Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Ricardo Delgado: “No hay mejor política salarial que bajar la inflación”

    » Misionesparatodos

    Fecha: 12/01/2025 10:31

    El economista, con amplia trayectoria como consultor y en la función pública, analiza los principales logros del primer año de gobierno y advierte sobre las claves para consolidar el crecimiento Ricardo Delgado, economista y socio-presidente de Analytica, consultora de empresas y gobiernos, analiza los resultados macroeconómicos del primer año de gestión de Javier Milei. En esta entrevista con Infobae, reflexiona sobre la rápida desinflación lograda tras la mega devaluación de 2023, el impacto del superávit fiscal y los desafíos que enfrenta la economía argentina en 2025. Delgado, quien también ha sido consultor del PNUD, el Banco Mundial y el BID, pone el foco en los sectores productivos, el crédito privado y las tensiones en el tipo de cambio real. — ¿Qué aspectos positivos y negativos dejó la macroeconomía de 2024? — Haber logrado una rápida desinflación tras la megadevaluación de diciembre de 2023 y avanzar en la recomposición tarifaria son los aspectos más positivos del primer año de la gestión Milei. Esto sorprendió a muchos, incluido yo mismo. Detrás de este resultado está la inédita recuperación del superávit fiscal y, más importante, la capacidad del gobierno para sostenerlo. En línea con esto, está la normalización de los mercados monetarios, donde el Tesoro dejó de ser la principal fuente de emisión de pesos. Semejante corrección macro tuvo, como era de esperar, fuertes impactos iniciales sobre los ingresos de gran parte de la población, aunque, a partir de una inflación más baja, estos empiezan a recuperarse marginalmente a distintas velocidades. Como sostengo hace años, y lamentablemente no fue muy escuchado, no hay mejor política salarial que bajar la inflación. Esa debería ser una regla innegociable. — 2024 fue el año de los mercados financieros en la plaza local, mientras que la economía real tuvo un desempeño desigual, con más sectores en retroceso que en crecimiento. ¿Qué tendencias espera para este año? — Consideremos un dato muy relevante: el Merval, medido en dólares constantes, ya está por encima del récord previo alcanzado durante el gobierno de Mauricio Macri, a fin de 2017. Esto indica que el valor de las empresas que cotizan acciones en Bolsa ha alcanzado niveles históricos. Claro que todo puede cambiar -en 2018 comenzó el último ciclo de debacle macroeconómica-, pero refleja que, en la percepción del capital, existe optimismo. La fuerte reducción del riesgo país mejora, además, las perspectivas de endeudamiento público y privado. “El Merval, medido en dólares constantes, ya está por encima del récord previo alcanzado durante el gobierno de Mauricio Macri, a fin de 2017” Hasta noviembre, el sector privado emitió deuda vía obligaciones negociables por USD 8.600 millones, el valor más alto registrado, superando incluso las emisiones de 2017. Mientras tanto, los bancos están aumentando el crédito en todas las líneas, tanto en pesos como en dólares, una vez que su principal cliente -el Banco Central- dejó de estar en escena. El crédito privado local está recuperándose y esa es una gran noticia para la macro. — Pero… —Falta mucho: los bancos tienen que reaprender a prestarle a la economía real, a evaluar los riesgos de los proyectos y a mirar más hacia adelante y no tanto la historia, como lo hacen usualmente, pero estamos en el buen camino. La euforia financiera -un mundo que siempre corre más rápido que el de la economía real- puede anticipar perspectivas favorables para la actividad de los sectores más rezagados, como el consumo, pero siempre que el Gobierno sostenga la credibilidad en sus reformas. No olvidemos que una parte de esta euforia estuvo ligada al blanqueo y que, además, el cepo ayuda, dada la imposibilidad de operar con total libertad con los pesos. “La euforia financiera -un mundo que siempre corre más rápido que el de la economía real- puede anticipar perspectivas favorables para la actividad de los sectores más rezagados” — El regreso del Estado al mercado internacional de crédito mediante un REPO con un grupo de bancos llegó tras varias colocaciones de deuda privada de grandes empresas. ¿Cree que esto abre las puertas al resto de los sectores o se trata de casos puntuales? —Sin dudas todas son buenas noticias, porque muestran que existe un interés inversor en la Argentina. Por supuesto, naturalmente los sectores más dinámicos, como la energía, son los que van a liderar las colocaciones, pero vemos grandes oportunidades en varias actividades. El RIGI ya empieza a actuar como un catalizador, una plataforma para generar financiamiento genuino en actividades dinámicas. Esta semana se aprobó el primer proyecto y hay varios más en la fila. Sería importante otorgarles a las pyme un instrumento similar, algo que se está debatiendo, para darle más profundidad al interés inversor con proyectos concretos en actividades muy diversas. — Aunque 2024 marcó la reactivación del crédito privado interno, el volumen sigue siendo muy bajo respecto del promedio regional en términos de PBI. ¿Este proceso continuará al mismo ritmo o enfrenta riesgos de estancamiento? — El crédito privado va de la mano de la confianza, y