se ponía de pie y recibía al conductor cantando su nombre y bramando, un locutor en off afirmaba: “El Show de Jerry Springer. Sin Emmys, sin Globos de Oro, sin respeto”. Fue mucho más que un programa de televisión, mucho más que un talk show escandaloso. Se convirtió en un fenómeno cultural y sociológico. Es difícil medir su influencia en la historia de la televisión. Marcó un antes y un después. En todo el planeta tuvo imitadores: entrevistados blureados para tapar su desnudez en medio de un estudio repleto de gente vestida, un adulto usando solo pañales, maridos adúlteros expuestos, vecino enemistados, relaciones incestuosas develadas, madres e hijas strippers, hombres que decían mantener un amorío con un animal de su granja. Y mucho más. El Show de Jerry Springer quebró límites en la televisión. Bajo la excusa de darle al público lo que quería, cada programa, cada tarde, convirtió el estudio de grabación en un circo romano catódico. El show de Jerry Springer fue un programa desbordado, extravagante, escatológico, irreverente, inverosímil, revolucionario. El show de Jerry Springer fue un programa desbordado, extravagante, escatológico, irreverente, inverosímil, revolucionario Detalles del programa Antes de Jerry, los talk shows existían. Por supuesto. Lo que él hizo (y todo el mundo le copió) fue transformarlos en un circo romano en el que se confesaban infidelidades cruzadas, la gente se sentaba desnuda frente a cámaras, hacía revelaciones atroces, pegaban alaridos sin demasiado sentido, se exponía la zoofilia o se agarraban a trompadas. Fue antes de las redes sociales, antes de la explosión de internet y descubrió la pasión de la gente por hacerse notar, lo fácil que era vencer la timidez, la tendencia a la exposición total. Pero Jerry Springer no sólo se anticipó a los talk shows escandalosos, también fue el que permitió que existieran los realitys, los programas como Cops o Policías en Acción o aquellos como Real World con el que MTV empezó a cambiar su cara. Jerry Springer murió en 2023 a causa de un cáncer de páncreas, tenía 79 años y sus años de apogeo habían quedado atrás. Sin embargo su programa volvió a causar interés debido al estreno en Netflix de una miniserie documental de dos capítulos. Jerry Springer: Peleas, cámaras ¡Acción! Narra la historia del ascenso y del pico de popularidad del programa y también la de sus escándalos más resonantes. Jerry Springer no parecía destinado a la televisión. Se recibió de abogado y muy joven ingresó a la política. Fue elegido para el Concejo de Cincinnati pero a los tres años debió renunciar porque probaron que había contratado a una prostituta: Jerry pagó con un cheque personal. No se rindió al año siguiente volvió a presentarse en los comicios y de nuevo lo eligieron. En 1977 fue nombrado alcalde de Cincinatti. A principios de la década del 80 se presentó como candidato a gobernador de Ohio. Se adelantó a sus rivales. Antes de que ellos utilizaran el tema de la prostituta, él lo incorporó en su primer spot de campaña: “El próximo gobernador tendrá que tomar serios riesgos y afrontar duras verdades. No tengo miedo, ni siquiera de la verdad, ni siquiera si duele”, se escuchaba mientras de fondo pasaban titulares de los diarios con las denuncias contra él y con su dimisión. No le alcanzó para ganar. Salió tercero y eso hizo que perdiera algo de interés por la política. Lo contrataron en la televisión local. En poco tiempo se convirtió en el conductor de noticiero más visto de su ciudad. También fue columnista político. Jerry Springer murió en 2023 a causa de un cáncer de páncreas, tenía 79 años y sus años de apogeo habían quedado atrás Los comienzos de Jerry Springer Ganó el Emmy local cinco años en fila. De ahí dio pegó el salto a Chicago y a la televisión nacional. En 1991 comenzó de Jerry Springer Show, un talk show como tantos otros, aunque algo más lento y solemne que varios. Se trataban temas sociales, de interés público y coyunturales. Springer moderaba las conversaciones con cierta parsimonia. Todavía no era conocido y en los diarios decían que era un envarado presentador de noticias y antiguo alcalde Cincinnati. El programa tenía un aire afectado, unas falsas pretensiones intelectuales y de trascendencia que lo lastraban definitivamente. Era muy aburrido. La competencia le ganaba con mucha facilidad. En muchas de las ciudades de Estados Unidos comenzaron a pasar el programa en horarios marginales; llegó a estar hasta a la madrugada. Ante la posibilidad de que lo dieran de baja, los productores y Jerry comenzaron a torcer el rumbo