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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/01/2025 05:18
Del Otro Lado - Nicolás Stupenengo Nicolás Stupenengo es actor y director de cine. El 31 de diciembre de 2006, en una playa de Puerto Pirámides, en Chubut, se reunió junto a un grupo de amigos, algunos de Buenos Aires y otros de Comodoro Rivadavia, para el tradicional festejo patagónico de fin de año. “Éramos 14, el mar estaba calmo y todos disfrutábamos tirándonos desde unas piedras”, relató. Días antes, él ya se había lanzado varias veces desde un risco de un metro y medio de altura. Sin embargo, en el segundo salto que realizó aquella tarde, algo salió mal. “Me tiré como Jesucristo, con los brazos extendidos y me dejé caer”, relató. Al instante, sintió un crujido y un cosquilleo recorriendo su espalda. Fueron los primeros signos de que algo no estaba bien. “Salí a flote, empecé a nadar, pero vi que no tenía la fuerza para mantenerme. Me empecé a hundir y a pedir ayuda”, recordó. Sus amigos se lanzaron al agua y lograron sacarlo. Una vez sobre las rocas, intentaron estabilizarlo, mientras Nicolás, con curiosa lucidez, le dijo a uno de ellos: “No sé qué pasó, pero sé que la cagué”. El diagnóstico médico confirmó la gravedad del accidente: una lesión medular a nivel cervical C5 y C6, que dejó a Nicolás con movilidad limitada en los brazos y sin control de las piernas y el torso. “No tengo valores musculares, motrices ni sensoriales por debajo de ese nivel”, explica. Aunque no puede mover los dedos de las manos, ha aprendido a adaptarse. “Con el movimiento de las muñecas me arreglo”, comentó con determinación. Lejos de dejarse vencer, encontró en el cine, en la actuación, en el rugby en silla de ruedas y en el armado desde cero de un motorhome, un camino de expresión y resiliencia, demostrando que su espíritu creativo y su pasión por viajar siguen intactos pese a las adversidades. Junto a Sofía, una perra entrenada para acompañamiento y asistencia, forman un equipo inseparable capaz de sortear los obstáculos. En el primer episodio de Del otro lado, el nuevo ciclo de entrevistas de Infobae, contó su historia. Nicolás Stupenengo: "Yo amo la vida, quiero vivir cada momento y disfrutarlo". (Candela Teicheira) Luis: — Todos el 31 de diciembre, nos guste o no, celebramos. ¿Qué significa para vos el 31 de diciembre? Nicolás: — Siempre fue una fecha más, un día más y trato de no ser calendario. Pero soy metódico y me doy cuenta que cumplí con la regla porque tengo una lesión calendario. El 31 de diciembre para mí es un día clave. Unas semanas antes de la fecha empiezo a sentir un cambio en mi cuerpo, de forma natural, no es que lo estoy pensando. Pero es una fecha que me afecta un montón, que no lo manejo de forma consciente. Hay un hecho que cambió mi vida y que transformó todo. Luis: — Te veo un tipo no solo optimista sino emprendedor y con mucha garra. ¿Eras así o fue el accidente el que potenció este Nicolás que veo hoy? Nicolás: — Yo creo que ya era así. Después del accidente me acuerdo que a la primera que vi fue a mi hermana Candelaria y le dije: “Esto es lo peor que me puede pasar. Yo a partir de ahora voy a hacer todo lo posible por estar bien”. A partir de ahí hice un clic, mi primer clic. No me movía del cuello para abajo y era como estar atrapado, como si un millón de personas te sostienen y no te dejan mover. Yo amo la vida, cada momento de mi vida y estar presente en cada momento, no siempre me pasa, pero lo practico. Quiero vivir cada momento y disfrutarlo. Luis: — ¿Somos jodidos los que no tenemos una discapacidad con quienes sí la tienen? Nicolás: — Por supuesto que sí. Son los que discapacitan, para mí. Yo no me considero discapacitado. Los que se autodenominan “normales” son los que ven un mundo discapacitado en mí y esos son los que me discapacitan. ¿Quiénes son? La mayoría del mundo. El que te discapacita es el otro, que no haga una estructura acorde para vos, que deje un cartel a la altura de la cabeza y un ciego no lo pueda ver. El otro es el que discapacita. “Los que se autodenominan 'normales' son los que ven un mundo discapacitado en mí y esos son los que me discapacitan”, advirtió Nicolás en diálogo con Luis Novaresio. (Candela Teicheira) Luis: — ¿Estás en pareja? Nicolás: — No, pero me gustaría. Luis: — ¿Cuánto perjuicio hay de una eventual pareja cuando vos contás tu vida? Nicolás: — Yo creo que hay mucho. Tengo la sensación de que antes, de 30 minas yo podía enganchar tres o cuatro. Hoy, de 30 minas, si me mira una las otras dan vuelta la cara. Pero ha pasado algo que me parece super interesante y es que