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Concordia » Diario Junio
Fecha: 14/01/2025 18:31
Cuando pasó el golpe blando en Honduras con la destitución de Zelaya por un comando norteamericano, ningún gobierno de la región dijo nada. Cuando en Perú, hace un par de años, producto de un «golpe blando», destituyeron a Pedro Castillo por orden de una burguesía elitista en conjuro con unos militares traidores, que impusieron a Dina Boluarte, ningún gobierno dijo nada, ni el miserable Luis Almagro de la OEA inició una protesta. Cuando se organizó un golpe de Estado, contra Evo Morales, financiado por ciertos militares con financiamiento de Elon Musk, para después obtener prioridad en la explotación del litio en Bolivia, y con el acompañamiento de Mauricio Macri enviando un cargamento de municiones que las fuerzas rebeldes no poseían, y esto ordenado por la Embajada de EE. UU., nadie dijo nada. En Ecuador, el gobierno de derecha asaltó una embajada para detener a un opositor, nadie dijo nada. Pero cuando el pez es «gordo», porque representa una fuente inagotable de recursos naturales, como el petróleo, tierras raras, oro, cobalto y otros elementos, el imperio se moviliza con todas sus fuerzas, no de guerra, sino de coerción, como las sanciones económicas aplicadas a Venezuela, el robo de los depósitos de oro en la Reserva Federal, la demonización de los funcionarios y del mismo presidente Maduro, a cargo de una cadena de medios occidentales que entregaron su alma al diablo para satanizar al gobierno venezolano, incluso dentro de la Argentina misma, que da vergüenza ajena. Porque omitir es lo mismo que mentir cuando lo obvio tiene la potencia de una verdad incontrastable. Es que el imperio, ante la derrota, que ya conocían de antemano, decidió aplicar el «manual de contrainsurgencia», como lo hicieron hace dos años en el Euromaidán en Ucrania, con Victoria Nuland, subsecretaria de Seguridad de EE. UU., con su esposo Robert Kagan, sionista confeso, contratando mercenarios que son activistas entrenados por Canvas, la misma agencia que «fogoneó» el Euromaidán en 2014, y que conspira tanto en Cuba, Venezuela, y ahora también en Georgia, porque la triunfadora de las elecciones no le es afín al «paladar» del Pentágono. A todas estas revueltas las llaman «revolución de colores». Si el plan de la oposición de una Corina Machado, inhibida electoralmente por haber hecho un acuerdo con el Likud, partido de Netanyahu, con EE. UU. para desestabilizar a Venezuela fracasó, es porque Maduro y su servicio de inteligencia y la fidelidad de sus fuerzas armadas construyeron un cerco de seguridad muy riguroso sin represión porque no le convenía que haya un muerto que despierte la indignación. No pudieron hacer lo de Ucrania, que tenían francotiradores del batallón Azov, pronazis, que dispararon contra los civiles provocando una gran inseguridad que permitió destituir al presidente Yanukóvich, para luego poner en su lugar al payaso de Zelenski. Por supuesto que hubo discusión con respecto a las actas. Pero las actas son las que en cada mesa se firman con los presidentes de mesa y luego se mandan electrónicamente al CNE. Luego de pasar por 17 auditorías, el Consejo Nacional Electoral anuncia el ganador. Yo les recuerdo que cuando George Bush derrota a Al Gore, el gobierno demoró 35 días para anunciar el ganador. Y nadie dijo nada. Además, hay que comprender que estamos en un «estado de guerra mundial híbrida» en que, a pesar de que en Medio Oriente, Ucrania, Rusia, etc., se atacan mutuamente, nadie le declaró la guerra a su rival. (?) Tanto Venezuela, Ucrania y Gaza son objetivos geoeconómicos y la política sirve para disfrazar las verdaderas intenciones. El «bulo» entre Patricia Bullrich y Maduro es un pasaje mínimo de una disputa ideológica que no supera el nivel de una «novela turca». Lo que sucede es que nos «tragamos» tantas mentiras que nos adulan y nos bebemos gota a gota la verdad que nos amarga.
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