y a arriesgar más con los temas a tratar. Hubo un cambio fundamental: el productor ejecutivo renunció y su lugar lo tomó Richard Dominick, un periodista que se había incorporado al equipo hacía un tiempo para sugerir nuevos temas y que venía de trabajar en los tabloides sensacionalistas. De hecho Dominick era una especie de celebridad en sí mismo; David Letterman solía invitarlo a su show para que le explicara cómo se le habían ocurrido alguno de los títulos catástrofe del diario: “Tostadora poseída por el diablo”, fue uno de sus grandes hits. De a poco los temas dejaron de ser pretendidamente importantes y se centraron en historias de vida muy concretas y cuanto más problemáticas, mejor. Jerry se dejó guiar. Quería triunfar, no le importaba de qué manera. Él también entendía qué era lo que el público quería en ese momento. Y ellos le iban a dar algo que nadie les había dado en un medio reticente y pacato como la televisión. Ellos no tendrían los escrúpulos que otros. Richard Dominick corrió todos los límites del show y como en un dominó lo hizo con todo el medio televisivo. El primer cambio que impuso fue que la platea se pusiera de pie y vivara a Jerry cada vez que ingresaba al estudio. La gente rugía: ¡Jerry! ¡Jerry! Por un lado parecía que, con esa recepción entusiasta, alguien, importante, muy famoso, estaba a cargo del programa; por el otro, instalaba un clima de circo romano en el estudio: la temperatura era muy elevada. El show de Jerry Springer fue pionero en presentar a personas de escasos recursos ventilando problemas de su vida, mismos que generalmente terminaban en golpes (The Jerry Springer Show) Dominick impuso temas impactantes y parecía que la apuesta siempre era mayor. Un día en medio de una discusión feroz, un invitado le pegó a otro. Desde ese momento las trompadas fueron una constante en el programa. Contrataron guardaespaldas que siempre llegaban algo tarde o que colaboraban a que los tumultos fueran mayores (más adelante también hubo un equipo de guardaespaldas femeninas). Uno de ellos, Steve Wilkos terminó convertido en una celebridad, y tuvo tiempo después su propio talk show escandaloso, producido por Jerry, una especie de spin off del programa de su jefe. El productor general para explicarle a sus empleados lo que deseaba fue gráfico y estableció un principio de hierro: el programa debía ser divertido aún con el volumen bajo, si alguien hacía zapping en mute cuando pasaba por ese canal debía detenerse. Jerry Springer era otra de las claves. Nunca estaba sobre el escenario, seguía las discusiones desde la platea, él nunca se ensuciaba. Tenía un timing sensacional para sabr cuando intervenir o cuando dejar fluir a los participantes. Desde lejos con su micrófono podía encender más la hoguera, preguntar insidiosamente, aportar con sarcasmo o mostrarse realmente compasivo. El caso del hombre enamorado de un pony Uno de los grandes puntos de quiebre fue el día que un hombre llevó a un pony al estudio y dijo que por ella había dejado a su esposa e hijos y que ahora el animal y él eran pareja. El hombre besaba al animal en la boca y cuando le preguntaron si tenían sexo respondió: “No, nosotros hacemos el amor”. En 1995, ya con el programa en una nueva etapa, y con Jerry convirtiéndose en foco de las polémicas permanentes y ocupando las tapas de las revistas más importantes de People a la Rolling Stone, en un programa se propusieron ayudar a un joven a perder la virginidad. Debía elegir a una de las cinco chicas que el programa le ofrecía. Estaban ubicadas detrás de una pantalla, sólo se veía de ellas, difusamente, la silueta. Con la voz distorsionada por un efecto, respondían preguntas que el joven les hacía. En medio del cuestionario un graph apareció en pantalla y aportó un nuevo dato y terminó de colmar de morbo la propuesta: “Una de las cinco chicas es la hermana de 18 años del invitado, aunque él no lo sabe”. La gente se preguntaba cuánto había de real en los casos tratados. Jerry sostenía que el 98% era real, aunque a veces su producción era engañada (Reuters/Lucy Nicholson) La gente se preguntaba cuánto había de real en los casos tratados. Jerry sostenía que el 98% era real, aunque a veces su producción era engañada. Esos días varios se quedaban sin trabajo. Los productores buscaban los casos con denuedo. Siempre aspiraban a más: algo más estrafalario, más escabroso, más degradante. Alguien lo llamó “el circo más repugnante y grotesco de la televisión”. Jerry sólo sonreía cuando escuchaba definiciones de este tipo, al tiempo que firmaba contratos millonarios. Cuando