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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 12/01/2025 04:34
Iñaki Urlezaga: “A veces, con mayores crisis, hay mayor producción artística: es cuando más revolucionado está uno internamente” Desde el asiento de atrás de un auto, Iñaki Urlezaga atiende el teléfono y dice que se escucha perfecto, que hablemos. Se dirige a un canal de televisión. Tiene 49 años —acaba de cumplirlos el mes pasado— y ya no lleva en la espalda el peso de la disciplina de élite: hace casi siete que se retiró de los escenarios, y si bien colgó el traje de bailarín, su carrera no frenó: es maestro, coreógrafo y director de obras como La ruta de Piazzolla. Son dos días: 13 y 15 de enero en el Teatro Tronador de Mar del Plata. Al elenco lo encabezan Julieta Paul y Bautista Parada. Toca el Cuarteto de Buenos Aires. Devolver a Piazzolla todo lo que dio La ruta de Piazzolla nació por un pedido: homenajear al músico fallecido en 1992. “Si yo tengo que ser totalmente honesto, a mí me dio muchas ganas de hacerla cuando, a mitad de año, que supe cumplía 50 años Libertango. Yo ya tenía un espectáculo armado que no era tal cual lo que terminó siendo y me pareció que la mejor excusa era reversionarlo y darle sentido a esta maravillosa partitura que tenía. La obra empieza y termina con Libertango, pero a la mitad, si bien no es todo Piazzola, también hay partituras de Mariano Mores, por ejemplo”, cuenta Urlezaga. No se olvida de destacar un momento de la obra: “algo favorito mío”, dice, “algo que a veces se puede lograr y a veces no, depende de la calidad de la línea que tengas”: “El día que me quieras bien”, de Carlos Gardel. “Cuando surgió la posibilidad de homenajear a Astor como me lo habían pedido a mí, digo ‘sí, claro’. Uno siente como bailarín que nunca nada es suficiente para devolverle todo lo que este señor dio... Sinceramente es una enorme satisfacción poder hacer un espectáculo así en Mar del Plata, homenajeándolo a él, sabiendo que, además, él era de ahí”, agrega. "La ruta de Piazzolla". Son dos días: 13 y 15 de enero en el Teatro Tronador de Mar del Plata Volver al origen “Cuando yo fui chico, hace bastantes años, el tango estaba muerto”, recuerda. Estamos hablando de la decada del ochenta, incluso los noventa. “En Argentina el tango no se escuchaba en lo más mínimo. Las milongas habían dejado prácticamente de existir. Tengo el reflejo, como si alguien dijera: ‘Uy, no, eso es de otra época, eso no vuelve más, eso ya no sirve’. Había pasado el éxito de Astor. Lógicamente, con la muerte de él se dejó un poco. Se lo reconoció, eso sí: quién era. Pero después dejó de existir el tango en sí mismo. No solamente Astor, todo el tango”. Nacido en La Plata en 1975, formado en el Colón, donde fue primera figura, perfeccionado en el American Ballet de Estados Unidos, Urlezaga decide irse a Londres en el año 1995 para incorporarse en el Royal Ballet. Un día, como cualquier otro, entra en una disquería, en una sucursal de la cadena Tower Récords, y encuentra un CD titulado Las ocho estaciones. “Eran las cuatro estaciones de Astor y las cuatro estaciones de Vivaldi; estaban juntas”, recuerda. Llega a su casa, pone el CD en el equipo de música y apareció aquel sentimiento temprano, inolvidable, nacional: la nostalgia. “A mí me devolvió, como en un segundo, a Buenos Aires. Fue un viaje, un querer volver. Para mí fue como estar en mi tierra, como estar de nuevo en mi lugar de origen. Y seguramente después, con la comprensión y el psicoanálisis y demás, era una manera de estar cerca de lo que yo extrañaba que era la familia, que era Buenos Aires, que era el mate, que era toda esta comunidad hermosa que tiene la Argentina y que es como una red de afectos muy fuerte para los argentinos en general. Los argentinos, cuando estamos afuera, sufrimos bastante, se lo padece bastante”, asegura. Esa “nostalgia de querer siempre estar volviendo” aparecerá de forma frecuente a lo largo de sus años en Inglaterra, donde se encontraba bailando en una meca: el Royal Opera House, también conocido como el Covent Garden. “Fue a través de Piazzolla que yo pude estar un poco más cerca de todo esto. Entonces ahí me enamoré o, mejor dicho, descubrí el tango. Porque yo no lo había escuchado nunca y me enamoré de él porque, lógicamente, me permitió a través de su música, estar en contacto con mi gente. Esas cosas no se olvidan”, dice sensible, agradecido. Astor Piazzolla, dice Urlezaga, "va a seguir existiendo: son músicas no solo bellas y originales, también verdaderas” (Crédito: Prensa Fundación Astor Piazzolla) Como nombrar a Borges Tiempo después, ya establecido en Buenos Aires, un día —otro día, como cualquier otro— va al Mercado de las Pulgas. No recuerda bien a qué: “a comprar un mueble o algo de esa época, no sé”. “Y había, en