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Crespo » Paralelo 32
Fecha: 11/01/2025 22:30
El envejecimiento, un proceso natural que todos experimentamos, se ha visto repensado en las últimas décadas tanto por la ciencia como por la sociedad. Tradicionalmente, el tránsito hacia la vejez se dividía en tres etapas: la primera entre los 34 y los 60 años, la segunda entre los 60 y 78 años, y la última, a partir de los 78 años, considerada la senectud. Sin embargo, un estudio científico realizado por la Universidad de Stanford, que analizó el plasma de más de 4.000 personas entre los 18 y 95 años, ha revelado cambios fisiológicos significativos que redefinen esta visión tradicional. Según los resultados, a partir de los 78 años surgen cambios notorios que marcan el paso hacia la vejez, pero es antes, en torno a los 60 años, cuando se comienzan a percibir los primeros signos del envejecimiento acelerado. El proceso de envejecimiento a nivel celular El estudio de Stanford ha identificado que, lejos de ser un proceso lineal y gradual, los niveles de muchas proteínas en el cuerpo humano se mantienen constantes durante un largo período y, en determinado momento, experimentan cambios repentinos. Esto genera una aceleración en el envejecimiento, particularmente a partir de los 60 años, cuando las alteraciones en las proteínas del plasma son más evidentes. Este fenómeno puede explicarse por el desgaste natural de las funciones biológicas, pero también por el impacto de factores externos como la vida laboral, las tensiones y las experiencias acumuladas a lo largo de los años. Aunque este estudio refuerza la idea de que el envejecimiento es un proceso inevitable, también ha dado lugar a una reflexión más profunda sobre la longevidad. La esperanza de vida humana, que en 2023 se encuentra en un promedio de 73,4 años, se proyecta que aumentará a 77,3 años para el año 2050, según informes de la División de Población de las Naciones Unidas. Este dato ha impulsado una nueva concepción del envejecimiento, especialmente a partir de los 60 años. El nacimiento de los "sexalescentes" El psiquiatra Manuel Posso Zumárraga ha acuñado un término revolucionario para describir a este nuevo grupo de adultos mayores de 60 años: los sexalescentes. Según Posso Zumárraga, los sexalescentes son hombres y mujeres que, lejos de adoptar una actitud pasiva ante la vida, siguen siendo activos, curiosos y ansiosos por disfrutar de la vida. Este grupo de personas, que no se sienten identificadas con la tradición de la tercera edad, se caracteriza por su manejo de las nuevas tecnologías, su deseo de seguir aprendiendo, viajar, conocer gente nueva y, sobre todo, ser dueños de su destino. A diferencia de las generaciones anteriores, para quienes la jubilación representaba el inicio de la vejez y la limitación de las opciones, los sexalescentes han renovado el concepto de "envejecer". Se trata de una generación que ha desechado términos como "sexagenario" y que se resiste a la idea de que envejecer implique perder vigor o deseos. Lejos de la imagen tradicional de la vejez, los sexalescentes buscan vivir la vida con plenitud, manteniéndose activos tanto física como intelectualmente. Los sexalescentes: una generación redefinida Los individuos de esta nueva generación no temen a la jubilación, y muchos ni siquiera la consideran en su horizonte. Han logrado alcanzar un grado de satisfacción personal que les permite aprovechar el ocio sin sentirlo como una carga. Muchos, que han trabajado toda su vida, ahora disfrutan de sus pasiones y hobbies, ya sea viajando, creando proyectos personales, aprendiendo nuevas habilidades o incluso iniciando nuevas carreras. El concepto de ocio para ellos está cargado de libertad, sin las presiones del trabajo o la crianza de los hijos. Además, las mujeres de esta generación, nacidas en los años 50, han sido pioneras en romper paradigmas y redefinir su rol en la sociedad. Muchas de ellas decidieron vivir solas, seguir carreras que antes eran consideradas "masculinas" o realizar estudios universitarios junto con sus hijos. Esta independencia y autonomía les ha permitido asumir una nueva forma de ser, ajena a las expectativas tradicionales asociadas con la vejez. La tecnología ha jugado un papel crucial en esta transformación. Los sexalescentes manejan la computadora, las redes sociales y otros dispositivos tecnológicos con total naturalidad, manteniendo contacto constante con sus seres queridos y amigos, sin importar la distancia geográfica. En este sentido, están mucho más conectados que generaciones anteriores, lo que les permite disfrutar de la vida de manera más activa y satisfactoria. Una nueva perspectiva sobre el envejecimiento Los sexalescentes no sienten la necesidad de competir con la juventud. Han aprendido a valorar lo que realmente importa en la vida: una mirada cómplice, una sonrisa sabia, una conversación profunda. Son personas que han alcanzado una comprensión más profunda de sí mismos, que viven con plenitud el presente y que, si bien recuerdan su juventud, lo hacen sin nostalgia. A nivel científico, este proceso de envejecimiento también ha sido objeto de estudio. Los avances en la investigación sobre proteínas y plasma sanguíneo han permitido a los científicos construir un reloj fisiológico que, a través de la observación de 373 proteínas circulantes, puede predecir y medir el envejecimiento a nivel celular. Este descubrimiento ha abierto nuevas posibilidades en el campo de la medicina, permitiendo una mejor comprensión de los mecanismos subyacentes al envejecimiento y la posibilidad de ralentizarlo. En definitiva, los sexalescentes están redefiniendo lo que significa envejecer. Lejos de ser una etapa de declive, la vejez para ellos se ha convertido en una nueva etapa de descubrimiento, plenitud y disfrute, en la que la experiencia y la sabiduría adquirida son sus mayores activos.
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