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  • Somos de letras

    » Diario Cordoba

    Fecha: 14/01/2025 19:05

    Hace falta valor, como dice la ochentera canción de Radio Futura, para tamaño aserto: somos de letras. Pero algunas y algunos, sin querer poner una pica en Flandes, llevamos por bandera el ser de letras. Yo, muy particularmente. Pero lo mío es, hasta cierto punto, una cuestión que en absoluto quiebra el equilibrio del universo académico o científico. Yo también he sido un universitario ochentero. El equilibrio sí está ahora roto. A partir del tercer milenio de nuestra era, hace falta valor para decir en esta vieja y trasnochada Europa: somos de letras. Pero los milagros existen aún y en un pequeño rincón de este universo, dos o tres tardes al mes, y dirigidos por la batuta magistral de Victoria García, joven escritora cordobesa, un no demasiado nutrido pero sí cálido grupo de aventureros y aventuras del ars scribendi se reúnen bajo el amparo de Ucocultura y de dos espléndidos anfitriones, como son Juanlu y Pepe, en la librería-cafetería-vinoteca (vamos, en el salón de tu casa) La Inaudita, que, junto a Ricardo, justo enfrente, el mago de los perfumes, sirven de antesala para ingresar en nuestra plaza de la Corredera. Allí, en La Inaudita se congregan para crear otros mundos posibles a través del prodigioso acto que la palabra nos sigue brindando y permitiendo. Si usted pregunta a cualquier escritor por qué escribe, las respuestas se presentan variadas y variopintas. Escribo porque no puedo no hacerlo, escribo para mejorar este mundo, escribo para comprender la realidad, para comprenderme a mí mismo, escribo para ser famoso (los menos), escribo porque me he propuesto publicar un libro. A propósito de esto último recuerdo que Nietzsche decía que de quienes menos se fiaba era de aquellos que se habían propuesto escribir un libro. Se fiaba mucho más de aquellos cuyas ideas acaban convirtiéndose en un libro. Hay muchos imbéciles y pedantes que aún creen que tienen algo que decir. En fin, se esgrimen muchas razones para justificar la existencia de ese artefacto (tradicional o digital) que denominamos libro. Ser escritor no significa, en modo alguno, ser de letras. Hay incluso quienes prefieren ser de todo como Valentín Fuster, uno de mis escritores favoritos, doctor en Medicina y también en Filosofía. La cuestión es que el desequilibrio que hoy existe entre los jóvenes que se decantan por estudiar bajo parámetros de letras y los de ciencias, por emplear una nomenclatura populotradicional, es más que evidente. Y creo que es uno de los grandes errores, una de las grandes mentiras de nuestro tiempo, de esas que de tanto repetirlas llegamos a considerar con valor de verdad. Desde el seno de las propias familias se insiste a los vástagos en que orienten su perfil académico hacia lo tecnológico, hacia las más variadas ingenierías. El pánico llega al hogar cuando se escucha por primera vez decir a algún miembro de la prole que quiere estudiar Filosofía, Filología o, y entonces el pánico se une al terror, Filología Bíblica Trilingüe. «Eso es una pérdida de tiempo», «eso no tiene futuro», se escucha decir a los progenitores mientras se miran, entre ellos, absortos contando los años que tendrán que mantener a su hijo o hija en el seno del hogar parental. Mientras todo esto ocurre, en un pequeño rincón del Universo, seguimos arrancando a eso de ser felices pequeños trocitos, aunque este mundo haya impuesto la idea de que los de ciencias son los hámsteres que ruedan alegres en una pequeña noria. Lo que no saben algunos, otros sí, es que si la noria se rompe, sólo queda una jaula. *Profesor de Filosofía

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