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  • «El arte no debería estar nunca de moda, necesitamos voces propias»

    » Diario Cordoba

    Fecha: 09/01/2025 09:16

    El Gran Teatro de Córdoba subirá el telón el 18 de enero con la obra de Luigi Pirandello Seis personajes en busca de autor. La reconocida directora andaluza Pepa Gamboa se sumerge en este ejemplo de teatro dentro del teatro en el que el conflicto surge cuando en medio de un ensayo aparece una familia de seis individuos que piden que su drama sea representado. -El teatro de Pirandello es muy singular. ¿Qué le atrajo de este proyecto? -Esta es una obra muy transversal que a mí me gusta mucho porque tiene dos obras dentro de una. La labor del dramaturgo, que ha sido Antonio Álamo, con quien he compartido la dirección, ha sido fundamental porque Pirandello dejó una de esas obras a la improvisación y creo que él ha creado una dramaturgia de mucha altura. Esta obra me atrae por sus conceptos filosóficos, por lo transgresora que es, porque es valiente y desafía tanto al público como a los autores y al sentido último de la escena. Con independencia de esto, tenemos un grupo de actores magnífico que está muy equilibrado. No pasa como en algunos montajes en los que sobresale una persona y el resto está bien, hay muy buen nivel. Montar una obra con trece actores es una apuesta muy arriesgada tal y como está el panorama así que era un desafío por todos lados. Encima, este año se cumplen cien años de la publicación de la obra, así que es además una especie de homenaje a un montaje que, junto a Esperando a Godot de Samuel Beckett, marcó una nueva forma de hacer teatro. -Pirandello era un tipo singular. -Totalmente, decía que hablaba con los personajes por la mañana, que discutía con ellos. Es un personaje absolutamente especial y esta es una obra de mucha inteligencia, con un perfil social relativista en el que plantea la base de la existencia, como hizo Unamuno, con quien hay muchas concomitancias. -Este espectáculo contrapone la realidad y lo que parece real, en un momento en el que ambas cosas se confunden más que nunca. -Ese planteamiento de si lo que estamos viviendo es real o es una realidad supuesta es el centro de la obra, una cuestión que la filosofía lleva tratando muchos años y que aquí abordamos mezclando el humor y el drama. Se presenta un trozo de vida, una travesía por todas las emociones y pensamientos de los personajes. El público se divierte mucho con el espectáculo aunque no es nada frívolo, al contrario, es muy profundo. Es una buena forma de reírse pero también de reflexionar, de pensar. En todas las funciones, la gente está callada, muy atenta, el público está activo como decía Bertol Bretch. Estamos muy contentos porque salen emocionados del teatro. -Y eso que la primera representación a principios del siglo pasado provocó mucho revuelo. Esas cosas ya no pasan en los teatros... -Sí, hubo peleas físicas incluso en la puerta entre gente que estaba a favor y en contra. La segunda representación ya fue un éxito. Y no, eso ya no pasa, pero a mí me gustaría que pasara porque me encanta que haya puntos de vista diferentes sobre las cosas, que se discuta. -¿Cómo funciona el tándem Gamboa-Álamo? -Nosotros llevamos mucho tiempo trabajando juntos, yo como directora y él como dramaturgo. Pero esta vez la dirección ha sido conjunta y es muy divertido porque muchas veces tenemos puntos de vista contrarios aunque siempre llegamos al sentido común y a la conclusión más racionalista y menos emocional. Ha habido un proceso muy intenso, muy amable. Los actores han trabajado muchísimo y Antonio tiene esa parte didáctica que hace que siempre aprendamos muchas cosas todos. -Después de la pandemia y el encierro, todo el mundo tenía muchas ganas de dejar la pantalla e ir al teatro. ¿Eso se ha mantenido? -La cosa está un poco revuelta. El teatro es una forma de ocio diferente porque sortea lo audiovisual de lo que estamos saturados todos. En el teatro suceden cosas porque cada representación es única. Los teatros se están llenando porque ofrecen el contraste con las pantallas. -¿Van muchos jóvenes? -No muchos. Yo creo que ahora están empezando a ir después de años en lo que se veía siempre a los mismos, cada vez más mayores. Eso tiene que ver con el escaso valor que se le da a la cultura, y sin cultura no hay identidad. Muchos chavales empiezan a funcionar sin tener el acervo que te dice por qué eres así, de dónde vienes y lo que ha pasado en la historia. Elenco de la obra 'Seis personajes en busca de autor'. / CÓRDOBA -Usted es muy crítica con la gestión del teatro en Andalucía, lo que le llevó a instalarse en Madrid unos años. ¿Ha notado alguna mejoría? -Hay intentos de mejoría, pero siempre de una forma experimental y eso, a pesar de que en una comunidad tan grande como Andalucía tenemos un capital humano extraordinario que se está yendo fuera aunque les gustaría trabajar aquí y desarrollar sus proyectos. El conocimiento es un demérito hoy en día. -Empezó en el teatro en los 80. ¿Se siente ahora más libre a la hora de crear? -No, qué va. Esta profesión es muy compleja. Aunque lleves muchos años, es como si te examinaras cada día. Los paradigmas van cambiando y te tienes que adaptar a los tiempos porque convives con creadores de universos muy distintos. El teatro también funciona por modas y yo pienso que el arte no debería estar nunca de moda, necesitamos voces propias, que son las que tienen una poética y un imaginario personal original, que es lo que realmente aporta a la sociedad. Hay gente que tiene mucho que decir, gente muy brillante, pero esos no son los que tienen más trabajo. -Usted ha hecho un poco de todo en el mundo de la escena, entre otras cosas, su trabajo con los grandes flamencos. ¿Qué es lo que le motiva a la hora de elegir un proyecto? -Para mí el teatro es un laboratorio de experimentación, pero también una cosa muy rigurosa porque el escenario tiene unas reglas muy duras que si no se respetan te lo escupe. Yo suelo partir de la divina proporción, del rectángulo áureo y a partir de ahí, empiezo a construir. A mí me llama la atención el invento, el experimento, la idea de poder ofrecer un avance a través de la escena, sin intentar epatar, de una manera sutil y respetuosa con todo lo que se ha hecho, sin destruir nada y recogiendo toda la herencia, desde Aristóteles hasta ahora. Suscríbete para seguir leyendo

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