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  • Flor Peña se despide de Mamma Mía! y prepara su regreso a la comedia: “Nos debemos un debate sobre de qué nos podemos reír”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 13/01/2025 08:34

    Flor Peña en Mar del Plata y en uno de los mejores momentos de su carrera (Christian Heit) Flor Peña nos invita a viajar en la máquina del tiempo y nos lleva de paseo a diciembre de 2023. Recién termina uno de los ensayos de Mamma Mia!, el musical basado en canciones de ABBA con el que se propone conquistar la cartelera de Carlos Paz. En una charla con Teleshow, se confiesa y expone sus sentimientos con de la manera más genuina posible. Siente que puede ser un gran éxito, pero sabe que no depende solamente de ella ni de sus ganas. Se apoya en su entusiasmo casi innato, en esa seguridad que construyó con años de escenario, con una amplia galería de éxitos y algunos fracasos de los que, asegura, aprendió por igual. Pero también la aborda la incertidumbre de cómo puede responder el público, si va a fluir la química en el elenco, si una plaza más acostumbrada a otro tipo de teatro la va a aceptar. Pasó poco más de un año y Mamma Mia! se convirtió en un suceso arrollador. Después de consagrarse en Córdoba, la obra con dirección de Ricky Pashkus y producida por Pardo Producciones ancló en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, giró por diferentes ciudades del país y con funciones a sala llena. “Me dio muchísimo más de lo que esperaba”, le dice la actriz a Teleshow ahora desde Mar del Plata, citando aquella charla como referencia. Con su personalísima caracterización de Donna Sheridan, cosechó elogios de la crítica, premios de la industria (Carlos, Hugo, ACE) y revalidó el amor incondicional de su público, que le destaca su talento y, lo que más disfruta, su entrega. Desde comienzos de diciembre brilla cada noche en el Teatro Mar del Plata, y se perfila para ser la obra más vista de la temporada en La Feliz. Pero esta historia, que se escribió sobre el sacrificio, el arrojo y la capacidad de volar sin límites, también tiene el perfume agridulce de las despedidas. El tan temido momento de soltar, con el desafío de hacerlo cuando está en su mejor momento. “Las obras son como los vinos. Necesitan tiempo y cuanto más añejos, mejor. Acá pasa lo mismo, y me siento en el mejor momento de mi carrera como actriz”, explica. Flor Peña disfruta de trabajar en Mar del Plata: "Me encanta hacer temporada porque es salir de la rutina" (Christian Heit) Nada haría suponer otro salto sin red, ante la tentación sacarle todo el jugo posible a un escenario casi ideal. Pero ella, con la sabiduría del paso del tiempo y el espíritu con el que construyó su carrera, no está de acuerdo. Siente que, en caso de hacerlo, traicionaría su esencia y no sería Flor Peña. “Siempre es un riesgo moverse, pero tengo esa naturaleza, necesito salirme de los lugares y seguir apostando. No soporto estirar el fade out”, dice sin titubeos. Y en su horizonte no tan lejano aparece Mujer Bonita, el musical inspirado en la película con Julia Roberts y Richard Gere, con canciones de Bryan Adams que la ocupará más adelante. Con los 50 años estrenados el 7 de noviembre, Flor transita un momento de plenitud. Y se le nota en las palabras y en el tono que elige para pronunciarlas. Es enérgico y convincente, pero también reflexivo y abierto a poner en duda algunas cuestiones. Con las convicciones claras y a la vez atenta a las señales que le ofrece la vida. Y sin concesiones ni pelos en la lengua para hablar de todo lo que se le pregunta. De la obra que se va y de la que se viene. De la conducción del Cantandosin querer y de compartirlo con su hijo Juan Otero. De la trampa de la fama y lo importante de pisar sobre seguro. Y de la polémica en la que se vio envuelta -“otra vez sin querer”, bromea con algo de resignación- sobre la reposición de Poné a Francella, los cambios de época y los límites para hacer humor. Flor Peña como Donna Sheridan durante el estreno de Mamma Mia! en Carlos Paz (Mario Sar) —Con Mamma Mia! coincidieron los elogios de la crítica, la respuesta del público y, por lo que se ve de afuera, la buena onda de un equipo sin fisuras, tres elementos que no siempre van de la mano. ¿Hay alguna receta? —Yo siempre digo que el resultado no nos pertenece. La