Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • “Algunos dicen que fue un boxeador, pero yo estoy seguro que fue un artista”

    Chajari » Chajari al dia

    Fecha: 15/01/2025 00:00

    Por El Loco del Tablón “Fue el mejor”, dijo el Toto. “En su estilo nadie se le puso a la par, pero no se si fue el mejor de todos, porque hubo grandes. Yo creo que, en realidad, fue un artista”, respondió el Abuelo. El comentario se refería a Nicolino Locche, quien el 12 de diciembre de 1968, en Tokio, ganó el título mundial welter junior de la AMB al hawaiano de origen japonés, Paul Fuji. La televisión mostraba parte de la pelea. La imagen era en blanco y negro por su puesto. “Fue el campeón del esquive”, dijo el Toto, pero el veterano respondió contundente: “En esa pelea tuvo que pegar porque de otra manera no ganaba… Hace 56 años ya”. “Locche lo llevaba a los golpes y lo enloqueció a esquives. Fuji, en el décimo round dijo ´no va más´. No le podía pegar al argentino, mientras éste le entraba por todos lados y lo hacía pasar vergüenza. Y por eso no quiso salir a pelear en la décima vuelta. ´Ya está´, habrá pensado. Había empleado todos sus recursos pero Locche se le escapaba y pegaba, lo hacía pasar de largo y pegaba. Dicen que no pegaba fuerte, pero sumaba puntos. El hawaiano en tanto, trompada y pasar de largo, otra trompada y pasar de largo, una más y lo tenía de golpe a Locche detrás suyo. Lo volvió loco. Era la primera pelea de Locche bajo la batuta de la dupla Lectoure-Bermúdez”, narró el Abuelo. Nicolino parado en el ring con la guardia baja. “Los argentinos estábamos acostumbrados a que Locche desorientara a sus contrincantes. Hasta se paraba en el medio del ring con los brazos detrás, y sus oponentes no le podían pegar, aunque el lugar preferido eran las sigas. Allí demostraba de qué manera había que volver loco al oponente. Para los japoneses y el mundo, eso era algo increíble. Además, para esa pelea, Locche sumó un grado de agresividad y fuerza en sus golpes, lo que no era común en él. Hay quienes asegura que Lectoure fue el que lo convenció que en esa pelea tenía que pegar o no ganaba. Incluso hay quienes afirman que Nicolino no pegaba porque era vago. Es que el concepto principal del boxeo es el arte de la defensa, y en esto Locche fue especialista y el mejor de todos, pero en el ataque no se preocupaba demasiado, aunque en aquella pelea en Tokio sí que se preocupó y lo hizo”, indicó prendiendo un cigarrillo el Abuelo. “De aquella hazaña hay varias anécdotas. Una de ellas indica que faltaban pocos minutos para la pelea y Nicolino, en el vestuario, dormía… ¡Sí!… ¡Dormía!… Tito Lectoure y Paco Bermúdez lo miraban y no podían creer. Estaba a minutos de jugarse la carta más brava de su historia boxística, y el tipo dormía. ¡Notable!… Pero subió al ring y ganó el título mundial. Debe ser el único caso”, dijo el veterano. Pensó unos segundos y agregó: “Va otra. Llegaron a Tokio y había varios que conformaban la comitiva. Cada vez que le preguntaban si necesitaba algo, Nicolino les respondía: ´Dame un cigarrillo y una Coca… Nada más´. Otros se matan con comidas especiales y no se que más. Él pedía un pucho y una Coca… Es para reírse”. “Finalmente fue el pucho y algunas otras cosas las que le ganaron la pelea de la vida. Una vez estuvo en Chajarí y piturreaba como si nunca hubiera sido el deportista de fama mundial que había sido”, indicó. Pero aquella noche la televisión mostraba a Nicolino con los brazos en alto. Era campeón mundial. “Argentina tuvo varios buenos boxeadores. Carlos Monzón, Pascual Pérez, Galíndez… Locche no… Locche era un artista no un boxeador, y así lo entendía la gente que llenaba el Luna Park cuando él peleaba. ´A Nico lo queremos… A Nico lo queremos´ resonaba toda la noche en el Luna. Pero además de la tribuna enfervorizada, la platea baja olía a caro perfume de mujer. Es que Nicolino logró que las mujeres vean boxeo en el Luna Park, lo que hasta ese momento era impensable. Como también era algo absolutamente atípico que en una noche de boxeo se cuelgue el cartel ´no hay más localidades´. Eso lograba Nicolino. Pero también lograba subir al ring, abrir sus brazos y con eso alcanzaba para que la multitud explote en gritos, vivas y aplausos. El gran Nicolino abrazaba a la gente antes de comenzar el show. No bailaba ni hacía piruetas, solamente evitaba golpes y cada tanto pegaba uno, dos, uno, dos, uno, dos… Su cabeza estaba a medio metro del rival quien, después de tirar 15 trompadas al aire, veía que Nicolino daba un rápido paso al costado y se le perdía… ¡Era un fenómeno!”. “Un sábado más, un sábado más, sobre Buenos Aires sábado más (…) Total esta noche, minga de yirar, si hoy pelea Locche en el Luna Park. Lo escribió hace años Chico Novarro. Y era así: peleaba Locche; había que ir al Luna… Pero tal vez se pueda adaptar aquello que escribiera Homero Manzi: No habrá ninguno igual, no habrá ninguno, desde el momento en que dijiste adiós”, indicó el Abuelo.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por