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» Diario Cordoba
Fecha: 07/01/2025 18:57
“Me ha quedado claro que si tengo que librar batallas internas no soy yo la mejor opción en las próximas elecciones”. Juan Espadas se despide del liderazgo en el PSOE andaluz parafraseando al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, que este domingo anunció su dimisión tras una década gobernando y meses de presiones. A Espadas le ha costado casi tanto como a Trudeau asumir que su partido no creía que fuera en estos momentos el mejor activo electoral. Su despedida ha dejado muchas incógnitas sin resolver fehacientemente aunque a estas alturas no hay ninguna duda de que será la vicepresidenta del Gobierno y vicesecretaria general del PSOE, la sevillana María Jesús Montero, quien dé un paso al frente para tomar el liderazgo. Lo hace por petición expresa de Pedro Sánchez y tras negarse durante semanas a volver a Andalucía. No dejará sus cargos en el Gobierno, donde seguirá sentada en un papel principal en el Consejo de Ministros, según confirman fuentes próximas a la vicepresidenta. Una elipsis formal La elipsis forzada sobre el nombre de Montero es una simple formalidad. El respeto a los tiempos y que sea ella quien anuncia que viene. La periodista María Antonia Iglesias desgranó muy bien en su libro La Memoria recuperada. Relato personal de trece años de gobierno socialista el papel "heroico" que tuvo Manuel Chaves cuando aceptó a regañadientes asumir el liderazgo en el PSOE andaluz y vino a Andalucía a ganar unas elecciones en un momento en el que el partido tenía todas las de perder. Era 1990 y como Montero, Chaves fue un candidato a regañadientes, "a palos", dijeron las crónicas. Salvando las distancias, la que fue consejera del Gobierno andaluz desde 2004 a 2018, ocupando las carteras de Salud y Hacienda, hace ahora su viaje de vuelta a Andalucía. Una comunidad donde fue más gestora que política y en la que se interesó poco o nada por los entresijos del poder orgánico. Aunque parezca imposible de creer con ojos de Madrid, donde se considera uno de los puntales del Gobierno de Sánchez y ha llegado a ser la persona más poderosa en Ferraz tras el secretario general, Montero fue una independiente en los ejecutivos andaluces y nunca participó en las guerras internas mientras era consejera. El PSOE andaluz le da vértigo porque sabe bien lo difícil que es. A la vista está el duelo silente entre el PSOE de Sevilla y el de Jaén, las dos únicas agrupaciones provinciales con pulso y fuerza en Andalucía, pugnando entre ellas por hacerse con el control de Andalucía. El vértigo a otra guerra interna, sin que se hayan recuperado aún de la anterior, ha forzado la maquinaria a favor de Montero. Jaén anunció que su candidato, Juanfran Serrano, el dos de la secretaría de Organización, no se presentaba si ella daba el paso. Sevilla asumió que era la única posibilidad de no librar una batalla y le pidió que tomara las riendas. Regusto amargo Espadas no se ha afanado en hacer ajustes de cuentas aunque ha dejado notar su regusto amargo en la despedida. Ha agradecido a su grupo de fieles, a quienes se han mantenido a su lado hasta el último minuto. Son pocos:"En las organizaciones políticas la lealtad es un valor escaso y que cotiza caro". Ha criticado a quienes aseguran que siguen instalados en la guerra interna y la confrontación, señalando si aludirla a Susana Díaz, a quien ganó las primarias en 2021. Se va convencido de que su proyecto de oposición ha sido bueno y que dará réditos a medio plazo. Se marcha creyendo que son los ‘susanistas’ quienes han segado la hierba bajo sus pies y dolido con unos medios de comunicación que, según él piensa y traslada, han provocado su caída especulando sin cesar sobre su liderazgo. El periodismo, al menos el bueno, se ha limitado a ser altavoz del ruido interno, a contar lo que ve y lo que hay. Lo que hay en el PSOE andaluz desde hace ya muchos meses es el convencimiento de que Espadas no iba a conseguir derribar a un Juan Manuel Moreno que está, aún, en un momento dulce tras conseguir una espléndida mayoría absoluta en 2022. El Gobierno del PP comienza a sufrir el desgaste pero el PSOE está gripado y es incapaz, hasta ahora, de rentabilizar esa erosión. El que fue alcalde de Sevilla renunció a un sillón cómodo que tenía, decían las encuestas, muchas posibilidades de reeditar. Dejó la alcaldía porque así se lo pidió Ferraz para reflotar al PSOE andaluz. Fue generoso y ha sido un escudero leal de Pedro Sánchez, defendiendo el argumentario del Gobierno y del partido incluso en asuntos como la amnistía, los indultos o la financiación “singular” de Cataluña, sabiendo que eso le costaba votos y apoyos en Andalucía. Él siente que no ha tenido desde las filas andaluzas esa lealtad que él si ha profesado a la dirección federal. Sobre todo, Espadas ha comprendido, le ha costado tiempo, que su partido, incluido Pedro Sánchez, no consideraban que fuera él el mejor activo electoral para tratar de recuperar el Gobierno de Andalucía. “No me voy a ninguna parte, me pongo a disposición de quien tome el mando”. La era Montero en el PSOE andaluz acaba de empezar.
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