verdad que nosotros laburamos mucho para que Mamma Mía! fuera un espectáculo tan hermoso como lo soñamos. Y yo, acostumbrada a ser cabeza de compañías de grandes elencos, siempre intento unir y dar el ejemplo. Cuando terminemos la temporada vamos a haber hecho unas 260 funciones y no falté ni a una, y nunca tuvimos que suspender. Hasta las hice quebrada, en Rosario, cuando volví de mis vacaciones. Creo que hay un ejemplo que les baja a los pibes y que tiene que ver con cómo concibo mi trabajo y las responsabilidades. La verdad es que siempre hubo mucho amor, y trabajar con alegría da buenos resultados. La transversalidad es el sello con el que me muevo, y en todo caso la jerarquía la dan los años que llevo trabajando. El balance es más que positivo y es un nuevo punto de inflexión en mi carrera. —¿Qué te sedujo de Mujer Bonita para ser el proyecto que encares después de todo esto tan hermoso que estás viviendo? —Es una película que me marcó mucho y la sentí muy afín a mi historia personal y a mi carrera. Es una pequeña joyita, una comedia exquisita que se bancó el paso del tiempo, y eso no siempre pasa. Lo que más me atrajo es que es la lucha de alguien que está un poco perdida en la vida y que lo que necesita es amor. Mamma mía! no deja de ser una historia matriarcal, donde Donna es interpelada por esta cosa de encontrar el papá de su hija. Todo lo contrario a Vivian, que es una mujer que no sabe dónde está parada, no sabe lo que quiere y está en un lugar que no elige. Y me parece que puedo hacer algo lindo contando esas carencias desde el humor. —¿La identificación con la historia te ocurrió en tiempo real? ¿Sentías que estabas perdida? —No en ese sentido, porque desde los 7 años siempre supe lo que quería hacer, y eso no le pasa a mucha gente. Lo que me gustó fue el tono de la comedia y Julia Roberts me parece una actriz muy interesante, que puede hacer comedia y drama. Siempre fue una referente, porque a mí también me gusta lo ecléctico y no encasillarme. Flor Peña y Juan Ingaramo en el afiche promocional de Mujer Bonita, su próxima apuesta La trampa de la fama Como parte de este movimiento, el 2024 la tuvo a Flor con dos desafíos televisivos muy diferentes entre sí. Por un lado, condujo un reality en una señal de streaming, La isla de las tentaciones, junto a Benjamín Vicuña. Por otro, se puso al frente de un programa clásico como el Cantando, con el agregado de que uno de los participantes fue su hijo Juan. Un desafío extra, el de ser madre y conductora a la vez, y una invitación a charlar sobre el medio que la vio nacer, en el cual construyó su carrera y que hoy en día no se parece en nada al que supo habitar. —¿Cómo analizás la experiencia del Cantando? —Me llevo haber hecho una clase de conducción a la que no estoy acostumbrada. Más allá del formato, le puse mi impronta. Yo soy artista, entonces sé lo que se siente cuando alguien tiene nervios, cuando trabaja duro y no le sale, cuando se emociona. Me llevo en el corazón haber estado al lado de Juan, acompañándolo en sus primeros pasos en esto, en un momento crucial de su vida. —¿Con qué televisión te encontraste? —Las épocas cambian. Yo empecé muy chica con la televisión abierta como única herramienta, sin Internet, sin redes sociales ni plataformas. Ahora tengo 50 años, la tele abierta está prácticamente muerta para los actores y todo se volvió viral, decís algo y en minutos está replicado por todos lados. Es otra realidad para la que no me preparé, pero me adapté, y sigo andando. Por ahí muchos pibes no saben ni lo que hacemos los actores que llevamos años en esto. Y a nosotros un poco también nos pasa lo mismo. Veo que Fulanito tiene 10 millones de views, y no tengo idea quién es. Con su hijo Juan en Cantando 2024 (Instagram) —¿Qué te pasa con eso? —Soy muy filosófica a la hora de pensar mi paso por esta vida, que es una de las tantas que he venido a vivir, y de la que tengo conciencia en este momento. Y sé que quiero dejar algo. No quiero irme sin haber hecho algo constructivo y amoroso que deje alguna huella. Sobre todo a mis hijos. Trabajo para que eso sea así, me tomo muy en serio lo que hago, estudio, me preparo. Creo en el camino, porque nada de lo repentino puede sostenerse en el tiempo. —El medio va para ese lado. Hay una búsqueda por viralizarse, por ser famoso. Esto que antes costaba un montón