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  • La batalla por salvar al atún rojo, una especie icónica en riesgo: ¿una amenaza irreversible?

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 15/01/2025 16:37

    Yasuyuki Shimahara, de 47 años, propietario de un «izakaya» o bar restaurante de estilo japonés especializado en platos de atún, muestra las piezas de atún de carne roja «akami» de la marca Islay Maguro mientras la tienda vende cajas del atún congelado mediante un sistema de pedidos en línea, en Tokio, Japón (REUTERS/Issei Kato). El atún rojo, ese titán marino capaz de atravesar océanos enteros y que durante décadas ha sido la joya más codiciada de la pesca global, protagonizó un acto de lujo extremo en 2019. En el icónico mercado de pescado de Tsukiji, en Tokio, un solo ejemplar de esta especie alcanzó el exorbitante precio de USD 3,1 millones. Con un peso de 278 kilogramos, este atún rojo del Atlántico valía más que una casa en Manhattan y era, literalmente, un tesoro vivo sacado del mar. “Es una historia de éxito”, diría más tarde Alessandro Buzzi, especialista en pesca del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Pero detrás de esa opulencia, se esconde la otra cara de esta criatura de sangre caliente: una especie que apenas una década atrás estuvo al borde del colapso por la voracidad humana y que hoy, aunque en recuperación, enfrenta nuevas amenazas invisibles, impuestas por un enemigo más vasto e impredecible: el cambio climático. En los primeros años de este siglo, el atún rojo era un símbolo de la desmesura. Flotas pesqueras, muchas de ellas ilegales, se lanzaban al Mediterráneo y al Atlántico, diezmando la especie sin medida ni escrúpulos. En 2007, la sobrepesca había llevado a la población de atún rojo a niveles críticos, empujando a los científicos a un llamado urgente. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) colocó a esta especie en la categoría de “en peligro”, una etiqueta que parecía sellar su destino. El grupo Sushi Onodera adquirió el primer atún del año en la subasta de Toyosu por quinto año consecutivo (Kyodo/via REUTERS) Sin embargo, el panorama comenzó a cambiar en 2010, cuando se establecieron cuotas estrictas y se reforzaron los controles contra la pesca ilegal. De pronto, el mar Mediterráneo, la principal zona de reproducción de este pez en el Atlántico, se transformó en un laboratorio de conservación. Los pescadores, antes libres de explotar los mares, tuvieron que adaptarse a un sistema más rígido. Para muchos, el cambio fue devastador. —Antes de las cuotas, solíamos pescar sin límites. Era nuestra forma de vida —relató a BBC un pescador italiano que prefirió mantenerse en el anonimato—. Ahora, sólo unos pocos barcos tienen permiso, y nosotros apenas sobrevivimos. El sacrificio, sin embargo, dio resultados. En 2021, la UICN rebajó al atún rojo del Atlántico a la categoría de “preocupación menor”. Una década antes de lo previsto, las poblaciones del atún rojo del Pacífico también alcanzaron niveles históricos, mientras que su primo del sur, aunque aún en peligro, dejó atrás la etiqueta de “en peligro crítico”. —Es un milagro de la naturaleza y del esfuerzo humano. Pero no podemos bajar la guardia —afirma Sarah Glaser, directora del equipo de futuros de los océanos de la WWF en Estados Unidos. A diferencia de otros peces, la carne roja del roja del atún se debe, entre otras cosas, a su alto contenido en mioglobina A pesar de esta aparente victoria, el Mediterráneo, esa vasta cuna de civilizaciones, se está calentando a un ritmo alarmante. Las proyecciones para finales de siglo sugieren que las temperaturas del agua podrían aumentar entre 1°C y 3°C, convirtiendo este mar en un punto crítico del cambio climático. Clive Trueman, profesor de ecología geoquímica en la Universidad de Southampton, ha documentado cómo este aumento de temperatura afecta directamente al atún rojo juvenil. En sus investigaciones, Trueman utilizó los otolitos, unas estructuras microscópicas en los oídos de los peces, para rastrear la temperatura de las aguas donde habían vivido y su metabolismo. —Es como si el pez llevara un reloj inteligente. Estos huesos nos cuentan una historia de vida detallada —explica Trueman a la BBC. Un atún rojo de 276 kilos que se subastó por 207 millones de yenes japoneses (unos 1,3 millones de dólares estadounidenses) (REUTERS/Issei Kato) El hallazgo más preocupante de su equipo es que, cuando las temperaturas del agua superan los 28°C, el metabolismo de los juveniles comienza a decaer drásticamente, comprometiendo su desarrollo. En agosto de 2024, el Mediterráneo alcanzó un récord histórico: una temperatura promedio diaria de 28,45°C. —Esto podría expulsar a las crías del Mediterráneo dentro de los próximos 50 años. Y si eso sucede, el impacto será devastador —advierte Trueman. El cambio climático también está alterando las rutas migratorias del atún rojo, un pez que puede recorrer miles de kilómetros cada año para reproducirse y cazar. Estudios recientes muestran que el atún rojo del Atlántico se está desplazando hacia el norte, buscando las aguas más frías del Golfo de Vizcaya o incluso de Islandia. —Estamos viendo al atún alimentarse en lugares donde antes era impensable, como el Mar del Norte —señala Buzzi a la BBC—. Esto está transformando las dinámicas ecológicas de los océanos. Brasil lidera una estrategia pionera de captura sustentable de atunes tropicales (EFE/ Ana Cerrud) Pero el desplazamiento hacia aguas más septentrionales también conlleva riesgos inesperados. En el Golfo de Vizcaya, por ejemplo, los juveniles del atún rojo podrían terminar como captura incidental en pesquerías de anchoa y sardina. Para evitarlo, Buzzi subraya la necesidad de reformar las regulaciones pesqueras, adaptándolas a estas nuevas realidades. Mientras tanto, las comunidades pesqueras del Mediterráneo ya sienten los efectos de estos cambios. Dependientes históricamente de la migración estacional del atún rojo, muchos pescadores encuentran cada vez más difícil llenar sus redes. —Ellos no ven las temperaturas ni los modelos climáticos —afirma Glaser—. Lo que ven es que los peces se están moviendo y que sus herramientas de pesca ya no funcionan como antes. El futuro incierto de una especie icónica (AFP) A pesar de la recuperación parcial de las poblaciones, el atún rojo sigue siendo vulnerable. Su larga vida y lento proceso de maduración lo hacen menos adaptable a los cambios drásticos que los peces de ciclo corto, como las sardinas o las anchoas. Sin embargo, hay esperanza. Las mejoras en las técnicas científicas y los esfuerzos de conservación han demostrado que las poblaciones pueden recuperarse si las políticas son rigurosas y sostenibles. —Estamos viendo avances significativos. Pero hay nuevos desafíos en el horizonte, y no podemos detenernos ahora —concluye Trueman. El destino del atún rojo parece estar unido al de los mares que habita. Si el Mediterráneo se calienta, si las rutas migratorias cambian para siempre, o si las comunidades pesqueras no logran adaptarse, este depredador ápice podría volver a enfrentar su extinción. Y con él, desaparecería no sólo una especie, sino un símbolo del equilibrio y la fragilidad de nuestros océanos. ¿Podremos salvar al gigante una vez más?

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