lo cuestionaban, él defendía el concepto del show: “¿Por qué está bien hablar de las relaciones de los famosos? ¿Por qué son lindos? Nosotros hablamos de las mismas cosas, la única diferencia es que los que vienen a mi programa son feos”. Springer sostenía que su show sólo mostraba aquello que ya existía, ellos sólo funcionaban como propaladora de temas que se ocultaban o de vidriera para gente que de otro modo no hubiera llegado a la televisión. El programa no se interesaba por sus participantes, no intentaba salvarlos ni redimirlos. Los utilizaba para mostrar sus historias, para escalar en el rating. Los invitados llegaban desde todas partes de Estados Unidos, aunque rápidamente vislumbraron que no concurrían habitantes de grandes ciudades. La mayoría era de la zona central y rural del país Los invitados llegaban desde todas partes de Estados Unidos, aunque rápidamente vislumbraron que no concurrían habitantes de grandes ciudades. La mayoría era de la zona central y rural del país. La producción los trataba, antes de aparecer delante de cámaras, como reyes. Vuelos en primera clase, una limousine esperándolos en el aeropuerto. De ahí iba a una habitación en un hotel lujoso, de la que sólo salían para ir al programa. En el medio tenían canilla libre de las bebidas alcohólicas más costosas. En el canal eran fogoneados por los productores, los incentivaban a confrontar con la otra parte, les decían que tenían la obligación a defenderse ante millones de personas que los verían en sus casas. Los que se arrepentían, los que se mostraban renuentes a multiplicar el escándalo eran amenazados con ser dejados varados en Chicago, con no obtener el pasaje de regreso a su hogar. El Show de Jerry Springer convirtió en un fenómeno cultural. Todo el mundo hablaba de Jerry Springer y de lo que pasaba en su living. Jerry Springer vs. Oprah Winfrey En 1998 lograron lo que parecía absolutamente impensado: derrotaron a la imbatible Oprah Winfrey, un ícono norteamericano. Oprah no se lo tomó muy bien y declaró en contra de Jerry y su show cada vez que pudo. Cuando alguien del público hacia una pregunta blanda, solemne o que pretendía ser profunda, el resto de la platea lo abucheaba y se ponía a cantar: “Andá a lo de Oprah, andá a lo de Oprah”. Dominick, el productor general, para resumir lo que diferenciaba a ambos programas solía decir: “Si querés salvar una ballena, llamá a Oprah; si querés tener sexo con una ballena, llamanos a nosotros”. En 1998 lograron lo que parecía absolutamente impensado: derrotaron a la imbatible Oprah Winfrey, un ícono norteamericano (The Jerry Springer Show) Hubo dos momentos en el que parecía que el programa tambaleaba y que finalizaba su reinado. En pleno éxito un tabloide publicó fotos filtradas de Jerry con dos mujeres. No era la primera vez en su carrera que debía afrontar un escándalo sexual. Pero esta, parecía la definitiva. Las mujeres eran hija y madrastra, strippers ambas, y habían participado del programa. Pero después de unos pocos días de ruido, Jerry salió a flote una vez más. Hasta, tal vez, con su imagen fortalecida. La otra ocasión fue trágica. En 2002, el día que emitieron el programa en el que se mostraba un triángulo amoroso –se había grabado con varias semanas de antelación-, el hombre al que se disputaban dos mujeres al ver el programa en un bar, muy alcoholizado, fue hasta la casa de la mujer a la cual él engañó y la asesinó. Varios días de discusiones mediáticas, la condena al asesino y no mucho más para el show y su conductor que siguieron con su trabajo (durante una semana para no tener que comparecer en la justicia y escapar del revuelo en los medios, todo el equipo se trasladó a un resort swinger y nudista en Jamaica). Cuando el programa explotó y se volvió un tema de discusión permanente en los medios, cuando cada columnista lo denostaba pero los espectadores lo veían cada vez más, los imitadores florecieron. Fueron muchísimos los que creyeron que la fórmula era muy fácil de imitar. Y los talk shows combativos, degradantes, circenses pulularon. Pero Jerry siguió imponiéndose. En ese terreno pantanoso él era el mejor de todos. En su show se mostró que los límites podían empujarse, correrse constantemente. Ese legado, el de los límites destruidos y el de la falta de escrúpulos, el de utilizar las miserias y las necesidades de la gente común para montar un show sin importar las consecuencias –norma que parece dominar el mundo de la televisión desde entonces), ese legado es el de Jerry Springer.
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