y ahora parece estar al alcance de la mano. —La fama no es ningún lugar al cuál llegar. No hay nada en la fama, por más que muchos la tengan como meta. Lo que hay es una construcción donde la fama puede llegar a ser una consecuencia, como en mi caso, como en el caso de músicos o artistas que son conocidos a través de sus trabajos. Yo no soy una actriz de moda, yo soy una actriz que me puede ir mejor o peor, pero sigo estando porque lo construido no me lo quita nadie. Incluso cuando me han tratado de bajar con operaciones o con cuestiones ajenas, no lo logran porque es difícil bajar lo que se construyó durante años. Me parece que es un momento donde en un abrir y cerrar de ojos está lleno de gente que se ha hecho muy famosa y no sé qué hay detrás. Y el planteo que me hago es si esto va a durar, si vino para quedarse. Y eso lo sabremos en unos años. —¿Hablás con tus hijos de esto? Porque si bien en un punto nacieron con esa fama, cada uno construye su camino en este escenario que estás planteando. —Discutimos mucho, en el buen sentido. Debatimos, les hablamos de construir el camino. Feli todavía es chiquito, Toto tiene otra cabeza, no tanto como la de los jóvenes de hoy. Pero Juan, por ejemplo, defiende a muerte al streaming. Y no es que yo lo ataco, porque seguramente lo haga en algún momento. Lo que le explico es que está todo bien con eso, pero que estudie, que se forme. Igual por ahí eso cambie, como cambió la televisión abierta de una manera que jamás lo hubiésemos esperado. Yo vengo de una tele de 15 ficciones por canal, de las cenas de mesas largas con los elencos. Soy de la generación de los 45 puntos de rating, ¿cómo íbamos a pensar que eso se iba a morir y la tele solo iba a tener programas de actualidad con panelistas y nosotros íbamos a tener que buscar otros lugares para laburar? Todo cambia, la vida es movimiento y creo que hay que adaptarse, pero nunca desatender el camino. Flor Peña durante los ensayos de Mamma Mia! Cuando baje de cartel en marzo, rondarán las 260 funciones (Gustavo Gavotti) Los debates del humor Como si fuera un ejemplo en tiempo real de la interacción entre aquella tele y estas nuevas formas de comunicación, la reposición de Poné a Francella en Telefe tuvo buenos números para el rating del hoy y se volvió un fenómeno viral en redes. Flor, protagonista clave de aquel programa emitido originalmente en 2001 y 2002, se sorprende por las repercusiones, de las que estuvo ajena, entre las vacaciones y la obra. Pero como acostumbra, se hace cargo. “Lo primero que te quiero decir es que fui muy feliz haciendo Poné a Francella”, sentencia, para evitar cualquier malentendido. “Y nunca dije que no estoy de acuerdo con que vuelvan a pasarlo. Amé ese programa, y aprendí mucho con Guille en ese momento de nuestra historia y siempre le voy a agradecer mucho a él. Fue una escuela para mí, el primer programa popular que me dio la posibilidad de ser la comediante que soy hoy. Dicho esto, hay algunos sketchs que hoy quedaron antiguos, pero no porque en su momento no fueran geniales, sino porque el mundo cambió y el humor también cambió. El humor tiene mucho que ver con las épocas. Hoy, Olmedo no tendría cabida, y fue el gran capocómico de los 70 y 80. —¿Cómo ves el programa a la distancia? —Algunos sketch son maravillosos. Enrique el antiguo, el de los cuñados. El del hospital. Un día de furia. Pero después está Sambucetti, que lo amo y es el que me lanzó al estrellato, pero creo que hoy no lo podríamos hacer. Ella es una acosadora y por las cosas que han pasado y cómo ha avanzado el feminismo, me parece que no está bueno que hagamos lo que no nos gusta que nos hagan. Si ves Poné a Francella en retrospectiva, y entendés que en ese momento se pensaba y se miraba la vida de otra manera, tenés la libertad de reírte. Como mucha gente ve a Olmedo, a Calabró o a Minguito. Ahora, si alguien viniera hoy y me dijera “mirá, tenemos una idea brillante, que es una acosadora...”, no lo haría. No haría Sambucetti, no haría La nena con esta cabeza y con este contexto. Pero lo hicimos, y también dejé que pasaran cosas que hoy por hoy, me pregunto cómo no me daba cuenta. Por suerte, algunas cosas han cambiado para mejor y hay cuestiones de feminismos y de luchas de las que obviamente formo parte y que hay que reivinidicar. Ahora me estoy dando cuenta, como todo en lo