un puestito, un señor que atendía. Y yo paso caminando por el pasillo y suena ‘Invierno porteño’ en la radio. ‘Invierno porteño’ es una de las cuatro estaciones que te conté que yo había comprado el primer CD. Y me frené, me quedé escuchándolo un ratito porque, siempre que lo escucho vuelvo como a ese primer momento que tomé contacto con la música”. En ese trance plácido, encantador, el puestero, un hombre de unos setenta y pico de años, hace una mueca. “Fue como un gesto de desaprobación. Y te diría más de odio. Era una reacción a la canción, la sensación que le daba escucharla. Pero fue instantáneo, ni bien sonaron los primeros acordes. ‘Esto no es tango’. Él estaba escuchando una radio de tango, lógicamente. Y yo pensé: qué increíble que aún a la fecha todavía Astor sea tan combativo, tan resistido, después de todo lo que le dio a la Argentina. Para el mundo, Astor Piazzolla es como nombrar a Borges. Es un pasaporte”. Alquimia, coraje, verdad La ruta de Piazzolla es tango y danza. Ese maridaje, aunque propicio, no es algo natural. Para Urlezaga “esta alquimia, esta amalgama, surgió con PIazzolla. Él tiene una capacidad de componer, no te quiero decir clásica, pero sí de mucha riqueza melódica. No es el dos por cuatro tradicional. Por ahí rítmicamente no varía tanto a lo largo del tema, pero en la melodía sí. Esto fue una innovación para los bailarines clásicos, porque tiene una parte que es un adagio, una parte que es más rítmica y un final bien arriba o fuerte, por decirlo de alguna forma: es una manera muy orgánica de bailar”. Julieta Paul y Bautista Parada encabezan el elenco de "La ruta de Piazzolla" “Es algo muy sintético que puede tener un principio, un momento de quiebre, de dolor, digamos, o de intimidad y una resolución final. Y no se daba tan fácilmente, porque previo Piazzola el tango canción era todo melódico y todo lento, o como decía el Rey del Compás, Juan D’Arienzo: punchi, punchi, punchi hasta el final. Y Piazzola tiene justamente esta variedad y esta variación dentro de la misma música que lo hace mucho más cómodo, al menos para los bailarines clásicos”, dice el director, con experiencia creativa a ambos lados: arriba y abajo del escenario. ¿Cómo hizo Piazzolla para alcanzar tal grado de originalidad? Urlezaga dice que hay que poner atención en la vida, además de la obra. “Para mí tiene que ver con qué persona fue Piazzola. Pensá que él tuvo la el coraje y la valentía de ser él mismo y de luchar contra el mundo para poder ser él mismo. Si bien a los 15 años, cuando estaba en París, donde estudió con Nadia Boulanger, también estudió composición musical y orquestal. Era realmente una muy persona formada. No sólo artísticamente, te diría que hasta intelectualmente. Y todo eso se lleva a su música”. “Después de ir analizándolo todo lo que fue su vida, el poder haber sido él mismo, el haber compuesto realmente lo que él ha querido... es algo muy orgánico, muy vivo, muy espontáneo. Hizo realmente lo que él sentía. Y creo que cuando uno logra hacer algo así, siempre está presente, siempre está vivo. Porque las emociones humanas, por más que todos las sintamos de forma distinta, son lo mismo. El amor lo siente de mil maneras, pero es amor, si realmente es amor. Por eso va a seguir existiendo: son músicas no solo bellas y originales, también verdaderas”, sentencia. Iñaki Urlezaga bailando "Giselle", sobre el escenario del Covent Garden de Londres La vocación no muere ¿Son tiempos difíciles para el arte, la pausa, la emoción? Mientras el mundo tiembla y las guerras se retuercen, mientras la economía se estanca y el desánimo apesta, ¿cómo seguir dándole rienda al oficio de crear? “Con mejor, con más o con menos apoyo, el artista siempre intenta poner su propia voz. Más allá de los gobiernos, la vocación no muere ni deja de existir porque sienta que está más difícil la realidad. Y al contrario: muchas veces, de todas estas adversidades surgen movimientos nuevos, disruptivos, contestatarios. Sino no existiría la canción de protesta”, empieza su respuesta. “De alguna manera, el ser humano siempre encuentra a través del arte la forma de una expresión, porque lo que hace el arte es sintetizar lo que está ahí, en el aire, aparentemente de forma intangible. A través de una pintura, una música, lo que quieras, con lo que vos te identifiques, siempre vas a encontrar la posibilidad de contar tu realidad. Porque Oriente medita y Occidente expresa con arte. Para mí son dos maneras de sacar afuera la emoción. A veces, con mayores crisis, hay mayor producción artística porque es cuando más revolucionado está uno internamente”, concluye. * “La ruta de Piazzolla” se presenta los días 13 y 15 de enero en el Teatro Tronador de Mar del Plata. Las entradas están a la venta por Ticketek.
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