cuando una mina le gustas estando en silla, va. Las que te miran y por ahí te hubieran coqueteado en otro momento y hubiera pasado algo fugaz, no gastan energía en eso. Pero la que quiere, te lo va a demostrar. Luis: — A veces uno en la cotidiana dice: “No voy a hacer tal cosa porque estoy cansado”. ¿Qué te pasaba antes y qué te pasa hoy con esas excusas? Nicolás: — El primer “no” está en la cabeza de uno. Siempre fui una persona que me dije que no pocas veces. Lo que antes era, también lo sigo siendo hoy. Di la vuelta al ciclo para volver a encontrar mi esencia y voy por lo que quiero, siempre. Luis: — Sé que compraste un colectivo. ¿Qué hiciste con él? Nicolás: — Viajar para una persona con una lesión medular alta es imposible porque llegas a un hotel y te hacen llenar una planilla que no puedo hacerlo porque no puedo escribir, tenés que pedir que te la llenen, para entrar al hotel tenés que subir cinco escalones y cuando querés ir al baño no pasas con la silla por la puerta. Capital Federal es como un oasis, pero si te alejas un poco no es así. Me cansé de viajar y tener conflictos, angustiarme, llorar, ver que no tenés chances y que te dicen que no. Tenía el sueño de tener un motorhome y empezamos a hablar de revivir las pasiones y recordé ese deseo. En la pandemia me puse con eso, compré un colectivo y hoy está terminado. Me falta sacar el registro. Luis: — ¿Podés conducir? Nicolás: — Sí. La primera prueba que hice antes de armarlo fue esa. Luis: — ¿Qué sentiste cuando pudiste manejar el bondi? Nicolás: — Lloré de emoción. Hoy me subo al bondi, lo muevo un poquito y es como un submarino. Es una locura. Ahora entiendo la pasión que tienen los que manejan colectivos. Es alucinante la sensación. Luis: — ¿A dónde te gustaría viajar? Nicolás: — Me gustaría dar la vuelta a la Argentina dos veces, por lo menos. Pero esto es ir paso a paso, escalón por escalón. Siempre que encaro algo, planifico y voy despacio porque tengo una lista de cosas que poder cumplir para hacer eso, por ejemplo, primero hacer viajes cortitos. Además, todos los sistemas tienen que funcionar bien para que yo sea independiente arriba del colectivo. Nicolás junto a su perra Sofía en una competencia deportiva. (@rollingrengo) Luis: — ¿Hace cuánto que está Sofía con vos? Nicolás: — Diez años y medio. Fue un antes y un después su llegada. Nunca había tenido un perro más que cuando era chico y me cambió la vida. Tener la posibilidad de ocuparme de un perro es algo que, después del accidente, no tenía en mi cabeza como una posibilidad y fue un “puedo” más en mi vida. Yo tenía mentalmente una hoja en blanco de los “puedo” que al principio estaba blanca y hoy puedo hacer de todo. Luis: — ¿Qué es Sofía hoy en tu vida? Nicolás: — Es mi gran compañera y mi gran maestra. Soy enojón, me enojo en casa porque se me caen cosas todo el tiempo, pero la miro a ella y siempre está contenta y me enseña que no pasa nada si se te cae el mate, realmente no pasa nada, puedo hacer otro. Eso aprendí de Sofi: la alegría y que está siempre dispuesta. Es un gran aprendizaje. Luis: — ¿Vivís solo? Nicolás: — Sí, en 2012 me fui a vivir completamente solo. Todavía Sofía no estaba y fue un proceso durísimo adaptarme a todo eso porque por ahí parece linda la vida como la cuento yo en silla, en mi silla, pero es durísima la vida así y para estar viviendo solo hoy en un departamento me pasó de todo y me sigue pasando. Es durísimo estar en silla y conlleva dejar un montón de cosas de lado para preservarse uno. Yo estoy en un cuerpo que el 90 por ciento me maneja a mí más de lo que yo lo manejo a él. Luis: — Te está viendo un pibe o una piba que está en silla de ruedas, que está en un proceso como el tuyo y que sienten que no pueden, que no tiene sentido arrancar, que no tienen nada para hacer. ¿Qué les decís? Nicolás: — Lo primero es agarrarse de los afectos: tu mamá, tu papá, tu amigo. Llorá, puteá, enojate, es duro y va a ser más duro. Tenés que estar preparado, pero podés. Podés hacer millones de cosas… Luis: — Y si te dicen: “No puedo salir más con mis amigos y si voy a tener una novia tengo miedo de que si tengo ganas de tener sexo no se si puedo”. Nicolás: — Podés salir con tus amigos, podés tener sexo, está buenísimo tener sexo y más vale que lo tengas. Se puede casi todo. No se puede todo, porque hay muchas cosas que no se pueden hacer, pero lo primero que tenés que hacer es buscar en tu esencia, volver a ser vos desde otro lugar y aceptarte. Aceptarte sin movilidad, cayéndote en la calle y que la gente te tenga que ayudar. Aceptándote con esa nueva realidad.
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