que me involucro, que se está dando un debate y bienvenido el debate. Porque creo que nos debemos un debate sobre de qué nos podemos reír. Ahora no nos estamos riendo de nada porque no sabemos de qué reírnos, no sabemos qué está bien y qué está mal. Estamos en esa búsqueda. Creo que hoy tenemos más humor adentro de nuestras casas porque nos sentimos protegidos por las cuatro paredes, y afuera estamos más temerosos. Flor Peña con su marido Ramiro Ponce de León y sus hijos Felipe, Juan y Tomás (RS Fotos) —Cumpliste 50 años en noviembre, se te ve plena en lo familiar, en lo profesional, muy plantada a la hora de exponer tu pensamiento. Supongo que es un escenario que hubieras firmado. —Sí, “crecí bien”, como siempre jodemos con mis amigos. Entendiendo, evolucionando, arriesgando, cayéndome, fracasando, sabiendo qué cosas ya no quiero y cuáles están por descubrirse. Y no es que cierro el kiosko, sino que arranco un momento muy esencial de mi vida. Me debo una fiesta, porque para esa fecha me había quebrado, a mi marido le habían puesto un marcapasos y me quedé con las ganas. Pero me sirvió para entender que no controlamos todo, y que lo mejor es fluir. Nada de lo que había planeado para mis 50 y para el momento de fin de año sucedió. Y eso me vino a contar que es mejor que esté receptiva a moverme y a soltar que a pensar que todo lo que planeo se va a dar tal cual, porque ahí viene la frustración. Viene la piña. O sea, hay que trabajar duro para cumplir los sueños. Pero si no se cumplen, ver qué me quiere decir eso, por qué no sucedió y cuál es la otra posibilidad que surge. Está bien por momentos dejar de bracear, hacer un poco la plancha y ver hacia dónde te lleva la corriente. —Mencionaste estos problemas de salud, también te operaste de la vista, pero seguiste trabajando y proyectando. ¿Se te cruzó poner un freno? —No, yo soy una laburante, no estoy parada ni mucho menos. Vivo de esto y no me puedo tomar un año sabático. Pero más allá de eso, me encanta lo que hago. Es una mezcla de hobby con trabajo, con lo que vine a hacer a este mundo, con el lenguaje con el que me expreso, con lo que me llena el alma. Cuando hablo de frenar, tiene que ver con dejar que el resultado tome la forma que tenga que tomar. Abrir tus canales para ver qué tiene deparado el universo para vos. Flor Peña en Mar del Plata a los 50 y en plenitud (Christian Heit) —¿Y en esto del trabajo y el placer se puede disfrutar de Mar del Plata haciendo temporada? —Sí, estoy activa. Voy a la playa, estoy escribiendo, salimos a la noche, vamos a fiestas. Estoy tratando de combinar lo que lo que me gusta hacer con el trabajo. Porque este tipo de obras te quitan mucha energía. Obviamente no son vacaciones, porque hay un determinado momento que me toca ir a la función, y tengo que estar bien de la voz y poner la energía en el escenario. Pero me encanta hacer temporada porque es salir de la rutina, adaptarse a otros lugares, conocer gente. Me parece divertido. —¿Cómo notás la temporada? Es un tema casi de debate nacional cuánta gente veranea en la Costa Argentina... —Estos últimos días se empezó a ver más gente en la playa. Y también me parece que bajaron un poco los precios, que se entendió un poco que la que la costa se había puesto en general bastante cara. Tampoco ayudaba el clima, yo estoy desde el 6 de diciembre, y hacía un frío tremendo, le pedí a mi marido que me traiga las camperas porque me tuve que poner los tops en el culo (risas). —Más allá de que ustedes les va muy bien desde que estrenaron, ¿qué pasa en general con el teatro? —Mar de Plata es una ciudad teatral por excelencia. Yo siempre digo está bueno que nos vaya bien a todos. Y si bien que no esté tan lindo el día ayuda a que la gente vaya al teatro, si está horrible no viene nadie a Mar del Plata. Ahora que el clima está ayudando, y que los precios se pusieron más friendly, está llegando la gente. Es el debate de todos los años, y ahora se sumó Brasil, que estaba fuera de la ecuación, porque el cambio está siendo muy barato. Pero más allá de esto, me encuentro con los que no cambian por nada la Costa Argentina, y que tienen sus rituales. Y para los que vienen a Mar del Plata, entre esos rituales, está ir al teatro. Flor Peña presenta Mamma Mia! en el teatro Mar del Plata (Christian Heit)

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