ésta depende directamente de la estabilidad macroeconómica. Si la inflación sigue bajando, se consolida el frente fiscal y monetario y las expectativas privadas se sostienen, hay un gran espacio para seguir creciendo. No somos distintos a Brasil, Uruguay o Chile. Estas economías reformaron la política, les dieron estabilidad a las reglas de juego -el plan Real cumplió 30 años, por ejemplo- y consolidaron al crédito como motor de crecimiento. — ¿Cuáles son, en su opinión, los principales desafíos económicos que enfrentará el Gobierno este año? — Los principales desafíos pasan por demostrar capacidad para consolidar el superávit fiscal, avanzar en la normalización macro (con una salida gradual del cepo) y llegar en condiciones competitivas a las elecciones de medio término, evitando tanto una reversión de la tibia recuperación que se percibe en la actividad como que el peso se siga fortaleciendo respecto del dólar como en los últimos meses. “Los principales desafíos pasan por demostrar capacidad para consolidar el superávit fiscal, avanzar en la normalización macro (con una salida gradual del cepo) y llegar en condiciones competitivas a las elecciones de medio término” — El consenso entre economistas sugiere que el cepo cambiario debería levantarse. ¿Cuáles son sus expectativas sobre esta medida y qué impacto tendría en el tipo de cambio real? — El Gobierno ha sido muy pragmático en este sentido desde el primer momento. Evitó caer en la tentación -errada, a mi juicio-, de desarmar el cepo de la noche a la mañana, como muchos en su propio espacio ideológico le pedían. No sólo no existían, ni existen todavía, condiciones suficientes por el lado de los stocks (reservas escasas en el Banco Central ante un número relevante de pesos “encepados” en cuentas a la vista y plazos fijos), sino tampoco de los flujos. Hoy las condiciones son mejores. Y permítame que ponga en juego a un actor relevante para la macro 2025: el FMI. Desde Analytica siempre creíamos –a pesar de que muchos colegas pensaban lo contrario– que no sólo era necesario, sino forzosamente obligatorio, un nuevo acuerdo con el principal acreedor, influenciado por la llegada de Donald Trump (que es importante) y, además, porque el propio organismo debía atender un sendero de vencimientos complicado a partir de 2026. Y acá surgen dos preguntas. Una, ¿habrá, y cuántos, fondos frescos? Y dos, como es usual, ¿la unificación del tipo de cambio se hará vía la clásica devaluación que siempre exige el FMI? Son cuestiones no triviales, muy relevantes para bosquejar la dinámica de este año en materia de actividad, tipo de cambio y precios. En este contexto, creemos que, dentro de un nuevo acuerdo con el FMI que incluya fondos frescos, el Gobierno va a avanzar en un desarme gradual del cepo cambiario. Quizá eliminando, por caso, las prohibiciones para girar el flujo de dividendos y utilidades al exterior o flexibilizando el uso de los pesos en las empresas (por ejemplo, la imposibilidad de acceder al mercado oficial de cambios por 90 días si se adquirieron dólares financieros). No comenzar a flexibilizar las restricciones sería arriesgado, porque desalentaría proyectos que en otras condiciones podrían materializarse. “No comenzar a flexibilizar las restricciones cambiarias sería arriesgado, porque desalentaría proyectos que en otras condiciones podrían materializarse” — El Presidente ha vinculado el tipo de cambio real con el resultado fiscal. ¿Considera que esta relación es clave en el debate sobre un posible atraso cambiario? — Tener superávit fiscal implica que el gobierno retira pesos del mercado, reduciendo la presión sobre la demanda de dólares, ya sea directamente, como ahorro, o indirectamente a través de un mayor consumo de bienes y servicios importados, como el turismo. Naturalmente, si la demanda de pesos se mantiene, este se vuelve más escaso y sube de precio. Llamarlo atraso cambiario es hacer una comparación -como solemos hacer los economistas. con otros valores históricos. Por ejemplo, los $700 que valdría hoy el dólar de la convertibilidad, o los $2.500 o incluso más en los episodios hiperinflacionarios de la presidencia de Raúl Alfonsín. Es una métrica, debatible. Pero lo que sí es cierto es que producir con costos que crecen en moneda dura será cada vez más complejo. El Presidente lo sabe; incluso lo comentó en algún canal de streaming hace poco. Y es obvio que la devaluación no resuelve nada estructural. Ahora, tampoco hay perspectivas concretas de reducir los impuestos relevantes para ganar competitividad, y varios de ellos -como ingresos brutos- son potestad de las provincias. “Es cierto es que producir con costos que crecen en moneda dura será cada vez más complejo” Hablando seriamente, la cuestión del nivel del tipo de cambio no puede escindirse de la productividad, de las desregulaciones y de las imprescindibles reducciones de impuestos que mejoren las ecuaciones empresariales. Son discusiones cíclicas que siempre vuelven en Argentina. — ¿Qué opinión le merecen las comparaciones del Gobierno sobre los ingresos en dólares de la población como indicador alternativo al método tradicional en términos reales? — Todos los gobiernos prefieren usar mediciones de ingresos en dólares cuando frenan el tipo de cambio. Tenemos una predilección por medirnos en dólares. Pero ningún economista puede obviar que toda estabilización produce, en mayor o menor medida, una caída inicial de los salarios y las jubilaciones, medidos en pesos. Ahora, es claro que hay sectores formales de trabajadores que perciben que las mejoras en sus ingresos en pesos les están brindando nueva capacidad de ahorro en dólares que un año atrás no tenían, y eso es parte de la construcción del discurso macroeconómico. — Si el dólar oficial está barato, ¿cómo se explica que el Banco Central sea comprador neto en el mercado de cambios, aunque acumule pocas reservas por el uso de divisas para pagos de deuda? — Varios factores lo explican. En particular, la creencia de que el régimen cambiario está sólido hace que los exportadores liquiden. Además, el blanqueo hizo que aumenten los créditos en dólares para las empresas, y esto permitió el aumento de las reservas internacionales. “El blanqueo hizo que aumenten los créditos en dólares para las empresas, y esto permitió el aumento de las reservas internacionales” — ¿Qué expectativas tiene sobre el desempeño de la economía real en el corto y mediano plazo? — La actividad económica ya dejó de caer y muestra señales incipientes de recuperación, sobre todo desde el tercer trimestre. En 2024 el PBI cayó unos dos puntos en promedio, lo que no es tanto dado semejante ajuste fiscal y monetario, principalmente por la recuperación del agro luego de la gran sequía de 2023. Hoy proyectamos una recuperación del orden del 3,5% para este año. Es una economía aún traccionada por los productores de materias primas -agro, energía y minería- y, en menor medida, por los servicios. La construcción y la industria enfrentan un cuadro complejo, porque el consumo no va a despegar a una velocidad significativa. — Por las primeras medidas del año, el Gobierno parece decidido a reducir el tamaño del Estado, al menos en la Administración Central. ¿Cree que esta estrategia tendrá el alcance necesario para avanzar también en la reducción o eliminación de impuestos distorsivos, como las retenciones, el impuesto al Cheque o a los Bienes Personales? — Los deseos de los gobiernos en materia impositiva suelen chocar con problemas de financiamiento que les impiden avanzar. Nadie puede estar a favor de un impuesto tan distorsivo como ingresos brutos o el impuesto al cheque, y sin embargo siguen ahí. Lo mismo pasa con las retenciones a la producción sojera. Cambiar el sistema tributario es algo que escucho desde que era estudiante de economía, y ningún gobierno lo logró. Ni siquiera en los tiempos estables de los dos gobiernos de Menem o el de Néstor Kirchner se logró avanzar. Este gobierno, a mi juicio, tiene la dificultad adicional de que descree de los acuerdos, de los consensos, que en esta materia son cruciales porque involucran a las provincias y a los municipios. Pensemos, por ejemplo, en la anomalía que significa no haber alcanzado los acuerdos mínimos para contar con un presupuesto y el costo de reputación por no tenerlo por segundo año consecutivo. (Matías Arbotto) “Este gobierno, a mi juicio, tiene la dificultad adicional de que descree de los acuerdos, de los consensos, que en materia tributaria son cruciales porque involucran a las provincias y a los municipios” — El blanqueo de capitales líquidos permitió en 2024 bancarizar ahorros privados en divisas, que permanecieron dentro del sistema. ¿Debería el Gobierno extender esta herramienta o es preferible que la desinflación, el equilibrio fiscal y tasas reales positivas en dólares actúen como incentivos para normalizar esos ahorros? — Es obvio que cuanto más dejes exteriorizar divisas que están fuera del sistema, generas capacidad de crédito y la rueda se mueve. Pensemos que este blanqueo creó más de 300 mil cuentas especiales con unos 63.000 dólares promedio cada una. Claramente, fue un blanqueo minorista, que permitió exteriorizar alrededor del 10% de las tenencias no declaradas, según la información previa del Indec. Fue importante. Ahora, ¿el FMI te va a dejar? Si los fondos frescos que se obtengan en el nuevo acuerdo no son todo lo relevantes que el gobierno piensa, quizá pueda ser una prenda de negociación. Pero lo más relevante siempre es consolidar las cuentas fiscales, dar señales claras en el frente cambiario y evitar encarecerse innecesariamente en monedas duras. — Según las consultas de las empresas a las que asesora, ¿qué les genera mayor inquietud: el atraso cambiario, la incertidumbre de la campaña legislativa de octubre, los vencimientos de deuda pública o el desempeño desigual de la economía real? — Depende de las actividades, pero todas, en más o en menos, creen en la capacidad de ejecución de la política macro, más allá de las opiniones puntuales sobre sus efectos. Es un activo importante que te crean. Ordena las expectativas, fundamental para el desarrollo de los negocios. Diría que el tipo de cambio y su evolución es quizá la preocupación central, sobre todo si es posible sostenerlo y cómo esto impacta en los costos empresarios. “Haber logrado una rápida desinflación tras la megadevaluación de diciembre de 2023 y avanzar en la recomposición tarifaria son los aspectos más positivos del primer año de la gestión Milei” Fotos: Matías Arbotto Por Daniel Sticco-Infobae

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por